ES/SB 8.3.29
TEXTO 29
- nāyaṁ veda svam ātmānaṁ
- yac-chaktyāhaṁ-dhiyā hatam
- taṁ duratyaya-māhātmyaṁ
- bhagavantam ito 'smy aham
PALABRA POR PALABRA
na—no; ayam—la gente; veda—conoce; svam—propia; ātmānam—identidad; yat-śaktyā—por cuya influencia; aham—soy independiente; dhiyā—con esa inteligencia; hatam—vencida o cubierta; tam—a Él; duratyaya—difíciles de entender; māhātmyam—cuyas glorias; bhagavantam—de la Suprema Personalidad de Dios; itaḥ—refugiándome; asmi aham—estoy.
TRADUCCIÓN
Ofrezco respetuosas reverencias a la Suprema Personalidad de Dios, cuya energía ilusoria hace que la jīva, que es parte integral de Dios, olvide su verdadera identidad debido al concepto corporal de la vida. Yo me refugio en la Suprema Personalidad de Dios, cuyas glorias son difíciles de entender.
SIGNIFICADO
Como afirma el Bhagavad-gītā, todas las entidades vivientes, sean hombres, semidioses, animales, aves, insectos o cualquier otra cosa, son partes integrales de la Suprema Personalidad de Dios. El Señor y la entidad viviente están íntimamente emparentados como padre e hijo. Por desgracia, en contacto con la materia, la entidad viviente olvida esa relación y desea disfrutar del mundo material independientemente, conforme a sus propios planes. Esa ilusión (māyā) es muy difícil de superar. Māyā cubre a la entidad viviente que desea olvidar a la Suprema Personalidad de Dios y elaborar sus propios planes para disfrutar del mundo material. Mientras esa contaminación persista, el alma condicionada no podrá entender su verdadera identidad y permanecerá continuamente, vida tras vida, bajo la influencia de la ilusión. Ato gṛha-kṣetra-sutāptavittair janasya moho 'yam ahaṁ mameti (Bhāg. 5.5.8). En tanto que no se ilumine en la comprensión de su verdadera posición, la entidad viviente se sentirá atraída por la vida materialista, su casa, su país o sus tierras, la sociedad, los hijos, la familia, la comunidad, la cuenta corriente, etc. Cubierta por todo ello, continuará pensando: «Yo soy el cuerpo, y todo lo relacionado con este cuerpo es mío». Ese concepto materialista de la vida es sumamente difícil de superar, pero aquel que se entrega a la Suprema Personalidad de Dios, como hizo Gajendra, el rey de los elefantes, alcanza el plano de la iluminación en el nivel del Brahman.
- brahma-bhūtaḥ prasannātmā
- na śocati na kāṅkṣati
- samaḥ sarveṣu bhūteṣu
- mad-bhaktiṁ labhate parām
«Aquel que se establece en el plano trascendental percibe de inmediato el Brahman
Supremo y se vuelve plenamente dichoso. Nunca se lamenta ni desea poseer nada.
Tiene la misma disposición para con todas las entidades vivientes. Habiendo alcanzado ese estado, Me ofrece servicio devocional puro» (Bg. 18.54). El devoto, como está
perfectamente situado en el plano del Brahman, no siente envidia de ninguna entidad
viviente (samaḥ sarveṣu bhūteṣu).