ES/SB 9.24.57

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 57

na hy asya janmano hetuḥ
karmaṇo vā mahīpate
ātma-māyāṁ vineśasya
parasya draṣṭur ātmanaḥ


PALABRA POR PALABRA

na—no; hi—en verdad; asya—de Él (de la Suprema Personalidad de Dios); janmanaḥ—el advenimiento, es decir, el nacimiento; hetuḥ—no existe causa alguna; karmaṇaḥ—o para actuar; —o; mahīpate—¡oh, rey (Mahārāja Parīkṣit)!; ātma-māyām—Su compasión suprema por las almas caídas; vinā—sin; īśasya—del controlador supremo; parasya—de la Personalidad de Dios, que está más allá del mundo material; draṣṭuḥ—de la Superalma, testigo de las actividades de todos; ātmanaḥ—de la Superalma de todos.


TRADUCCIÓN

¡Oh, rey, Mahārāja Parīkṣit!, el advenimiento, la partida y las actividades del Señor no tienen otra causa que Su deseo personal. Como Superalma, Él lo sabe todo. Por consiguiente, ninguna otra causa puede afectarle, ni siquiera los resultados de las actividades fruitivas.


SIGNIFICADO

Este verso señala la diferencia entre la Suprema Personalidad de Dios y el ser vivo común. El ser vivo común recibe un determinado tipo de cuerpo conforme a sus actividades pasadas (karmaṇā daiva-netreṇa jantur dehopapattaye). El ser vivo no es nunca independiente, y nunca puede aparecer independientemente, sino que se ve forzado a aceptar el cuerpo que māyā le impone en función de su karma pasado. Como se explica en el Bhagavad-gītā (18.61): yantrārūḍhāni māyayā: El cuerpo es una especie de máquina que la energía material crea y ofrece a la entidad viviente bajo la dirección de la Suprema Personalidad de Dios. Por lo tanto, la entidad viviente tiene que aceptar el tipo particular de cuerpo que māyā, la energía material, le entrega en función de su karma. Nadie es independiente para decir: «dame un cuerpo que sea así» o «dame un cuerpo que sea asá», sino que tenemos que aceptar el cuerpo que la energía material nos ofrece, sea cual sea. Esa es la posición del ser vivo común.

Kṛṣṇa, sin embargo, cuando desciende, lo hace por misericordia y compasión hacia las almas caídas. En el Bhagavad-gītā (4.8), el Señor dice:


paritrāṇāya sādhūnāṁ
vināśāya ca duṣkṛtām
dharma-saṁsthāpanārthāya
sambhavāmi yuge yuge


«Para liberar a los piadosos y aniquilar a los malvados, así como para restablecer los principios de la religión, Yo mismo desciendo, milenio tras milenio». El Señor Supremo no adviene porque esté obligado a hacerlo. En verdad, nadie puede forzarle a nada, pues Él es la Suprema Personalidad de Dios. Todos los seres están bajo Su control, pero Él no está bajo el control de nadie. Aquellos necios que, debido a su escaso conocimiento, creen que podemos ser iguales a Kṛṣṇa o volvernos Kṛṣṇa, están absolutamente condenados. Nadie puede ser igual a Kṛṣṇa o superar a Kṛṣṇa. Por esa razón, Kṛṣṇa recibe el calificativo de asamaurdhva. Según el diccionario Viśva-kośa, la palabra māyā se emplea en el sentido de «prestigio falso», así como en el sentido de «compasión». El ser vivo común nace en un cuerpo que es su castigo. Como dice el Señor en el Bhagavadgītā (7.14): daivī hy eṣā guṇamayī mama māyā duratyayā: «Esta energía divina Mía, integrada por las tres modalidades de la naturaleza material, es difícil de superar». Pero cuando Kṛṣṇa viene, la palabra māyā se refiere a Su compasión o misericordia por los devotos y las almas caídas. Por Su potencia, el Señor puede liberar a todos los seres, sean pecaminosos o piadosos.