ES/SB 4.24.15

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 15

yad uktaṁ pathi dṛṣṭena
giriśena prasīdatā
tad dhyāyanto japantaś
ca pūjayantaś ca saṁyatāḥ


PALABRA POR PALABRA

yat—eso; uktam—dicho; pathi—en el camino; dṛṣṭena—cuando se encontraron; giriśena—por el Señor Śiva; prasīdatā—que estaba muy satisfecho; tat—esa; dhyāyantaḥ—meditando; japantaḥ ca—también cantando; pūjayantaḥ ca—también adorando; saṁyatāḥ—con gran control.


TRADUCCIÓN

Cuando se fueron del hogar para ejecutar austeridades, los hijos de Prācīnabarhi se encontraron con el Señor Śiva, quien, con gran misericordia, les instruyó acerca de la Verdad Absoluta. Los hijos de Prācīnabarhi meditaron en esas instrucciones, cantándolas y adorándolas con gran cuidado y atención.


SIGNIFICADO

Está claro que para ejecutar austeridades y penitencias, o en general, cualquier otra forma de servicio devocional, es necesaria la guía de un maestro espiritual. Aquí se afirma claramente que el Señor Śiva favoreció a los diez hijos de Mahārāja Prācīnabarhi apareciendo ante ellos, y, con gran bondad, les dio instrucciones acerca de la ejecución de austeridades. De hecho, el Señor Śiva fue el maestro espiritual de los diez hijos, y ellos, sus dicípulos, a su vez, recibieron sus palabras con tanta seriedad que, con solo meditar en esas instrucciones (dhyāyantaḥ), alcanzaron la perfección. Ese es el secreto del éxito. Después de ser iniciado y recibir las órdenes del maestro espiritual, el discípulo debe meditar resueltamente en esas órdenes e instrucciones, y no debe permitir que nada le distraiga de ellas. Ese es también el veredicto de Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura, quien, en su explicación de un verso del Bhagavad-gītā (vyavasāyātmikā buddhir ekeha kuru-nandana, Bg. 2.41), indica que la orden del maestro espiritual es la esencia de la vida del discípulo. El discípulo no debe preocuparse de su regreso al hogar, de vuelta a Dios; su principal ocupación debe ser el cumplimiento de la orden del maestro espiritual. Siempre debe meditar en la orden del maestro espiritual; esa es la perfección de la meditación. No solo debe meditar en esa orden, sino que también debe encontrar los medios para adorarla y ponerla en práctica a la perfección.