ES/SB 7.4: Hiranyakasipu aterroriza al universo: Difference between revisions
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Latest revision as of 14:36, 17 September 2020
Texto 7.4.1: Nārada Muni continuó: El Señor Brahmā estaba muy satisfecho con las difíciles austeridades a que Hiraṇyakaśipu se había sometido. Por eso no dudó en concederle las bendiciones que había solicitado, y que muy pocas veces pueden lograrse.
Texto 7.4.2: El Señor Brahmā dijo: ¡Oh, Hiraṇyakaśipu!, a la mayoría de los hombres les es muy difícil alcanzar esas bendiciones que has pedido. Por lo general, nunca se ofrecen a nadie; pero, a pesar de todo, ¡oh, hijo mío!, voy a concedértelas.
Texto 7.4.3: El Señor Brahmā, cuyas bendiciones son infalibles, partió entonces, mientras recibía la adoración del más grande de los demonios, Hiraṇyakaśipu, y las alabanzas de los grandes sabios y personas santas.
Texto 7.4.4: El demonio Hiraṇyakaśipu, después de recibir las bendiciones del Señor Brahmā y haber adquirido un brillante cuerpo dorado, continuaba recordando la muerte de su hermano, y debido a ello, seguía albergando sentimientos hostiles contra el Señor Viṣṇu.
Texto 7.4.5-7: Hiraṇyakaśipu conquistó todo el universo. En verdad, aquel gran demonio conquistó todos los planetas de los tres mundos, superior, medio e inferior. Conquistó a los seres humanos, a los gandharvas y garuḍas, a las grandes serpientes, a los siddhas, cāraṇas y vidyādharas, a los grandes santos, a Yamarāja, a los manus, a los yakṣas, a los rākṣasas, a las piśācas y sus amos, y a los amos de los fantasmas y bhūtas. Derrotó a todos los gobernantes de los demás planetas habitados por entidades vivientes y los sometió a su dominio. Con la conquista de las moradas de todos ellos, usurpó también su poder y su influencia.
Texto 7.4.8: Hiraṇyakaśipu, que gozaba de plena opulencia, trasladó su residencia al cielo, donde se encuentra el famoso jardín Nandana, en el que disfrutan los semidioses. De hecho, fijó su residencia en el opulentísimo palacio de Indra, el rey del cielo. Ese palacio lo había construido personalmente Viśvakarmā, el semidiós arquitecto, y era tan hermoso que se diría que en él vivía la diosa de la fortuna del universo entero.
Texto 7.4.9-12: En el palacio del Señor Indra, las escaleras estaban hechas de coral, y el suelo, adornado con esmeraldas de incalculable valor; las paredes eran de cristal, y las columnas, de piedra vaidūrya. Había doseles maravillosos, decorados con un gusto exquisito; los asientos estaban tachonados de rubíes, y las sedas de las camas, tan blancas como la espuma, llevaban bordados de perlas. Las damas del palacio, bendecidas con dientes hermosos y con los rostros más bellos y maravillosos, se paseaban por el palacio acompañadas del melodioso tintineo de sus campanitas tobilleras, y se paraban a contemplar su propia belleza reflejada en las gemas. Los oprimidos semidioses, sin embargo, tenían que postrarse y ofrecer reverencias a los pies de Hiraṇyakaśipu, quien les reprendía con gran severidad sin el menor motivo. De este modo, Hiraṇyakaśipu vivía en el palacio y gobernaba a todos con gran rigor.
Texto 7.4.13: ¡Oh, mi querido rey!, Hiraṇyakaśipu estaba siempre borracho de licores y vinos de olor fuerte; sus ojos cobrizos, bajo los efectos de la embriaguez, estaban siempre dando vueltas. Sin embargo, había realizado con gran poder las grandes austeridades del yoga místico, y por ello, a pesar de que era abominable, todos, con excepción de los tres semidioses principales —el Señor Brahmā, el Señor Śiva y el Señor Viṣṇu—, le adoraban personalmente y le ofrecían toda clase de obsequios en sus propias manos a fin de complacerle.
