ES/SB 7.9.24
TEXTO 24
- tasmād amūs tanu-bhṛtām aham āśiṣo 'jña
- āyuḥ śriyaṁ vibhavam aindriyam āviriñcyāt
- necchāmi te vilulitān uruvikrameṇa
- kālātmanopanaya māṁ nija-bhṛtya-pārśvam
PALABRA POR PALABRA
tasmāt—por lo tanto; amūḥ—todas esas (opulencias); tanu-bhṛtām—en relación con las entidades vivientes que poseen cuerpos materiales; aham—yo; āśiṣaḥ ajñaḥ—conociendo bien los resultados de esas bendiciones; āyuḥ—una vida larga; śriyam—opulencias materiales; vibhavam—influencia y glorias; aindriyam—todas destinadas a la complacencia de los sentidos; āviriñcyāt—comenzando con el Señor Brahmā (hasta la diminuta hormiga); na—no; icchāmi—deseo; te—por Ti; vilulitān—sujeto a un final; uru-vikrameṇa—que eres extraordinariamente poderoso; kāla-ātmanā—como amo del factor tiempo; upanaya—por favor, lleva; mām—a mí; nija-bhṛtya-pārśvam—a la compañía de Tu fiel sirviente, Tu devoto.
TRADUCCIÓN
Mi querido Señor, ahora poseo una experiencia completa acerca de la opulencia mundana, el poder místico, la longevidad y otros placeres materiales de que disfrutan todas las entidades vivientes, desde el Señor Brahmā hasta la hormiga. Todo eso lo destruyes Tú en Tu poderosa forma del tiempo. Por lo tanto, y gracias a mi experiencia, no deseo poseer nada de eso. Mi querido Señor, Te pido que me pongas en contacto con Tu devoto puro y me permitas servirle como un sirviente sincero.
SIGNIFICADO
Del estudio del Śrīmad-Bhāgavatam, y a través de los episodios históricos mencionados en esta gran obra de conocimiento espiritual, todo hombre inteligente puede obtener una experiencia semejante a la de Prahlāda Mahārāja. Siguiendo los pasos de Prahlāda Mahārāja, debemos adquirir una experiencia profunda acerca del carácter perecedero de toda opulencia material. Incluso el cuerpo, al que tratamos de procurar tantos placeres sensuales, puede perecer en cualquier momento. El alma, sin embargo, es eterna. Na hanyate hanyamāne śarīre: El alma no se destruye ni siquiera cuando se destruye el cuerpo. Por lo tanto, el hombre inteligente debe cuidar de la felicidad del alma espiritual, no de la felicidad del cuerpo. Incluso si recibimos cuerpos como los del Señor Brahmā y los otros grandes semidioses, cuya vida es muy larga, también esos cuerpos serán destruidos; por lo tanto, el hombre inteligente debe preocuparse del alma espiritual, que es inmortal.
Para salvarnos, debemos refugiarnos en un devoto puro. Narottama dāsa Ṭhākura, dice, por lo tanto: chāḍiyā vaiṣṇava-sevā nistāra pāyeche kebā: Quien desee salvarse de las embestidas de la naturaleza material, cuya causa es el cuerpo material, debe volverse consciente de Kṛṣṇa y tratar de entender perfectamente a Kṛṣṇa. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (4.9): janma karma ca me divyam evaṁ yo vetti tattvataḥ. Debemos entender a Kṛṣṇa tal y como es, lo cual solo se puede lograr mediante el servicio a un devoto puro. Vemos entonces que Prahlāda Mahārāja ruega al Señor Nṛsiṁhadeva que le ponga en contacto con un devoto o sirviente puro, en lugar de concederle opulencia material. Todo hombre inteligente en el mundo material debe seguir a Prahlāda Mahārāja. Mahājano yena gataḥ sa panthāḥ. Prahlāda Mahārāja no quería disfrutar de la herencia de su padre; prefería ser un sirviente del sirviente del Señor. Prahlāda Mahārāja y los que son estrictos en seguir sus pasos rechazan la civilización humana ilusoria que se esfuerza constantemente por alcanzar la felicidad mediante el progreso material.
Los distintos tipos de opulencia material reciben técnicamente los nombres de bhukti, mukti y siddhi. Bhukti se refiere a gozar de una buena posición, como, por ejemplo, vivir con los semidioses en los sistemas planetarios superiores, donde se puede disfrutar de la complacencia material de los sentidos en grado sumo. Mukti significa estar hastiado del avance material y desear ser uno con el Supremo. Siddhi se refiere a practicar un riguroso sistema de meditación, como los yogīs, para alcanzar ocho tipos de perfección (aṇimā, laghimā, mahimā, etc.). Todos los que desean algún progreso material derivado de bhukti, mukti o siddhi, al cabo del tiempo reciben un castigo y tienen que regresar a las actividades materiales. Prahlāda Mahārāja rechazó todo eso; su único deseo era ocuparse como aprendiz bajo la guía de un devoto puro.