ES/SB 2.4.23: Difference between revisions
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Śukadeva Gosvāmī, en su carácter de devoto totalmente dependiente (a diferencia del hombre mundano que se siente orgulloso de su propia capacidad), invoca el placer de la Personalidad de Dios, para que sus declaraciones puedan tener éxito y sean apreciadas por los oyentes. El devoto siempre se considera un instrumento en lo que se refiere a cualquier cosa que se realice con éxito, y él rehúsa que se le atribuya el mérito de cualquier cosa que haya hecho. El infiel ateo quiere adjudicarse todo el mérito de las actividades, sin saber que ni siquiera una brizna de paja se puede mover sin la sanción del Espíritu Supremo, la Personalidad de Dios. Śukadeva Gosvāmī, por consiguiente, quiere actuar bajo la dirección del Señor Supremo, quien inspiró a Brahmā para que expusiera la sabiduría védica. Las verdades que se describen en las Escrituras védicas no son teorías de la imaginación mundana, ni tampoco son cosas ficticias, como a veces lo creen hombres de la clase poco inteligente. Las verdades védicas son todas descripciones perfectas acerca de la verdad objetiva, sin ningún error ni ilusión, y Śukadeva Gosvāmī quiere presentar las verdades de la creación no como una teoría metafísica producto de la especulación filosófica, sino como los datos y hechos verdaderos acerca de la materia, ya que se lo dictaría el Señor de la misma manera en que Brahmājī fue inspirado. Como se afirma en el ''Bhagavad-gītā'' ([[ES/BG 15.15|15.15]]), el propio Señor es el padre del conocimiento Vedānta, y es solo Él quien conoce el verdadero significado de la filosofía Vedānta. De modo que, no hay una mayor verdad que la que se encuentra en los principios religiosos que se mencionan en los Vedas. Ese conocimiento védico, o religión védica, lo diseminan autoridades tales como Śukadeva Gosvāmī, porque él es un humilde servidor devocional del Señor y no tiene ningún deseo de convertirse en un intérprete autonombrado sin ninguna autoridad. Esa es la manera de explicar el conocimiento védico, manera técnicamente conocida como el sistema ''paramparā'', o el proceso descendente. | Śukadeva Gosvāmī, en su carácter de devoto totalmente dependiente (a diferencia del hombre mundano que se siente orgulloso de su propia capacidad), invoca el placer de la Personalidad de Dios, para que sus declaraciones puedan tener éxito y sean apreciadas por los oyentes. El devoto siempre se considera un instrumento en lo que se refiere a cualquier cosa que se realice con éxito, y él rehúsa que se le atribuya el mérito de cualquier cosa que haya hecho. El infiel ateo quiere adjudicarse todo el mérito de las actividades, sin saber que ni siquiera una brizna de paja se puede mover sin la sanción del Espíritu Supremo, la Personalidad de Dios. Śukadeva Gosvāmī, por consiguiente, quiere actuar bajo la dirección del Señor Supremo, quien inspiró a Brahmā para que expusiera la sabiduría védica. Las verdades que se describen en las Escrituras védicas no son teorías de la imaginación mundana, ni tampoco son cosas ficticias, como a veces lo creen hombres de la clase poco inteligente. Las verdades védicas son todas descripciones perfectas acerca de la verdad objetiva, sin ningún error ni ilusión, y Śukadeva Gosvāmī quiere presentar las verdades de la creación no como una teoría metafísica producto de la especulación filosófica, sino como los datos y hechos verdaderos acerca de la materia, ya que se lo dictaría el Señor de la misma manera en que Brahmājī fue inspirado. Como se afirma en el ''Bhagavad-gītā'' ([[ES/BG 15.15|15.15]]), el propio Señor es el padre del conocimiento ''Vedānta'', y es solo Él quien conoce el verdadero significado de la filosofía ''Vedānta''. De modo que, no hay una mayor verdad que la que se encuentra en los principios religiosos que se mencionan en los Vedas. Ese conocimiento védico, o religión védica, lo diseminan autoridades tales como Śukadeva Gosvāmī, porque él es un humilde servidor devocional del Señor y no tiene ningún deseo de convertirse en un intérprete autonombrado sin ninguna autoridad. Esa es la manera de explicar el conocimiento védico, manera técnicamente conocida como el sistema ''paramparā'', o el proceso descendente. | ||