Texto 7.4.14: ¡Oh, Mahārāja Yudhiṣṭhira, descendiente de Pāṇḍu!, desde el trono del rey Indra, Hiraṇyakaśipu dominó con su poder personal a los habitantes de todos los demás planetas. Los dos gandharvas Viśvāvasu y Tumburu, yo mismo y los vidyādharas, las apsarās y los sabios, le ofrecíamos oraciones una y otra vez para glorificarle.
Texto 7.4.15: Hiraṇyakaśipu era adorado con sacrificios y grandes regalos que le ofrecían los seguidores estrictos de los principios de varṇa y āśrama; pero él, en lugar de ofrecer parte de las oblaciones a los semidioses, se quedaba con todo.
Texto 7.4.16: Como por temor de Hiraṇyakaśipu, el planeta Tierra, que está formado por siete islas, daba granos alimenticios sin ser arado. Era como las vacas surabhis del mundo espiritual o las kāma-dughā del reino celestial. La Tierra proporcionaba cereales más que suficientes, las vacas daban leche en abundancia, y el espacio exterior se adornaba con fenómenos de maravillosa belleza.
Texto 7.4.17: Con el fluir de sus olas, los océanos del universo y los ríos que desembocan en ellos —que son como sus esposas— daban a Hiraṇyakaśipu diversos tipos de gemas y piedras preciosas. Esos océanos son: el océano de agua salada, el océano de jugo de caña, el océano de vino, el de mantequilla clarificada, el de leche, el de yogur y el océano de agua dulce.
Texto 7.4.18: Los valles que separan las montañas eran los parques de recreo de Hiraṇyakaśipu; por su influencia, todos los árboles y plantas producían frutas y flores abundantes en todas las estaciones. Hiraṇyakaśipu dirigía personalmente las funciones de verter agua, secar y quemar, prescindiendo de los tres semidioses encargados de esas funciones en el universo, Indra, Vāyu y Agni.
Texto 7.4.19: A pesar de haber obtenido el poder de dominar en todas direcciones, y a pesar de disfrutar hasta el límite de los más deseables placeres de los sentidos, Hiraṇyakaśipu estaba insatisfecho, porque en lugar de controlar sus sentidos, seguía siendo su sirviente.
Texto 7.4.20: De ese modo, Hiraṇyakaśipu pasó mucho tiempo muy orgulloso de sus opulencias y violando las leyes y regulaciones que se mencionan en los śāstras autoritativos. De este modo fue víctima de una maldición de los cuatro Kumāras, que eran grandes brāhmaṇas.
Texto 7.4.21: Con sus severos castigos, Hiraṇyakaśipu llevó a todos los habitantes del universo a una situación de extremado sufrimiento, de la que ni siquiera estaban libres los gobernantes de los distintos planetas. Perturbados y llenos de miedo, sin poder hallar ningún otro refugio, finalmente se entregaron a la Suprema Personalidad de Dios, Viṣṇu.
Texto 7.4.22-23: «Ofrezcamos respetuosas reverencias en dirección a donde Se encuentra la Suprema Personalidad de Dios; allí es donde van las almas purificadas que están en la orden de vida de renuncia, las grandes personas santas, y de allí, una vez que han ido, nunca regresan». Sin dormir, controlando sus mentes por completo, y viviendo únicamente de su aliento, las deidades regentes de los planetas comenzaron a adorar a Hṛṣīkeśa meditando de ese modo.
Texto 7.4.24: Entonces apareció ante ellos una vibración sonora trascendental, que procedía de una persona invisible para los ojos materiales. La voz era tan grave como el sonido de las nubes; era también muy alentadora, pues alejaba todo sentimiento de temor.
