ES/SB 2.1.29
TEXTO 29
- indrādayo bāhava āhur usrāḥ
- karṇau diśaḥ śrotram amuṣya śabdaḥ
- nāsatya-dasrau paramasya nāse
- ghrāṇo ’sya gandho mukham agnir iddhaḥ
PALABRA POR PALABRA
indra-ādayaḥ—semidioses encabezados por Indra, el rey celestial; bāhavaḥ—brazos; āhuḥ—se llaman; usrāḥ—los semidioses; karṇau—los oídos; diśaḥ—las cuatro direcciones; śrotram—el sentido de la audición; amuṣya—del Señor; śabdaḥ—sonido; nāsatya-dasrau—los semidioses conocidos como los Aśvinī-kumāras; paramasya—del Supremo; nāse—las fosas nasales; ghrāṇaḥ—el sentido del olfato; asya—de Él; gandhaḥ—fragancia; mukham—la boca; agniḥ—fuego; iddhaḥ—ardiente.
TRADUCCIÓN
Sus brazos son los semidioses encabezados por Indra, las diez direcciones son Sus oídos, y el sonido físico es Su sentido de la audición. Sus fosas nasales son los dos aṣvinī-kumāras, y la fragancia material es Su sentido del olfato. Su boca es el ardiente fuego.
SIGNIFICADO
La descripción de la gigantesca forma de la Personalidad de Dios que se hace en el undécimo capítulo del Bhagavad-gītā, se explica adicionalmente aquí, en el Śrīmad-Bhāgavatam. La descripción del Bhagavad-gītā (11.30) dice lo siguiente: «¡Oh, Viṣṇu!, veo que estás devorando a toda la gente con Tus bocas llameantes, y que estás cubriendo todo el universo con Tus rayos inconmensurables. Quemando los mundos, Tú te manifiestas». Así pues, el Śrīmad-Bhāgavatam es el estudio de posgrado para el estudiante del Bhagavad-gītā. Ambos constituyen la ciencia de Kṛṣṇa, la Verdad Absoluta, por lo cual son interdependientes.
La concepción del virāṭ-rūpa, o la forma gigantesca del Señor Supremo, se dice que incluye a todos los semidioses gobernantes, así como también a los seres vivientes gobernados. Hasta la más minúscula parte del ser viviente es controlada por un agente apoderado del Señor. Como los semidioses están incluidos en la gigantesca forma del Señor, el adorar al Señor, ya sea en Su gigantesca concepción material o en Su eterna forma trascendental como el Señor Śrī Kṛṣṇa, también apacigua a los semidioses y a todas las demás partes integrales, tal como el acto de regar la raíz de un árbol les proporciona energía a todas las demás partes del mismo. En consecuencia, la adoración de la gigantesca forma universal del Señor también lleva al materialista a la senda correcta. Uno no tiene que correr el riesgo de equivocarse acudiendo a muchos semidioses para satisfacer diferentes deseos. La verdadera identidad es el propio Señor, y todos los demás son imaginarios, pues únicamente Él lo incluye todo.