ES/SB 7.10 El resumen
Este capítulo narra la desaparición de la Suprema Personalidad de Dios, Nṛsiṁhadeva, después de haber complacido a Prahlāda Mahārāja. También habla de una bendición que otorgó el Señor Śiva.
El Señor Nṛsiṁhadeva quería colmar de bendiciones a Prahlāda Mahārāja, pero este, considerándolas obstáculos en la senda del progreso espiritual, no las aceptó, sino que se entregó por completo a los pies de loto del Señor. Prahlāda dijo: «Aquel que se ocupa en el servicio devocional del Señor, pero ora por la complacencia de sus propios sentidos, no puede ser considerado devoto puro, y ni siquiera devoto. Debe considerársele un simple comerciante dedicado a asuntos de toma y daca. Del mismo modo, un amo que desee complacer a su sirviente después de recibir su servicio no es un verdadero amo». Prahlāda Mahārāja, por lo tanto, no pidió nada a la Suprema Personalidad de Dios; al contrario, dijo que la bendición que deseaba, si el Señor quería bendecirle, era que le garantizase que nunca sería inducido a aceptar bendiciones para complacer deseos materiales. Es muy frecuente ver prácticas de servicio devocional realizadas para satisfacer deseos de disfrute. Tan pronto como esos deseos se despiertan, los sentidos, la mente, la vida, el alma, los principios religiosos, la paciencia, la inteligencia, el pudor, la belleza, la fuerza, la memoria y la veracidad, se arruinan. Solo se puede ofrecer servicio devocional puro cuando la mente está libre de deseos materiales.
La Suprema Personalidad de Dios estaba muy complacido con la devoción pura de Prahlāda Mahārāja y, a pesar de todo, le otorgó una bendición material: sería completamente feliz en este mundo, y viviría su siguiente vida en Vaikuṇṭha. El Señor le dio la bendición de que sería rey del mundo material hasta el final del milenio manvantara, y que, a pesar de vivir en el mundo material, tendría oportunidad de escuchar las glorias del Señor y de depender de Él por completo, ofreciéndole servicio mediante bhaktiyoga libre de contaminación. El Señor aconsejó a Prahlāda que celebrase sacrificios por medio del bhakti-yoga, ya que ese es el deber del rey.
Prahlāda Mahārāja aceptó todo lo que el Señor le había ofrecido, y Le rogó que liberase a su padre. El Señor le respondió asegurándole que en la familia de un devoto puro como él se liberaban, no solo el padre del devoto, sino todos sus antepasados de las veintiuna generaciones anteriores. El Señor también pidió a Prahlāda que celebrase las ceremonias rituales apropiadas para la muerte de su padre.
A continuación, el Señor Brahmā, que también se encontraba presente, ofreció muchas oraciones al Señor, expresándole su gratitud por las bendiciones que había ofrecido a Prahlāda Mahārāja. El Señor aconsejó al Señor Brahmā que no otorgara más bendiciones a los asuras, como había hecho con Hiraṇyakaśipu, pues esas bendiciones son contraproducentes. Después, el Señor Nṛsiṁhadeva desapareció. Ese mismo día, el Señor Brahmā y Śukrācārya coronaron a Prahlāda Mahārāja como rey del mundo.
De este modo, Nārada Muni describió a Mahārāja Yudhiṣṭhira la personalidad de Prahlāda Mahārāja; seguidamente, narró la muerte de Rāvaṇa en manos del Señor Rāmacandra, y la muerte de Śiśupāla y Dantavakra en Dvāpara-yuga. Śiśupāla, por supuesto, se fundió en la existencia del Señor y alcanzó sāyujya-mukti. Nārada Muni alabó a Yudhiṣṭhira Mahārāja señalando que el Señor Supremo, Kṛṣṇa, era el mejor amigo y bienqueriente de los Paṇḍavas, en cuya casa pasaba la mayor parte del tiempo. Por lo tanto, los Paṇḍavas eran más afortunados que Prahlāda Mahārāja.
Después, Nārada Muni explicó que el demonio Maya Dānava había construido Tripura para los demonios, los cuales se volvieron muy poderosos y derrotaron a los semidioses. Ante esa derrota, el Señor Rudra, Śiva, demolió todo Tripura; desde entonces es famoso con el nombre de Tripurāri. Rudra, por esta razón, es muy apreciado y adorado entre los semidioses. Con esa narración finaliza el capítulo.