ES/SB 2.1.5: Difference between revisions

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¡Oh, descendiente del rey Bharata!, aquel que desee liberarse de todos los sufrimientos debe oír hablar de la Personalidad de dios, y glorificar y también recordar a la Personalidad de dios, quien es la Superalma, el controlador y el que redime de todos los sufrimientos.
¡Oh, descendiente del rey Bharata!, aquel que desee liberarse de todos los sufrimientos debe oír hablar de la Personalidad de Dios, y glorificar y también recordar a la Personalidad de Dios, quien es la Superalma, el controlador y el que redime de todos los sufrimientos.
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En el verso anterior, Śrī Śukadeva Gosvāmī ha descrito cómo los hombres necios y apegados a lo material desperdician su valioso tiempo en el mejoramiento de las condiciones materiales de la vida, durmiendo, entregándose a la vida sexual, desarrollando condiciones económicas y manteniendo a una banda de parientes que serán aniquilados y desaparecerán en el olvido. Al dedicarse a todas estas actividades materialistas, el alma viviente se enreda en el ciclo de la ley de las acciones fruitivas. Esto entraña la cadena del nacimiento y la muerte en las 8 400 000 especies de vida: los seres acuáticos, los vegetales, los reptiles, las aves, las bestias, el hombre incivilizado, y, luego, de nuevo, la forma humana, que es la oportunidad para salirse del ciclo de la acción fruitiva. Así pues, si uno desea liberarse de este círculo vicioso, debe entonces dejar de actuar como un karmī o disfrutador de los resultados de su propio trabajo, bueno o malo. Uno no debe hacer nada —ni bueno ni malo— para sí mismo, sino que debe ejecutar todo en el nombre del Señor Supremo, el propietario final de todo lo que existe. Esta manera de trabajar también se recomienda en el Bhagavad-gītā (9.27), en donde se instruye que se debe trabajar para beneficio del Señor. Por consiguiente, en primer lugar se debe oír hablar del Señor. Después de que uno ha oído perfecta y minuciosamente, debe glorificar Sus actos y hazañas, y de ese modo le será posible recordar constantemente la naturaleza trascendental del Señor. El oír hablar del Señor y el glorificarlo a Él son cosas idénticas a la naturaleza trascendental del Señor, y por el hecho de hacerlo, uno siempre se hallará en compañía del Señor. Esto lo libera a uno de toda clase de temores. El Señor es la Superalma (Paramātmā) que está presente en los corazones de todos los seres vivientes, y, en consecuencia, mediante el antedicho proceso de oír y glorificar, el Señor invita a todos los que están en Su creación a que se asocien con Él. Este proceso de oír hablar del Señor y de glorificarlo a Él es bueno para todo el mundo, sea quien sea, y lo llevará a uno a lograr el máximo éxito en todo aquello a lo que se dedique por designio de la providencia. Hay muchas clases de seres humanos: los trabajadores fruitivos, los filósofos empíricos, los yogīs místicos y, finalmente, los devotos puros. Para que todos ellos logren el éxito deseado, hay un único proceso aplicable. Todo el mundo quiere estar libre de toda clase de temores, y todo el mundo quiere conseguir en la vida la máxima felicidad posible. El proceso perfecto para lograrlo, aquí y ahora, se recomienda en el Śrīmad-Bhāgavatam, que ha sido proferido por una autoridad tan eminente como lo es Śrīla Śukadeva Gosvāmī. Por oír hablar del Señor y glorificarlo a Él, todas las actividades de la persona se transforman en actividades espirituales, y de ese modo todos los conceptos de los sufrimientos materiales se eliminan por completo.
En el verso anterior, Śrī Śukadeva Gosvāmī ha descrito cómo los hombres necios y apegados a lo material desperdician su valioso tiempo en el mejoramiento de las condiciones materiales de la vida, durmiendo, entregándose a la vida sexual, desarrollando condiciones económicas y manteniendo a una banda de parientes que serán aniquilados y desaparecerán en el olvido. Al dedicarse a todas estas actividades materialistas, el alma viviente se enreda en el ciclo de la ley de las acciones fruitivas. Esto entraña la cadena del nacimiento y la muerte en las 8 400 000 especies de vida: los seres acuáticos, los vegetales, los reptiles, las aves, las bestias, el hombre incivilizado, y, luego, de nuevo, la forma humana, que es la oportunidad para salirse del ciclo de la acción fruitiva. Así pues, si uno desea liberarse de este círculo vicioso, debe entonces dejar de actuar como un ''karmī'' o disfrutador de los resultados de su propio trabajo, bueno o malo. Uno no debe hacer nada —ni bueno ni malo— para sí mismo, sino que debe ejecutar todo en el nombre del Señor Supremo, el propietario final de todo lo que existe. Esta manera de trabajar también se recomienda en el ''Bhagavad-gītā'' ([[ES/BG 9.27|9.27]]), en donde se instruye que se debe trabajar para beneficio del Señor. Por consiguiente, en primer lugar se debe oír hablar del Señor. Después de que uno ha oído perfecta y minuciosamente, debe glorificar Sus actos y hazañas, y de ese modo le será posible recordar constantemente la naturaleza trascendental del Señor. El oír hablar del Señor y el glorificarlo a Él son cosas idénticas a la naturaleza trascendental del Señor, y por el hecho de hacerlo, uno siempre se hallará en compañía del Señor. Esto lo libera a uno de toda clase de temores. El Señor es la Superalma (Paramātmā) que está presente en los corazones de todos los seres vivientes, y, en consecuencia, mediante el antedicho proceso de oír y glorificar, el Señor invita a todos los que están en Su creación a que se asocien con Él. Este proceso de oír hablar del Señor y de glorificarlo a Él es bueno para todo el mundo, sea quien sea, y lo llevará a uno a lograr el máximo éxito en todo aquello a lo que se dedique por designio de la providencia. Hay muchas clases de seres humanos: los trabajadores fruitivos, los filósofos empíricos, los ''yogīs'' místicos y, finalmente, los devotos puros. Para que todos ellos logren el éxito deseado, hay un único proceso aplicable. Todo el mundo quiere estar libre de toda clase de temores, y todo el mundo quiere conseguir en la vida la máxima felicidad posible. El proceso perfecto para lograrlo, aquí y ahora, se recomienda en el ''Śrīmad-Bhāgavatam'', que ha sido proferido por una autoridad tan eminente como lo es Śrīla Śukadeva Gosvāmī. Por oír hablar del Señor y glorificarlo a Él, todas las actividades de la persona se transforman en actividades espirituales, y de ese modo todos los conceptos de los sufrimientos materiales se eliminan por completo.
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Latest revision as of 19:36, 24 October 2023