Texto 7.4.25-26: La voz del Señor emitió la siguiente vibración: ¡Oh, ustedes, los mejores entre las personas sabias!, ¡no teman! Les deseo toda buena fortuna. Vuélvanse Mis devotos, escuchando y cantando acerca de Mí y ofreciéndome oraciones, pues el propósito de esas actividades es bendecir a todas las entidades vivientes. Conozco bien las actividades de Hiraṇyakaśipu; pueden tener la seguridad de que su fin está muy cercano. Por favor, tengan paciencia y esperen hasta que llegue su momento.
Texto 7.4.27: Cuando alguien siente envidia de los semidioses, que representan a la Suprema Personalidad de Dios, o de los Vedas, que dan conocimiento completo, o de las vacas, brāhmaṇas, vaiṣṇavas y principios religiosos, o, en última instancia, de Mí, que soy la Suprema Personalidad de Dios, no pasará mucho tiempo antes de que él y su civilización sean destruidos.
Texto 7.4.28: Cuando Hiraṇyakaśipu moleste al gran devoto Prahlāda, su propio hijo, que es sobrio y pacífico y no tiene enemigos, Yo, a pesar de las bendiciones de Brahmā, le mataré sin esperar un instante.
Texto 7.4.29: El gran santo Nārada Muni continuó: Cuando la Suprema Personalidad de Dios, el maestro espiritual de todos los seres, hubo tranquilizado de este modo a todos los semidioses que viven en los planetas celestiales, estos Le ofrecieron respetuosas reverencias y regresaron a sus respectivas moradas, con la confianza de que el demonio Hiraṇyakaśipu estaba ya prácticamente muerto.
Texto 7.4.30: Hiraṇyakaśipu tenía cuatro hijos maravillosos, poseedores de grandes cualidades; de entre ellos sobresalía Prahlāda. En verdad, Prahlāda poseía todas las cualidades trascendentales, pues era un devoto puro de la Personalidad de Dios.
Texto 7.4.31-32: [En este verso se describen las cualidades de Mahārāja Prahlāda, el hijo de Hiraṇyakaśipu]. Gozaba de la amplia cultura de un brāhmaṇa cualificado, tenía muy buen carácter, y estaba decidido a comprender la Verdad Absoluta. Su dominio de la mente y los sentidos era perfecto. Como la Superalma, era bondadoso con todas las entidades vivientes y el mejor amigo de todos. Con las personas dignas de respeto, se comportaba como un humilde sirviente; para los pobres, era como un padre; a sus iguales, les mostraba el afecto de un hermano comprensivo; sus profesores, maestros espirituales y hermanos espirituales mayores eran para él como la Suprema Personalidad de Dios. A pesar de su buena educación, riquezas, belleza, aristocracia, etc., estaba completamente libre del orgullo falso.
Texto 7.4.33: Prahlāda Mahārāja, a pesar de haber nacido en una familia de asuras, no era un asura, sino un gran devoto del Señor Viṣṇu. A diferencia de los demás asuras, nunca envidiaba a los vaiṣṇavas. No se agitaba cuando estaba en peligro, y no tenía ningún interés directo ni indirecto en las actividades fruitivas que se explican en los Vedas. En verdad, como consideraba inútil todo lo material, estaba completamente libre de deseos materiales. Siempre tenía los sentidos y el aire vital bajo control; dotado de una inteligencia y una determinación firmes, había subyugado todos los deseos de disfrute.
Texto 7.4.34: ¡Oh, rey!, aún hoy los santos eruditos y los vaiṣṇavas continúan glorificando las buenas cualidades de Prahlāda Mahārāja. En la Suprema Personalidad de Dios siempre pueden encontrarse todas las buenas cualidades; todas ellas están también, eternamente, en Su devoto Prahlāda Mahārāja.
Texto 7.4.35: En toda asamblea en que se hable acerca de santos y devotos, ¡oh, rey Yudhiṣṭhira!, incluso los enemigos de los demonios, es decir, los semidioses, y tú con mucha más razón, citan a Prahlāda Mahārāja como ejemplo de gran devoto.
