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Existe un océano de leche dentro de este universo, si bien no hemos tenido experiencia de él. Incluso el científico moderno acepta que existan cientos y cientos de miles de planetas que se encuentran suspendidos por encima de nuestras cabezas, y cada uno de ellos tiene diferentes clases de condiciones climáticas. El Śrīmad-Bhāgavatam da mucha información que puede que no concuerde con nuestra experiencia actual. Pero en lo que respecta a los sabios hindúes, el conocimiento se recibe de las Escrituras védicas, y las autoridades aceptan sin vacilación alguna que hemos de ver las cosas a través de las páginas de los auténticos libros de conocimiento (śāstra-cakṣurvat). Así que no podemos negar la existencia de un océano de leche tal como se afirma en el Śrīmad-Bhāgavatam, a menos que —y solo hasta que— hayamos visto experimentalmente todos los planetas que se encuentran suspendidos en el espacio. Puesto que ese experimento no es posible, naturalmente tenemos que aceptar la declaración del Śrīmad-Bhāgavatam tal como es, debido a que así lo aceptan los líderes espirituales tales como Śrīdhara Svāmī, Jīva Gosvāmī, Viśvanātha Cakravartī y otros. El proceso védico consiste en seguir los pasos de grandes autoridades, y ese es el único proceso para conocer aquello que se encuentra más allá de nuestra imaginación. El Señor primordial, siendo todopoderoso, puede hacer todo lo que guste, y, por lo tanto, el hecho de que Él adopte la encarnación de una tortuga o de un pez para cumplir con un propósito en particular, no es en absoluto asombroso. Por consiguiente, no debemos vacilar en absoluto en cuanto a aceptar las declaraciones de las Escrituras auténticas como el Śrīmad-Bhāgavatam.
Existe un océano de leche dentro de este universo, si bien no hemos tenido experiencia de él. Incluso el científico moderno acepta que existan cientos y cientos de miles de planetas que se encuentran suspendidos por encima de nuestras cabezas, y cada uno de ellos tiene diferentes clases de condiciones climáticas. El ''Śrīmad-Bhāgavatam'' da mucha información que puede que no concuerde con nuestra experiencia actual. Pero en lo que respecta a los sabios hindúes, el conocimiento se recibe de las Escrituras védicas, y las autoridades aceptan sin vacilación alguna que hemos de ver las cosas a través de las páginas de los auténticos libros de conocimiento (''śāstra-cakṣurvat''). Así que no podemos negar la existencia de un océano de leche tal como se afirma en el ''Śrīmad-Bhāgavatam'', a menos que —y solo hasta que— hayamos visto experimentalmente todos los planetas que se encuentran suspendidos en el espacio. Puesto que ese experimento no es posible, naturalmente tenemos que aceptar la declaración del ''Śrīmad-Bhāgavatam'' tal como es, debido a que así lo aceptan los líderes espirituales tales como Śrīdhara Svāmī, Jīva Gosvāmī, Viśvanātha Cakravartī y otros. El proceso védico consiste en seguir los pasos de grandes autoridades, y ese es el único proceso para conocer aquello que se encuentra más allá de nuestra imaginación. El Señor primordial, siendo todopoderoso, puede hacer todo lo que guste, y, por lo tanto, el hecho de que Él adopte la encarnación de una tortuga o de un pez para cumplir con un propósito en particular, no es en absoluto asombroso. Por consiguiente, no debemos vacilar en absoluto en cuanto a aceptar las declaraciones de las Escrituras auténticas como el ''Śrīmad-Bhāgavatam''.


La gigantesca labor de batir el océano de leche que se realizara por el esfuerzo combinado de los semidioses y los demonios, requería de un gigantesco terreno de apoyo o pivote para la gigantesca colina Mandara. Así pues, para ayudar en el intento de los semidioses, el Señor primordial adoptó la encarnación de una gigantesca tortuga que nadaba por el océano de leche. Al mismo tiempo, la montaña rascó Su columna vertebral mientras Él se encontraba dormido parcialmente y, así pues, alivió Su sensación de picazón.
La gigantesca labor de batir el océano de leche que se realizara por el esfuerzo combinado de los semidioses y los demonios, requería de un gigantesco terreno de apoyo o pivote para la gigantesca colina Mandara. Así pues, para ayudar en el intento de los semidioses, el Señor primordial adoptó la encarnación de una gigantesca tortuga que nadaba por el océano de leche. Al mismo tiempo, la montaña rascó Su columna vertebral mientras Él se encontraba dormido parcialmente y, así pues, alivió Su sensación de picazón.