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 5

tasmād bhārata sarvātmā
bhagavān īśvaro hariḥ
śrotavyaḥ kīrtitavyaś ca
smartavyaś cecchatābhayam


PALABRA POR PALABRA

tasmāt—por esa razón; bhārata—¡oh, descendiente de Bharata!; sarvātmā—la Superalma; bhagavān—La Personalidad de Dios; īśvaraḥ—el controlador; hariḥ—el Señor, quien elimina todos los sufrimientos; śrotavyaḥ—debe oírse; kīrtitavyaḥ—ser glorificado; ca—también; smartavyaḥ—ser recordado; ca—y; icchatā—de aquel que desea; abhayam—libertad.


TRADUCCIÓN

¡Oh, descendiente del rey Bharata!, aquel que desee liberarse de todos los sufrimientos debe oír hablar de la Personalidad de Dios, y glorificar y también recordar a la Personalidad de Dios, quien es la Superalma, el controlador y el que redime de todos los sufrimientos.


SIGNIFICADO

En el verso anterior, Śrī Śukadeva Gosvāmī ha descrito cómo los hombres necios y apegados a lo material desperdician su valioso tiempo en el mejoramiento de las condiciones materiales de la vida, durmiendo, entregándose a la vida sexual, desarrollando condiciones económicas y manteniendo a una banda de parientes que serán aniquilados y desaparecerán en el olvido. Al dedicarse a todas estas actividades materialistas, el alma viviente se enreda en el ciclo de la ley de las acciones fruitivas. Esto entraña la cadena del nacimiento y la muerte en las 8 400 000 especies de vida: los seres acuáticos, los vegetales, los reptiles, las aves, las bestias, el hombre incivilizado, y, luego, de nuevo, la forma humana, que es la oportunidad para salirse del ciclo de la acción fruitiva. Así pues, si uno desea liberarse de este círculo vicioso, debe entonces dejar de actuar como un karmī o disfrutador de los resultados de su propio trabajo, bueno o malo. Uno no debe hacer nada —ni bueno ni malo— para sí mismo, sino que debe ejecutar todo en el nombre del Señor Supremo, el propietario final de todo lo que existe. Esta manera de trabajar también se recomienda en el Bhagavad-gītā (9.27), en donde se instruye que se debe trabajar para beneficio del Señor. Por consiguiente, en primer lugar se debe oír hablar del Señor. Después de que uno ha oído perfecta y minuciosamente, debe glorificar Sus actos y hazañas, y de ese modo le será posible recordar constantemente la naturaleza trascendental del Señor. El oír hablar del Señor y el glorificarlo a Él son cosas idénticas a la naturaleza trascendental del Señor, y por el hecho de hacerlo, uno siempre se hallará en compañía del Señor. Esto lo libera a uno de toda clase de temores. El Señor es la Superalma (Paramātmā) que está presente en los corazones de todos los seres vivientes, y, en consecuencia, mediante el antedicho proceso de oír y glorificar, el Señor invita a todos los que están en Su creación a que se asocien con Él. Este proceso de oír hablar del Señor y de glorificarlo a Él es bueno para todo el mundo, sea quien sea, y lo llevará a uno a lograr el máximo éxito en todo aquello a lo que se dedique por designio de la providencia. Hay muchas clases de seres humanos: los trabajadores fruitivos, los filósofos empíricos, los yogīs místicos y, finalmente, los devotos puros. Para que todos ellos logren el éxito deseado, hay un único proceso aplicable. Todo el mundo quiere estar libre de toda clase de temores, y todo el mundo quiere conseguir en la vida la máxima felicidad posible. El proceso perfecto para lograrlo, aquí y ahora, se recomienda en el Śrīmad-Bhāgavatam, que ha sido proferido por una autoridad tan eminente como lo es Śrīla Śukadeva Gosvāmī. Por oír hablar del Señor y glorificarlo a Él, todas las actividades de la persona se transforman en actividades espirituales, y de ese modo todos los conceptos de los sufrimientos materiales se eliminan por completo.