Texto 7.4.36: ¿Quién podría enumerar las incontables cualidades trascendentales de Prahlāda Mahārāja? Su fe en Vāsudeva, el Señor Kṛṣṇa [el hijo de Vasudeva], era inquebrantable; su devoción por Él estaba completamente libre de otras intenciones. Debido al servicio devocional que había realizado anteriormente, sentía un apego natural por el Señor Kṛṣṇa. Sus buenas cualidades, aunque no se pueden enumerar, son la prueba de que era una gran alma [mahātmā].
Texto 7.4.37: Prahlāda Mahārāja no mostró interés por los juegos infantiles ni en su más tierna infancia. De hecho, los rechazó por completo y permanecía silencioso y ajeno, pues estaba absorto por entero en el estado de conciencia de Kṛṣṇa. En su mente siempre estaba el influjo consciente de Kṛṣṇa, de modo que no alcanzaba a entender cómo podía seguir adelante el mundo, inmerso en actividades de complacencia de los sentidos.
Texto 7.4.38: Prahlāda Mahārāja siempre estaba absorto en pensar en Kṛṣṇa; estaba siempre entre los brazos del Señor, de manera que sus necesidades físicas, como sentarse, caminar, comer, acostarse, beber y hablar, se realizaban por sí solas, sin que él fuera consciente de cómo.
Texto 7.4.39: Debido a su avance en conciencia de Kṛṣṇa, a veces lloraba, a veces reía, a veces daba muestras de júbilo, y a veces cantaba en voz alta.
Texto 7.4.40: A veces, al ver a la Suprema Personalidad de Dios, Prahlāda Mahārāja, lleno de ansiedad, Le llamaba a grandes voces. A veces, lleno de júbilo, perdía toda su timidez y se ponía a bailar en éxtasis, y a veces, completamente absorto en pensar en Kṛṣṇa, se sentía uno con el Señor e imitaba Sus pasatiempos.
Texto 7.4.41: A veces, al sentir el tacto de las manos de loto del Señor, Prahlāda se llenaba de júbilo espiritual y guardaba silencio, con los cabellos erizados, mientras de sus ojos semicerrados fluían lágrimas de amor por el Señor.
Texto 7.4.42: Gracias a su relación con devotos puros y perfectos que no tenían el menor contacto con nada material, Prahlāda Mahārāja se dedicó constantemente a servir los pies de loto del Señor. Al ver su aspecto físico cuando estaba absorto en perfecto éxtasis, las personas más pobres en comprensión espiritual se purificaban. En otras palabras, Prahlāda Mahārāja les confería bienaventuranza trascendental.
Texto 7.4.43: Mi querido rey Yudhiṣṭhira, el demonio Hiraṇyakaśipu torturó a este devoto excelso y afortunado, Prahlāda, a pesar de que era su propio hijo.
Texto 7.4.44: Mahārāja Yudhiṣṭhira dijo: ¡Oh, joya de santidad entre los semidioses!, ¡oh, tú, el mejor de los líderes espirituales!, ¿cómo pudo Hiraṇyakaśipu molestar de ese modo a Prahlāda Mahārāja, el santo puro y excelso, a pesar de que era su propio hijo? Deseo que me lo expliques.
Texto 7.4.45: Los padres siempre sienten cariño por sus hijos. Cuando estos son desobedientes, les riñen, pero no porque sean enemigos suyos, sino para instruirles, por el bien del niño. ¿Cómo pudo Hiraṇyakaśipu, el padre de Prahlāda Mahārāja, castigar a un hijo tan noble? Eso es lo que estoy ansioso por saber.
Texto 7.4.46: Mahārāja Yudhiṣṭhira siguió preguntando: ¿Cómo es posible que un padre haya sido tan violento con un hijo excelso, que era obediente, tenía buen comportamiento y era respetuoso hacia él? ¡Oh, brāhmaṇa!, ¡oh, maestro!, jamás he escuchado nada tan contradictorio: que un padre cariñoso castigue a su noble hijo con intención de matarle. Por favor, disipa mis dudas con respecto a esto.