ES/CC Introducción

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


Recopilada de cinco clases sobre el Śrī Caitanya-caritāmṛta (biografía genuina del Señor Caitanya Mahāprabhu escrita por Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī) en la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna, Nueva York, del 10 al 14 de abril de 1967.

La palabra caitanya significa «fuerza vital», carita significa «carácter», y amṛta significa «inmortal». Nosotros, como entidades vivientes, podemos movernos, pero una mesa no puede hacerlo, porque no posee fuerza vital. El movimiento y la actividad pueden considerarse signos o síntomas de la fuerza vital. De hecho, puede decirse que, sin la fuerza vital, la actividad es imposible. Aunque la fuerza vital está presente en la condición material, esta condición no es amṛta, no es inmortal. Las palabras caitanya-caritāmṛta pueden traducirse como «el carácter de la fuerza vital en la inmortalidad».

Pero, ¿cómo se manifiesta de manera inmortal esa fuerza? No se manifiesta en el hombre, ni en criatura alguna de este universo material, puesto que ninguno de nosotros es inmortal en estos cuerpos. Poseemos la fuerza vital, llevamos a cabo actividades, y somos inmortales por nuestra naturaleza y constitución, pero la condición material en la que se nos ha colocado no permite que se manifieste nuestra inmortalidad. En el Kaṭha Upaniṣad se afirma que la eternidad y la fuerza vital nos pertenecen tanto a nosotros como a Dios. Aunque sea cierto que tanto Dios como nosotros somos inmortales, hay una diferencia. Como entidades vivientes, llevamos a cabo muchas actividades, pero tenemos la tendencia a caer a la naturaleza material. Dios no tiene esta tendencia. Como es todopoderoso, nunca cae bajo el control de la naturaleza material. De hecho, la naturaleza material no es más que una manifestación de Sus energías inconcebibles.

Una analogía nos ayudará a comprender la diferencia entre nosotros y Dios. Desde donde estamos, puede que no veamos más que nubes en el cielo, pero si volamos sobre las nubes, podremos ver la luz del Sol. Desde el cielo, rascacielos y ciudades parecen muy diminutos; del mismo modo, desde el punto de vista de Dios, toda esta creación material es insignificante. La tendencia de la entidad viviente es caer desde las alturas donde todo puede verse en perspectiva. Sin embargo, Dios no tiene esa tendencia. El Señor Supremo no está más sujeto a caer en la ilusión (māyā) de lo que el Sol lo está a caer bajo las nubes. Los filósofos impersonalistas (māyāvādīs) sostienen que tanto la entidad viviente como el mismo Dios están bajo el control de māyā cuando vienen a este mundo material. Ésta es la falacia de su filosofía.

Por lo tanto, no se debe creer que el Señor Caitanya Mahāprabhu es uno de nosotros, puesto que Él es Kṛṣṇa mismo, la entidad viviente suprema, y, como tal, nunca desciende bajo la nube de māyā. Kṛṣṇa, Sus expansiones, e incluso Sus más elevados devotos, jamás caen en las garras de la ilusión. El Señor Caitanya vino a la Tierra sencillamente para predicar kṛṣṇa-bhakti, amor por Kṛṣṇa. En otras palabras, Él es el Señor Kṛṣṇa en persona, que enseña a las entidades vivientes la manera apropiada de dirigirse a Kṛṣṇa. Es como un maestro que, al ver los pobres resultados de un alumno, toma el lápiz y dice: «Hazlo así: A, B, C». Con esto no hay que cometer la tontería de pensar que el maestro está aprendiendo el abecedario. En forma similar, aunque el Señor Caitanya aparece en la guisa de un devoto, no debemos pensar tontamente que Él es un ser humano común; siempre debemos recordar que el Señor Caitanya es Kṛṣṇa mismo, Dios, enseñándonos la manera de volvernos conscientes de Kṛṣṇa, y debemos estudiarle desde este ángulo.

En el Bhagavad-gītā (18.66), el Señor Kṛṣṇa dice: «Abandona todas tus tonterías y entrégate a Mí. Yo te protegeré».

Nuestra reacción es: «¡Oh! ¿que me entregue? ¡Pero si tengo tantas responsabilidades!».

Y māyā, la ilusión, nos dice: «No lo hagas, o estarás fuera de mis garras. Tú quédate en mis garras y yo te daré de patadas».

