ES/SB 2.7.47: Difference between revisions
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El supremo disfrutador, la Personalidad de Dios, es el Brahman Supremo o summum bonum, debido a que Él es la causa suprema de todas las causas. La concepción que trata de la comprensión del Brahman impersonal es el primer paso, debido a la diferencia que existe entre Él y la concepción ilusoria de la existencia material. En otras palabras, el Brahman impersonal es un aspecto del Absoluto, distinto de la diversidad material, tal como la luz es una concepción distinta de la de su complemento, la oscuridad. Pero la luz tiene su diversidad, que puede ser vista por aquellos que logran conocer más acerca de ella, y, así pues, la comprensión suprema del Brahman es la fuente de la luz Brahman, la Suprema Personalidad de Dios, el summum bonum o la fuente fundamental de todo. Por lo tanto, el conocer a la Personalidad de Dios incluye la comprensión del Brahman impersonal tal como se percibe al comienzo en contraste con la embriaguez material. La Personalidad de Dios es la tercera fase de la comprensión del Brahman. Como se explicó en el Primer Canto, uno debe entender todos los tres aspectos del Absoluto: Brahman, Paramātmā y Bhagavān. | El supremo disfrutador, la Personalidad de Dios, es el Brahman Supremo o summum bonum, debido a que Él es la causa suprema de todas las causas. La concepción que trata de la comprensión del Brahman impersonal es el primer paso, debido a la diferencia que existe entre Él y la concepción ilusoria de la existencia material. En otras palabras, el Brahman impersonal es un aspecto del Absoluto, distinto de la diversidad material, tal como la luz es una concepción distinta de la de su complemento, la oscuridad. Pero la luz tiene su diversidad, que puede ser vista por aquellos que logran conocer más acerca de ella, y, así pues, la comprensión suprema del Brahman es la fuente de la luz Brahman, la Suprema Personalidad de Dios, el ''summum bonum'' o la fuente fundamental de todo. Por lo tanto, el conocer a la Personalidad de Dios incluye la comprensión del Brahman impersonal tal como se percibe al comienzo en contraste con la embriaguez material. La Personalidad de Dios es la tercera fase de la comprensión del Brahman. Como se explicó en el Primer Canto, uno debe entender todos los tres aspectos del Absoluto: Brahman, Paramātmā y Bhagavān. | ||
Pratibodha-mātram es justamente la concepción opuesta a la de la existencia material. En la materia se encuentran los sufrimientos materiales, y, por ello, en la primera comprensión del Brahman se encuentra la negación de esas embriagueces materiales, y aparece un sentimiento de existencia eterna distinto al de las angustias del nacimiento y la muerte, de las enfermedades y la vejez. Esa es la concepción fundamental del Brahman impersonal. | ''Pratibodha-mātram'' es justamente la concepción opuesta a la de la existencia material. En la materia se encuentran los sufrimientos materiales, y, por ello, en la primera comprensión del Brahman se encuentra la negación de esas embriagueces materiales, y aparece un sentimiento de existencia eterna distinto al de las angustias del nacimiento y la muerte, de las enfermedades y la vejez. Esa es la concepción fundamental del Brahman impersonal. | ||
El Señor Supremo es el Alma Suprema de todo, y, por lo tanto, en la concepción suprema se experimenta el afecto. La concepción del afecto se debe a la relación que se presenta entre un alma y otra. Un padre es afectuoso con su hijo, debido a que hay una relación íntima entre el hijo y el padre. Pero esa clase de afecto del mundo material se encuentra lleno de embriagueces. Cuando uno conoce a la Personalidad de Dios, la plenitud del afecto se manifiesta debido a la realidad de la relación afectuosa. Él no es el objeto del afecto que se experimenta a través de los tintes materiales del cuerpo y la mente, sino que es el pleno, desnudo e incontaminado objeto de afecto de todas las entidades vivientes, debido a que Él es la Superalma, o Paramātmā, que se encuentra dentro del corazón de todos. En el estado liberado de las cosas, se despierta la máxima expresión del afecto por el Señor. | El Señor Supremo es el Alma Suprema de todo, y, por lo tanto, en la concepción suprema se experimenta el afecto. La concepción del afecto se debe a la relación que se presenta entre un alma y otra. Un padre es afectuoso con su hijo, debido a que hay una relación íntima entre el hijo y el padre. Pero esa clase de afecto del mundo material se encuentra lleno de embriagueces. Cuando uno conoce a la Personalidad de Dios, la plenitud del afecto se manifiesta debido a la realidad de la relación afectuosa. Él no es el objeto del afecto que se experimenta a través de los tintes materiales del cuerpo y la mente, sino que es el pleno, desnudo e incontaminado objeto de afecto de todas las entidades vivientes, debido a que Él es la Superalma, o Paramātmā, que se encuentra dentro del corazón de todos. En el estado liberado de las cosas, se despierta la máxima expresión del afecto por el Señor. | ||
