ES/SB 7.8.52

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 52

śrī-yakṣā ūcuḥ
vayam anucara-mukhyāḥ karmabhis te mano-jñais
ta iha diti-sutena prāpitā vāhakatvam
sa tu jana-paritāpaṁ tat-kṛtaṁ jānatā te
narahara upanītaḥ pañcatāṁ pañca-viṁśa


PALABRA POR PALABRA

śrī-yakṣāḥ ūcuḥ—los habitantes del planeta Yakṣa oraron; vayam—nosotros; anucara-mukhyāḥ—los principales entre Tus muchos sirvientes; karmabhiḥ—con servicios; te—a Ti; mano-jñaiḥ—muy satisfactorios; te—ellos; iha—en este momento; diti-sutena—por Hiraṇyakaśipu, el hijo de Diti; prāpitāḥ—forzados a trabajar de; vāhakatvam—porteadores de palanquín; saḥ—él; tu—pero; jana-paritāpam—la condición miserable de todos; tat-kṛtam—causada por él; jānatā—sabiendo; te—por Ti; nara-hara—¡oh, Señor en la forma de Nṛsiṁha!; upanītaḥ—puesto a; pañcatām—muerte; pañca-viṁśa—¡oh, vigesimoquinto principio! (el controlador de los veinticuatro elementos restantes).


TRADUCCIÓN

Los habitantes de Yakṣaloka oraron: ¡Oh, controlador de los veinticuatro elementos!, los servicios que nosotros realizamos para Ti son siempre de Tu agrado, y por ello se nos considera los mejores sirvientes de Tu Señoría; sin embargo, por orden de Hiraṇyakaśipu, el hijo de Diti, hemos tenido que hacer de porteadores de palanquín. ¡Oh, Señor con la forma de Nṛsiṁhadeva!, sabes que ese demonio causó grandes problemas a todo el mundo, pero ahora le has matado, y su cuerpo se está amalgamando con los cinco elementos materiales.


SIGNIFICADO

El Señor Supremo es el controlador de los diez sentidos, los cinco elementos materiales, los cinco objetos de los sentidos, la mente, la inteligencia, el ego falso y el alma, y, por esa razón, recibe el nombre de pañca-viṁśa, el vigesimoquinto elemento. Aunque a los habitantes del planeta Yakṣa se les considera los mejores sirvientes, Hiraṇyakaśipu les ocupó como porteadores de palanquín. Hiraṇyakaśipu causó grandes trastornos en todo el universo, pero ahora que el cuerpo del demonio se estaba amalgamando con los cinco elementos materiales —tierra, agua, fuego, aire y cielo—, todo el mundo se sentía aliviado. Tras la muerte de Hiraṇyakaśipu, los yakṣas volvieron a ocupar sus puestos originales de sirvientes de la Suprema Personalidad de Dios. Para mostrar su agradecimiento al Señor, Le ofrecieron oraciones.