Es un hecho que māyā nos está pateando constantemente, lo mismo que el asno recibe en la cara las coces de la asna cuando la busca para aparearse. Igualmente, los gatos y los perros están siempre luchando y gimiendo al aparearse. Hasta un elefante de la jungla se ve atrapado al seguir a una hembra amaestrada de su especie que lo conduce a una trampa. Deberíamos aprender observando esas tretas de la naturaleza.

Māyā tiene muchas formas de atraparnos, y su grillete más fuerte es la hembra. Por supuesto que, en realidad, no somos ni macho ni hembra, porque estas designaciones se refieren solamente al atavío exterior, el cuerpo. Realmente todos somos servidores de Kṛṣṇa. Pero en la vida condicionada estamos atados con cadenas de hierro en la forma de mujeres hermosas, de tal manera que el varón está atado por la vida sexual y, por tanto, todo aquel que desee alcanzar la liberación de las garras materiales, debe aprender, ante todo, a controlar el impulso sexual. La sexualidad sin restricciones sitúa a la persona totalmente en las garras de la ilusión. El Señor Caitanya Mahāprabhu renunció oficialmente a esa ilusión a la edad de 24 años, aunque Su esposa tenía 16 y Su madre 70, y aunque Él era el único varón de la familia. A pesar de ser brāhmaṇa y no ser rico, entró en la orden de sannyāsa, la orden de vida de renunciación, y así Se deshizo del enredo familiar.

Si queremos llegar a ser plenamente conscientes de Kṛṣṇa, tenemos que abandonar los grilletes de māyā. O, si permanecemos con māyā, tenemos que vivir de tal manera que no estemos sometidos a la ilusión, como lo hicieron los muchos devotos casados que se contaban entre los más cercanos al Señor Caitanya. Sin embargo, con Sus seguidores que pertenecían a la orden de renuncia, el Señor Caitanya era muy estricto. Incluso llegó a desterrar de Su compañía a Chota Haridāsa, un importante líder de kīrtana, por mirar con lujuria a una mujer. El Señor le dijo: «Estás viviendo conmigo en la orden de renunciación, y aun así estas mirando con lujuria a una mujer». Otros devotos suplicaron al Señor que perdonara a Haridāsa, pero Él respondió: «Todos vosotros podéis perdonarle y vivir con él. Yo viviré sólo». De otra parte, cuando el Señor supo que la esposa de uno de Sus devotos casados estaba embarazada, pidió que dieran al bebé un determinado nombre auspicioso. Así que, mientras que el Señor aprobaba que los casados tuvieran relaciones sexuales reguladas, también era como un rayo con aquellos que, perteneciendo a la orden de renuncia, trataban de engañar usando el método conocido como «tomar agua bajo el agua durante el baño en un día de ayuno». En otras palabras, no toleraba la hipocresía entre Sus seguidores.

En el Caitanya-caritāmṛta aprendemos de qué manera enseñaba el Señor Caitanya a la gente a romper los grilletes de māyā y volverse inmortal. Por eso, como se mencionó anteriormente, la traducción apropiada del título de esta obra podría ser: «El carácter de la fuerza vital en la inmortalidad». La fuerza vital suprema es la Suprema Personalidad de Dios. Él es también la entidad suprema. Hay innumerables entidades vivientes, y todas ellas son individuales. Esto es muy fácil de entender: todos nosotros somos individuales en nuestros pensamientos y deseos, y el Señor Supremo también es una persona individual. Él difiere, sin embargo, en que Él es el líder al que nadie puede superar. Entre las entidades vivientes diminutas, un ser puede superar a otro en una capacidad u otra. Al igual que cada una de estas entidades vivientes diminutas, el Señor es un individuo, pero Él es diferente, porque es el ser individual supremo. Dios es también infalible, y por eso en el Bhagavad-gītā recibe el tratamiento de Acyuta, que significa: «Aquel que nunca cae». Ese nombre es apropiado porque en el Bhagavad-gītā Arjuna cae bajo la influencia de la ilusión, pero Kṛṣṇa no. Kṛṣṇa personalmente revela Su infabilidad cuando le dice a Arjuna: «Cuando desciendo a este mundo, lo hago por medio de Mi propia potencia interna» (BG 4.6).