Por ello, existe un ilimitado flujo de felicidad perdurable, sin el temor de que sea rota de la manera en que lo hemos experimentado aquí en el mundo material. La relación con el Señor nunca se rompe; así pues, no hay ninguna congoja ni ningún temor. Esa felicidad no se puede explicar con palabras, y no puede intentarse generar esa felicidad mediante actividades fruitivas, ni mediante ajustes ni sacrificios. Pero hemos de saber también que esa felicidad, la felicidad ininterrumpida que se intercambia con la Persona Suprema, la Personalidad de Dios tal como se describe en este verso, trasciende la concepción impersonal de los Upaniṣads. En los Upaniṣads, la descripción que se hace es más o menos la negación de la concepción material de las cosas, pero ello no constituye la negación de los sentidos trascendentales del Señor Supremo. Aquí también se afirma lo mismo en las declaraciones que se dan acerca de los elementos materiales; todos los sentidos del Señor son trascendentales, libres de toda contaminación producto de la identificación material. Y las almas liberadas tampoco se encuentran desprovistas de sentidos; de lo contrario, no podría existir entre ellos ninguna correspondencia de felicidad espiritual libre de trabas, en un estado de ininterrumpido júbilo espontáneo. Todos los sentidos, tanto del Señor como de los devotos, carecen por completo de contaminación material. Ellos son así debido a que se encuentran más allá de la causa y los efectos materiales, como se menciona claramente aquí (sad-asataḥ param). La ilusoria energía material no puede actuar ahí, por la vergüenza que siente ante el Señor y Sus devotos trascendentales. En el mundo material, las actividades de los sentidos no carecen de congoja, pero aquí se dice claramente que los sentidos del Señor y de los devotos carecen de toda congoja. Existe una marcada diferencia entre los sentidos materiales y los espirituales. Y uno debe conocerla, sin negar los sentidos espirituales debido a una concepción material. | Por ello, existe un ilimitado flujo de felicidad perdurable, sin el temor de que sea rota de la manera en que lo hemos experimentado aquí en el mundo material. La relación con el Señor nunca se rompe; así pues, no hay ninguna congoja ni ningún temor. Esa felicidad no se puede explicar con palabras, y no puede intentarse generar esa felicidad mediante actividades fruitivas, ni mediante ajustes ni sacrificios. Pero hemos de saber también que esa felicidad, la felicidad ininterrumpida que se intercambia con la Persona Suprema, la Personalidad de Dios tal como se describe en este verso, trasciende la concepción impersonal de los ''Upaniṣads''. En los ''Upaniṣads'', la descripción que se hace es más o menos la negación de la concepción material de las cosas, pero ello no constituye la negación de los sentidos trascendentales del Señor Supremo. Aquí también se afirma lo mismo en las declaraciones que se dan acerca de los elementos materiales; todos los sentidos del Señor son trascendentales, libres de toda contaminación producto de la identificación material. Y las almas liberadas tampoco se encuentran desprovistas de sentidos; de lo contrario, no podría existir entre ellos ninguna correspondencia de felicidad espiritual libre de trabas, en un estado de ininterrumpido júbilo espontáneo. Todos los sentidos, tanto del Señor como de los devotos, carecen por completo de contaminación material. Ellos son así debido a que se encuentran más allá de la causa y los efectos materiales, como se menciona claramente aquí (''sad-asataḥ param''). La ilusoria energía material no puede actuar ahí, por la vergüenza que siente ante el Señor y Sus devotos trascendentales. En el mundo material, las actividades de los sentidos no carecen de congoja, pero aquí se dice claramente que los sentidos del Señor y de los devotos carecen de toda congoja. Existe una marcada diferencia entre los sentidos materiales y los espirituales. Y uno debe conocerla, sin negar los sentidos espirituales debido a una concepción material. | ||