El hombre inteligente puede ver sin equivocarse que, sin el toque espiritual, ninguna creación material (ya sea el cuerpo de uno, una fruta o una flor) puede crecer y volverse hermosa. El hombre más inteligente del mundo o el mejor de los científicos puede presentar todo muy bien, solo mientras se encuentre presente la vida espiritual, o en la medida en que esté presente el toque espiritual. Por lo tanto, la fuente de todas las verdades la constituye el Espíritu Supremo, y no la materia burda, como lo concibe erróneamente la persona muy materialista. La literatura védica nos da la información de que el propio Señor entró primero en el vacío del universo material, en virtud de lo cual todas las cosas se desarrollaron gradualmente una tras otra. De forma similar, el Señor se halla situado como Paramātmā localizado en cada ser individual. Así pues, Él hace todo de una manera muy hermosa. Los dieciséis elementos creativos principales, es decir, la tierra, el agua, el fuego, el aire, el cielo y los once órganos de los sentidos, se desarrollaron primero procedentes del propio Señor, y por eso fueron compartidos por las entidades vivientes. De ese modo, los elementos materiales fueron creados para el disfrute de las entidades vivientes. El hermoso plan que existe tras todas las manifestaciones materiales lo hace posible, pues, la energía del Señor, y la entidad viviente individual lo único que puede hacer es orarle al Señor para poder entender bien todo. Como el Señor es la entidad suprema, diferente de Śukadeva Gosvāmī, es posible ofrecerle a Él la oración, El Señor ayuda a la entidad viviente a disfrutar de la creación material, pero se encuentra aparte de ese falso disfrute. Śukadeva ora pidiendo la misericordia del Señor, no solo para que en lo personal se lo ayude a presentar la verdad, sino también para poder ayudar a otros a quienes le gustaría hablarles. | El hombre inteligente puede ver sin equivocarse que, sin el toque espiritual, ninguna creación material (ya sea el cuerpo de uno, una fruta o una flor) puede crecer y volverse hermosa. El hombre más inteligente del mundo o el mejor de los científicos puede presentar todo muy bien, solo mientras se encuentre presente la vida espiritual, o en la medida en que esté presente el toque espiritual. Por lo tanto, la fuente de todas las verdades la constituye el Espíritu Supremo, y no la materia burda, como lo concibe erróneamente la persona muy materialista. La literatura védica nos da la información de que el propio Señor entró primero en el vacío del universo material, en virtud de lo cual todas las cosas se desarrollaron gradualmente una tras otra. De forma similar, el Señor se halla situado como Paramātmā localizado en cada ser individual. Así pues, Él hace todo de una manera muy hermosa. Los dieciséis elementos creativos principales, es decir, la tierra, el agua, el fuego, el aire, el cielo y los once órganos de los sentidos, se desarrollaron primero procedentes del propio Señor, y por eso fueron compartidos por las entidades vivientes. De ese modo, los elementos materiales fueron creados para el disfrute de las entidades vivientes. El hermoso plan que existe tras todas las manifestaciones materiales lo hace posible, pues, la energía del Señor, y la entidad viviente individual lo único que puede hacer es orarle al Señor para poder entender bien todo. Como el Señor es la entidad suprema, diferente de Śukadeva Gosvāmī, es posible ofrecerle a Él la oración, El Señor ayuda a la entidad viviente a disfrutar de la creación material, pero se encuentra aparte de ese falso disfrute. Śukadeva ora pidiendo la misericordia del Señor, no solo para que en lo personal se lo ayude a presentar la verdad, sino también para poder ayudar a otros a quienes le gustaría hablarles. |
Latest revision as of 20:16, 4 March 2024
TEXTO 23
- bhūtair mahadbhir ya imāḥ puro vibhur
- nirmāya śete yad amūṣu pūruṣaḥ
- bhuṅkte guṇān ṣoḍaśa ṣoḍaśātmakaḥ
- so ’laṅkṛṣīṣṭa bhagavān vacāṁsi me
PALABRA POR PALABRA
bhūtaiḥ—por los elementos; mahadbhiḥ—de la creación material; yaḥ—Aquel que; imāḥ—todos estos; puraḥ—cuerpos; vibhuḥ—el Señor; nirmāya—para ser establecido; śete—se acuesta; yat amūṣu—aquel que se encarnó; pūruṣaḥ—el Señor Viṣṇu; bhuṅkte—hace que se someta; guṇān—las tres modalidades de la naturaleza; ṣoḍaśa—en dieciséis divisiones; ṣoḍaśa-ātmakaḥ—siendo el generador de esas dieciséis; saḥ—Él; alaṅkṛṣīṣṭa—que decore; bhagavān—la Personalidad de Dios; vacāṁsi—declaraciones; me—mías.
