ES/SB 7.4 El resumen
Este capítulo nos explica con todo detalle las actividades de Hiraṇyakaśipu, que, abusando del poder que obtuvo del Señor Brahmā, hostigó a todas las entidades vivientes del universo.
Con sus rigurosas austeridades, Hiraṇyakaśipu satisfizo al Señor Brahmā y obtuvo las bendiciones que deseaba. Al recibir esas bendiciones, su cuerpo, consumido casi por completo, cobró nueva vida, pleno de belleza y con un lustre como el del oro. Sin embargo, seguía albergando sentimientos hostiles contra el Señor Viṣṇu; no podía olvidar que el Señor Viṣṇu había matado a su hermano. Hiraṇyakaśipu extendió sus conquistas en las diez direcciones y en los tres mundos, y sometió a su dominio a todas las entidades vivientes, desde los semidioses a los asuras. Era el señor en todas partes, y dominó incluso la morada de Indra, a quien echó de su trono; así comenzó a disfrutar de la vida rodeado de grandes lujos, enloquecido por su poder. Con excepción del Señor Viṣṇu, el Señor Brahmā y el Señor Śiva, todos los semidioses estaban sometidos a su dominio y le servían; pero, a pesar de todo su poder material, no estaba satisfecho; su vanidad, el orgullo de violar constantemente las regulaciones de los Vedas, se lo impedía. Todos los brāhmaṇas estaban disgustados con él, y le maldijeron con gran determinación. Finalmente, todas las entidades vivientes del universo, representadas por los sabios y semidioses, oraron al Señor Supremo pidiéndole que les liberase de la tiranía de Hiraṇyakaśipu.
El Señor Viṣṇu informó a los semidioses de que tanto ellos como las demás entidades vivientes se verían libres de las terribles condiciones que Hiraṇyakaśipu había creado. Hiraṇyakaśipu oprimía a los semidioses, a los seguidores de los Vedas, a las vacas, a los brāhmaṇas y a las personas religiosas y santas; como además odiaba al Señor Supremo, lo natural es que fuera matado muy pronto. El último abuso de Hiraṇyakaśipu iban a ser los tormentos que impondría a su propio hijo, Prahlāda, que era un mahā-bhāgavata, un vaiṣṇava muy elevado. Ese sería su final. Una vez que la Suprema Personalidad de Dios devolvió la confianza a los semidioses, estos se sintieron satisfechos, sabiendo que pronto llegaría el final de las miserias que Hiraṇyakaśipu les estaba imponiendo.
Por último, Nārada Muni describe las características de Prahlāda Mahārāja, y la envidia que Hiraṇyakaśipu sentía contra aquel hijo, tan lleno de buenas cualidades. De ese modo termina el capítulo.