Los sentidos del mundo material están saturados de ignorancia material. Las autoridades han recomendado de muchas maneras la purificación de los sentidos de la concepción material. En el mundo material, los sentidos se manipulan para la satisfacción individual y personal, mientras que en el mundo espiritual los sentidos se utilizan correctamente, con el propósito para el cual fueron originalmente destinados, es decir, para la satisfacción del Señor Supremo. Esas actividades de los sentidos son naturales, y, por lo tanto, la complacencia de los sentidos que allí se encuentra no es ininterrumpida ni rota por la contaminación material, debido a que los sentidos se encuentran purificados espiritualmente. Y esa satisfacción de los sentidos la comparten por igual aquellos que participan de la correspondencia trascendental. Como las actividades son ilimitadas y aumentan constantemente, no existe lugar para intentos materiales o ajustes artificiales. Esa felicidad de naturaleza trascendental se denomina brahma-saukhyam, y se describirá claramente en el Quinto Canto. | Los sentidos del mundo material están saturados de ignorancia material. Las autoridades han recomendado de muchas maneras la purificación de los sentidos de la concepción material. En el mundo material, los sentidos se manipulan para la satisfacción individual y personal, mientras que en el mundo espiritual los sentidos se utilizan correctamente, con el propósito para el cual fueron originalmente destinados, es decir, para la satisfacción del Señor Supremo. Esas actividades de los sentidos son naturales, y, por lo tanto, la complacencia de los sentidos que allí se encuentra no es ininterrumpida ni rota por la contaminación material, debido a que los sentidos se encuentran purificados espiritualmente. Y esa satisfacción de los sentidos la comparten por igual aquellos que participan de la correspondencia trascendental. Como las actividades son ilimitadas y aumentan constantemente, no existe lugar para intentos materiales o ajustes artificiales. Esa felicidad de naturaleza trascendental se denomina ''brahma-saukhyam'', y se describirá claramente en el Quinto Canto. | ||
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Latest revision as of 19:20, 20 July 2024
TEXTO 47
- śaśvat praśāntam abhayaṁ pratibodha-mātraṁ
- śuddhaṁ samaṁ sad-asataḥ paramātma-tattvam
- śabdo na yatra puru-kārakavān kriyārtho
- māyā paraity abhimukhe ca vilajjamānā
- tad vai padaṁ bhagavataḥ paramasya puṁso
- brahmeti yad vidur ajasra-sukhaṁ viśokam
PALABRA POR PALABRA
śaśvat—eterno; paraśāntam—sin perturbación; abhayam—sin temor; pratibodhamātram—una conciencia opuesta a la análoga material; śuddham—incontaminado; samam—sin diferencia; sat-asataḥ—de la causa y el efecto; paramātma-tattvam—la principal causa original; śabdaḥ—sonido especulativo; na—no; yatra—donde haya; puru-kārakavān—que tiene como resultado la acción fruitiva; kriyā-arthaḥ—por cuestión de sacrificio; māyā—ilusión; paraiti—se va volando; abhimukhe—frente a; ca—también; vilajjamānā—sintiéndose avergonzada de; tat—eso; vai—es ciertamente; padam—fase suprema; bhagavatah—de la Personalidad de Dios; paramasya—del Supremo; puṁsaḥ—de la persona; brahma—el Absoluto; iti—así; yat—el cual; viduḥ—conocido como; ajasra—ilimitada; sukham—felicidad; viśokam—sin congoja.
TRADUCCIÓN
Aquello que se experimenta como el Brahman Absoluto está lleno de ilimitada bienaventuranza, sin congoja alguna. Esa es indudablemente la fase suprema del disfrutador supremo, la Personalidad de Dios. Él está eternamente exento de toda perturbación y libre de temor. Él es la conciencia plena en contraste con la materia. Él es la principal causa original de toda causa y efecto, incontaminado y sin diferencias, en quien no hay sacrificio en pos de actividades fruitivas, y en quien no se encuentra la energía ilusoria.
SIGNIFICADO
El supremo disfrutador, la Personalidad de Dios, es el Brahman Supremo o summum bonum, debido a que Él es la causa suprema de todas las causas. La concepción que trata de la comprensión del Brahman impersonal es el primer paso, debido a la diferencia que existe entre Él y la concepción ilusoria de la existencia material. En otras palabras, el Brahman impersonal es un aspecto del Absoluto, distinto de la diversidad material, tal como la luz es una concepción distinta de la de su complemento, la oscuridad. Pero la luz tiene su diversidad, que puede ser vista por aquellos que logran conocer más acerca de ella, y, así pues, la comprensión suprema del Brahman es la fuente de la luz Brahman, la Suprema Personalidad de Dios, el summum bonum o la fuente fundamental de todo. Por lo tanto, el conocer a la Personalidad de Dios incluye la comprensión del Brahman impersonal tal como se percibe al comienzo en contraste con la embriaguez material. La Personalidad de Dios es la tercera fase de la comprensión del Brahman. Como se explicó en el Primer Canto, uno debe entender todos los tres aspectos del Absoluto: Brahman, Paramātmā y Bhagavān.
