ES/SB 1.12.18

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 18

śrī-rājovāca
apy eṣa vaṁśyān rājarṣīn
puṇya-ślokān mahātmanaḥ
anuvartitā svid yaśasā
sādhu-vādena sattamāḥ


PALABRA POR PALABRA

śrī-rājā—el muy buen rey (Mahārāja Yudhiṣṭhira); uvāca—dijo; api—si; eṣaḥ—esta; vaṁśyān—familia; rāja-ṛṣīn—de reyes santos; puṇya-ślokān—piadosos por su mismo nombre; mahā-ātmanaḥ—siendo todos grandes almas; anuvartitā—seguidor; svit—será; yaśasā—por los logros; sādhu-vādena—por la glorificación; sat-tamāḥ—¡oh, grandes almas!


TRADUCCIÓN

El buen rey [Yudhiṣṭhira] preguntó: ¡Oh, grandes almas!, ¿será él un rey tan santo, tan piadoso en su mismo nombre y tan famoso y glorificado por sus logros, como otros que aparecieron en esta gran familia real?


SIGNIFICADO

Los antepasados del rey Yudhiṣṭhira eran todos grandes reyes santos, piadosos y glorificados por sus grandes logros. Todos ellos eran santos que ocupaban el trono real. Y, por ende, todos los miembros del Estado eran felices, piadosos, de buen comportamiento, prósperos e iluminados en lo espiritual. Esos grandes reyes santos se formaban bajo la guía estricta de las grandes almas y los mandamientos espirituales, y, como resultado de ello, el reino estaba lleno de personas santas, y era una feliz tierra de vida espiritual. Mahārāja Yudhiṣṭhira era de por sí un prototipo de sus grandes antepasados, y él deseaba que el rey que lo sucediera fuera exactamente igual que ellos. Él se alegró al oírles decir a los eruditos brāhmaṇas que, según los cálculos astrológicos, el niño nacería como devoto de primera del Señor, y quería saber más confidencialmente si el niño iba a seguir los pasos de sus eminentes antepasados. Así debe ser el Estado monárquico. El rey gobernante debe ser un piadoso y valiente devoto del Señor, y debe ser el temor en persona para los arribistas. Además, debe dejar un heredero legítimo que sea igualmente apto para gobernar a los inocentes ciudadanos. En el escenario moderno de los Estados democráticos, la propia gente ha descendido hasta la categoría de los śūdras o aun más bajo, y el gobierno lo dirige un representante de ellos, el cual ignora el tipo de educación administrativa que se señala en las Escrituras. Así pues, toda la atmósfera está sobrecargada de cualidades śūdras, manifestadas por la lujuria y la avaricia. Esa clase de administradores riñen entre sí todos los días. El gabinete de ministros cambia a menudo, debido a egoísmos partidistas y de grupo. Todo el mundo quiere explotar los recursos del Estado hasta la hora de la muerte. Nadie se retira de la vida política de no ser obligado a ello. ¿Cómo pueden hombres de tan baja categoría hacerle bien al pueblo? El resultado de esto es la corrupción, la intriga y la hipocresía. Ellos deben aprender con el Śrīmad-Bhāgavatam cómo deben ser los administradores ideales, antes de que pueda ponérseles a cargo de los diferentes puestos.