TRADUCCIÓN
Que la Personalidad de Dios, quien por el hecho de acostarse en el universo anima los cuerpos de los elementos creados materialmente, y quien en Su encarnación puruṣa hace que el ser viviente se someta a las dieciséis divisiones de las modalidades materiales que lo generan, que Él tenga la bondad de adornar mis declaraciones.
SIGNIFICADO
Śukadeva Gosvāmī, en su carácter de devoto totalmente dependiente (a diferencia del hombre mundano que se siente orgulloso de su propia capacidad), invoca el placer de la Personalidad de Dios, para que sus declaraciones puedan tener éxito y sean apreciadas por los oyentes. El devoto siempre se considera un instrumento en lo que se refiere a cualquier cosa que se realice con éxito, y él rehúsa que se le atribuya el mérito de cualquier cosa que haya hecho. El infiel ateo quiere adjudicarse todo el mérito de las actividades, sin saber que ni siquiera una brizna de paja se puede mover sin la sanción del Espíritu Supremo, la Personalidad de Dios. Śukadeva Gosvāmī, por consiguiente, quiere actuar bajo la dirección del Señor Supremo, quien inspiró a Brahmā para que expusiera la sabiduría védica. Las verdades que se describen en las Escrituras védicas no son teorías de la imaginación mundana, ni tampoco son cosas ficticias, como a veces lo creen hombres de la clase poco inteligente. Las verdades védicas son todas descripciones perfectas acerca de la verdad objetiva, sin ningún error ni ilusión, y Śukadeva Gosvāmī quiere presentar las verdades de la creación no como una teoría metafísica producto de la especulación filosófica, sino como los datos y hechos verdaderos acerca de la materia, ya que se lo dictaría el Señor de la misma manera en que Brahmājī fue inspirado. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (15.15), el propio Señor es el padre del conocimiento Vedānta, y es solo Él quien conoce el verdadero significado de la filosofía Vedānta. De modo que, no hay una mayor verdad que la que se encuentra en los principios religiosos que se mencionan en los Vedas. Ese conocimiento védico, o religión védica, lo diseminan autoridades tales como Śukadeva Gosvāmī, porque él es un humilde servidor devocional del Señor y no tiene ningún deseo de convertirse en un intérprete autonombrado sin ninguna autoridad. Esa es la manera de explicar el conocimiento védico, manera técnicamente conocida como el sistema paramparā, o el proceso descendente.
El hombre inteligente puede ver sin equivocarse que, sin el toque espiritual, ninguna creación material (ya sea el cuerpo de uno, una fruta o una flor) puede crecer y volverse hermosa. El hombre más inteligente del mundo o el mejor de los científicos puede presentar todo muy bien, solo mientras se encuentre presente la vida espiritual, o en la medida en que esté presente el toque espiritual. Por lo tanto, la fuente de todas las verdades la constituye el Espíritu Supremo, y no la materia burda, como lo concibe erróneamente la persona muy materialista. La literatura védica nos da la información de que el propio Señor entró primero en el vacío del universo material, en virtud de lo cual todas las cosas se desarrollaron gradualmente una tras otra. De forma similar, el Señor se halla situado como Paramātmā localizado en cada ser individual. Así pues, Él hace todo de una manera muy hermosa. Los dieciséis elementos creativos principales, es decir, la tierra, el agua, el fuego, el aire, el cielo y los once órganos de los sentidos, se desarrollaron primero procedentes del propio Señor, y por eso fueron compartidos por las entidades vivientes. De ese modo, los elementos materiales fueron creados para el disfrute de las entidades vivientes. El hermoso plan que existe tras todas las manifestaciones materiales lo hace posible, pues, la energía del Señor, y la entidad viviente individual lo único que puede hacer es orarle al Señor para poder entender bien todo. Como el Señor es la entidad suprema, diferente de Śukadeva Gosvāmī, es posible ofrecerle a Él la oración, El Señor ayuda a la entidad viviente a disfrutar de la creación material, pero se encuentra aparte de ese falso disfrute. Śukadeva ora pidiendo la misericordia del Señor, no solo para que en lo personal se lo ayude a presentar la verdad, sino también para poder ayudar a otros a quienes le gustaría hablarles.