Latest revision as of 19:04, 18 June 2024


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 13

kṣīrodadhāv amara-dānava-yūthapānām
unmathnatām amṛta-labdhaya ādi-devaḥ
pṛṣṭhena kacchapa-vapur vidadhāra gotraṁ
nidrākṣaṇo ’dri-parivarta-kaṣāṇa-kaṇḍūḥ


PALABRA POR PALABRA

kṣīra—leche; udadhau—en el océano de; amara—los semidioses; dānava—los demonios; yūtha-pānām—de los líderes de ambas huestes; unmathnatām—mientras batían; amṛta—néctar; labdhaya—para obtener; ādi-devaḥ—el Señor primordial; pṛṣṭhena—por la columna vertebral; kacchapa—tortuga; vapuḥ—cuerpo; vidadhāra—adoptó; gotram—la colina Mandara; nidrākṣaṇaḥ—mientras dormía parcialmente; adri-parivarta—rodando la colina; kaṣāṇa—rascando; kaṇḍūḥ—picazón.


TRADUCCIÓN

El Señor primordial adoptó luego la encarnación de la tortuga para servir de lugar de apoyo [pivote] de la montaña Mandara, que servía de vara de batir. Los semidioses y los demonios, para extraer néctar, estaban batiendo el océano de leche con la montaña Mandara. La montaña giraba en uno y otro sentido, rascando la espalda del Señor Tortuga, el cual, mientras dormía parcialmente, experimentaba una sensación de picazón.


SIGNIFICADO

Existe un océano de leche dentro de este universo, si bien no hemos tenido experiencia de él. Incluso el científico moderno acepta que existan cientos y cientos de miles de planetas que se encuentran suspendidos por encima de nuestras cabezas, y cada uno de ellos tiene diferentes clases de condiciones climáticas. El Śrīmad-Bhāgavatam da mucha información que puede que no concuerde con nuestra experiencia actual. Pero en lo que respecta a los sabios hindúes, el conocimiento se recibe de las Escrituras védicas, y las autoridades aceptan sin vacilación alguna que hemos de ver las cosas a través de las páginas de los auténticos libros de conocimiento (śāstra-cakṣurvat). Así que no podemos negar la existencia de un océano de leche tal como se afirma en el Śrīmad-Bhāgavatam, a menos que —y solo hasta que— hayamos visto experimentalmente todos los planetas que se encuentran suspendidos en el espacio. Puesto que ese experimento no es posible, naturalmente tenemos que aceptar la declaración del Śrīmad-Bhāgavatam tal como es, debido a que así lo aceptan los líderes espirituales tales como Śrīdhara Svāmī, Jīva Gosvāmī, Viśvanātha Cakravartī y otros. El proceso védico consiste en seguir los pasos de grandes autoridades, y ese es el único proceso para conocer aquello que se encuentra más allá de nuestra imaginación. El Señor primordial, siendo todopoderoso, puede hacer todo lo que guste, y, por lo tanto, el hecho de que Él adopte la encarnación de una tortuga o de un pez para cumplir con un propósito en particular, no es en absoluto asombroso. Por consiguiente, no debemos vacilar en absoluto en cuanto a aceptar las declaraciones de las Escrituras auténticas como el Śrīmad-Bhāgavatam.

La gigantesca labor de batir el océano de leche que se realizara por el esfuerzo combinado de los semidioses y los demonios, requería de un gigantesco terreno de apoyo o pivote para la gigantesca colina Mandara. Así pues, para ayudar en el intento de los semidioses, el Señor primordial adoptó la encarnación de una gigantesca tortuga que nadaba por el océano de leche. Al mismo tiempo, la montaña rascó Su columna vertebral mientras Él se encontraba dormido parcialmente y, así pues, alivió Su sensación de picazón.