ES/SB 2.4.14
TEXTO 14
- yāvan na jāyeta parāvare ’smin
- viśveśvare draṣṭari bhakti-yogaḥ
- tāvat sthavīyaḥ puruṣasya rūpaṁ
- kriyāvasāne prayataḥ smareta
PALABRA POR PALABRA
yāvat—mientras; na—no; jāyeta—desarrolle; para—trascendental; avare—mundano; asmin—en esta forma de; viśva-īśvare—el Señor de todos los mundos; draṣṭari—al vidente; bhakti-yogaḥ—servicio devocional; tāvat—mientras; sthavīyaḥ—el muy materialista; puruṣasya—del virāṭ-puruṣa; rūpam—forma universal; kriyā-avasāne—al final de los deberes prescritos de uno; prayataḥ—con la debida atención; smareta—se debe recordar.
TRADUCCIÓN
A menos que en el muy materialista se desarrolle un sentido de prestar un servicio amoroso al Señor Supremo, quien es el vidente tanto del mundo trascendental como del material, aquel deberá recordar la forma universal del Señor o meditar en ella, al terminar sus deberes prescritos.
SIGNIFICADO
El Señor Supremo es el vidente de todos los mundos, tanto materiales como trascendentales. En otras palabras, el Señor Supremo es el beneficiario y disfrutador supremo de todos los mundos, tal como se confirma en el Bhagavad-gītā (5.29). El mundo espiritual es la manifestación de Su potencia interna, y el mundo material es la manifestación de Su potencia externa. Las entidades vivientes son, además, Su potencia marginal, y por su propia elección pueden vivir, ya sea en los mundos trascendentales, o en los materiales. El mundo material no es un lugar adecuado para las entidades vivientes, porque estas son uno con el Señor en sentido espiritual, y en el mundo material las entidades vivientes quedan condicionadas por las leyes del mundo material. El Señor quiere que todas las entidades vivientes, quienes son Sus partes integrales, vivan con Él en el mundo trascendental, y para iluminar a las almas condicionadas que están en el mundo material es para lo que existen todos los Vedas y las Escrituras reveladas: expresamente para hacer que las almas condicionadas vuelvan al hogar, de vuelta a Dios. Por desgracia, las entidades vivientes condicionadas, aunque padecen continuamente las tres clases de sufrimientos de la vida condicionada, no están muy interesadas en ir de vuelta a Dios. Ello se debe a su extraviado modo de vida, complicado por pecados y virtudes. Algunas de ellas que son virtuosas por sus obras, comienzan a restablecer la relación que tienen con el Señor y que se ha perdido, pero son incapaces de entender el aspecto personal de Él. El verdadero propósito de la vida es el de ponerse en contacto con el Señor y dedicarse a Su servicio. Esa es la posición natural de las entidades vivientes. Pero a aquellos que son impersonalistas y que son incapaces de prestar algún servicio amoroso al Señor, se ha aconsejado que mediten en Su aspecto impersonal, el virāṭ-rūpa, o la forma universal. De un modo u otro, uno debe tratar de restablecer la relación que tiene con el Señor y que está olvidada, si de alguna manera desea obtener verdadera felicidad en la vida, así como para recobrar su condición natural de ser libre. A los principiantes poco inteligentes, el meditar en el aspecto impersonal, el virāṭ-rūpa, o la forma universal del Señor, los capacitará de a poco para ascender hasta el contacto personal. Aquí se aconseja a uno meditar en el virāṭ-rūpa que se especificó en los capítulos anteriores, a fin de entender cómo los diferentes planetas, mares, montañas, ríos, aves, bestias, seres humanos, semidioses y todo lo que podemos concebir, no son más que diferentes partes y miembros de la forma virāṭ del Señor. Esta manera de pensar también es un tipo de meditación en la Verdad Absoluta y en cuanto esa clase de meditación comienza, se desarrollan en uno las cualidades divinas, y el mundo entero parece ser una residencia feliz y apacible para toda la gente que se halla en él. Sin esa meditación en Dios, o bien personal, o bien impersonal, todas las buenas cualidades del ser humano quedan cubiertas con concepciones erróneas acerca de su posición constitucional, y sin ese conocimiento superior, el mundo entero se vuelve un infierno para el ser humano.