Pratibodha-mātram es justamente la concepción opuesta a la de la existencia material. En la materia se encuentran los sufrimientos materiales, y, por ello, en la primera comprensión del Brahman se encuentra la negación de esas embriagueces materiales, y aparece un sentimiento de existencia eterna distinto al de las angustias del nacimiento y la muerte, de las enfermedades y la vejez. Esa es la concepción fundamental del Brahman impersonal.
El Señor Supremo es el Alma Suprema de todo, y, por lo tanto, en la concepción suprema se experimenta el afecto. La concepción del afecto se debe a la relación que se presenta entre un alma y otra. Un padre es afectuoso con su hijo, debido a que hay una relación íntima entre el hijo y el padre. Pero esa clase de afecto del mundo material se encuentra lleno de embriagueces. Cuando uno conoce a la Personalidad de Dios, la plenitud del afecto se manifiesta debido a la realidad de la relación afectuosa. Él no es el objeto del afecto que se experimenta a través de los tintes materiales del cuerpo y la mente, sino que es el pleno, desnudo e incontaminado objeto de afecto de todas las entidades vivientes, debido a que Él es la Superalma, o Paramātmā, que se encuentra dentro del corazón de todos. En el estado liberado de las cosas, se despierta la máxima expresión del afecto por el Señor.
Por ello, existe un ilimitado flujo de felicidad perdurable, sin el temor de que sea rota de la manera en que lo hemos experimentado aquí en el mundo material. La relación con el Señor nunca se rompe; así pues, no hay ninguna congoja ni ningún temor. Esa felicidad no se puede explicar con palabras, y no puede intentarse generar esa felicidad mediante actividades fruitivas, ni mediante ajustes ni sacrificios. Pero hemos de saber también que esa felicidad, la felicidad ininterrumpida que se intercambia con la Persona Suprema, la Personalidad de Dios tal como se describe en este verso, trasciende la concepción impersonal de los Upaniṣads. En los Upaniṣads, la descripción que se hace es más o menos la negación de la concepción material de las cosas, pero ello no constituye la negación de los sentidos trascendentales del Señor Supremo. Aquí también se afirma lo mismo en las declaraciones que se dan acerca de los elementos materiales; todos los sentidos del Señor son trascendentales, libres de toda contaminación producto de la identificación material. Y las almas liberadas tampoco se encuentran desprovistas de sentidos; de lo contrario, no podría existir entre ellos ninguna correspondencia de felicidad espiritual libre de trabas, en un estado de ininterrumpido júbilo espontáneo. Todos los sentidos, tanto del Señor como de los devotos, carecen por completo de contaminación material. Ellos son así debido a que se encuentran más allá de la causa y los efectos materiales, como se menciona claramente aquí (sad-asataḥ param). La ilusoria energía material no puede actuar ahí, por la vergüenza que siente ante el Señor y Sus devotos trascendentales. En el mundo material, las actividades de los sentidos no carecen de congoja, pero aquí se dice claramente que los sentidos del Señor y de los devotos carecen de toda congoja. Existe una marcada diferencia entre los sentidos materiales y los espirituales. Y uno debe conocerla, sin negar los sentidos espirituales debido a una concepción material.
Los sentidos del mundo material están saturados de ignorancia material. Las autoridades han recomendado de muchas maneras la purificación de los sentidos de la concepción material. En el mundo material, los sentidos se manipulan para la satisfacción individual y personal, mientras que en el mundo espiritual los sentidos se utilizan correctamente, con el propósito para el cual fueron originalmente destinados, es decir, para la satisfacción del Señor Supremo. Esas actividades de los sentidos son naturales, y, por lo tanto, la complacencia de los sentidos que allí se encuentra no es ininterrumpida ni rota por la contaminación material, debido a que los sentidos se encuentran purificados espiritualmente. Y esa satisfacción de los sentidos la comparten por igual aquellos que participan de la correspondencia trascendental. Como las actividades son ilimitadas y aumentan constantemente, no existe lugar para intentos materiales o ajustes artificiales. Esa felicidad de naturaleza trascendental se denomina brahma-saukhyam, y se describirá claramente en el Quinto Canto.