Así pues, no debemos pensar que Kṛṣṇa está bajo el poder de la potencia material mientras está en el mundo material. Kṛṣṇa y Sus encarnaciones jamás están bajo el control de la naturaleza material. Son totalmente libres. En efecto, el Śrīmad-Bhāgavatam define a aquel que es de naturaleza divina como aquel al que no afectan las modalidades de la naturaleza material aunque esté en la naturaleza material. Si hasta un devoto puede alcanzar esta libertad, ¿qué decir entonces del Señor Supremo?

El verdadero problema es cómo podemos evitar que nos afecte la contaminación material mientras estemos en el mundo material. Śrīla Rūpa Gosvāmī explica que podemos permanecer libres de contaminación mientras estemos en el mundo si hacemos que nuestra ambición sea servir a Kṛṣṇa. A lo que muy bien podría preguntarse: «¿Cómo puedo servir?». No es simplemente una cuestión de meditación, la cual es sólo una actividad de la mente, sino de realizar trabajo práctico para Kṛṣṇa. Para ese trabajo, no debemos dejar de emplear ningún recurso. Todo lo que haya, todo lo que tengamos, debe emplearse para Kṛṣṇa. Podemos emplearlo todo: máquinas de escribir, automóviles, aeroplanos, misiles..., todo. Con sólo hablar de la conciencia de Kṛṣṇa a la gente, ya estamos prestando servicio. Si nuestra mente, nuestros sentidos, palabras, dinero y energías están al servicio de Kṛṣṇa, y no estamos en la naturaleza material. En virtud de la conciencia espiritual, o conciencia de Kṛṣṇa, trascendemos el nivel de la naturaleza material. Es un hecho que Kṛṣṇa, Sus expansiones y Sus devotos, es decir, aquellos que trabajan para Él, no están en la naturaleza material, a pesar de que la gente que tiene una base débil de conocimiento crea que sí están en ella.

El Caitanya-caritāmṛta enseña que el alma espiritual es inmortal, y que nuestras actividades en el mundo espiritual también lo son. Los māyāvādīs, que sostienen que el Absoluto es impersonal y sin forma, afirman que un alma autorrealizada no tiene necesidad de hablar. Pero los vaiṣṇavas, los devotos de Kṛṣṇa, afirman que, cuando se alcanza el nivel de la comprensión espiritual, es cuando se comienza a hablar realmente. «Antes sólo decíamos cosas sin sentido —dice el vaiṣṇava—. Ahora comencemos a hablar de verdad, a hablar de Kṛṣṇa.» Para apoyar su punto de vista de que las almas autorrealizadas guardan silencio, a los māyāvādīs les gusta servirse del ejemplo del cántaro de agua, diciendo que cuando un cántaro está vacío es cuando suena, pero que, si se llena, no suena. Pero, ¿es que nosotros somos cántaros? ¿Cómo podemos compararnos con ellos? Una buena analogía utiliza tantas semejanzas entre dos objetos como sea posible. Un cántaro de agua no es una fuerza vital activa, pero nosotros sí lo somos. La meditación en silencio permanente puede ser adecuada para un cántaro de agua, pero no para nosotros. En efecto, cuando un devoto comprende lo mucho que tiene que decir sobre Kṛṣṇa, las veinticuatro horas del día no bastan. Es al necio a quien se alaba mientras no habla, porque, cuando rompe su silencio, se descubre su falta de conocimiento. El Caitanya-caritāmṛta muestra que hay muchas cosas maravillosas que descubrir glorificando al Supremo.

Al comienzo del Caitanya-caritāmṛta, Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī escribe: «Ofrezco mis respetos a mis maestros espirituales». Emplea aquí el plural para indicar la sucesión discipular. Ofrece reverencias, no sólo a su maestro espiritual, sino a todo el paramparā, la cadena de sucesión discipular que comienza con el propio Señor Kṛṣṇa. Así pues, el autor se dirige al guru en plural para mostrar su más profundo respeto hacia sus maestros espirituales predecesores. Después de ofrecer reverencias a la sucesión discipular, el autor ofrece reverencias a todos los demás devotos, al Señor, a Sus encarnaciones, a las expansiones de Dios y a la manifestación de la energía interna de Kṛṣṇa. El Señor Caitanya Mahāprabhu, llamado a veces Kṛṣṇa Caitanya, es la personificación de todos ellos: Él es Dios, el guru, el devoto, la encarnación, la energía interna y la expansión de Dios. En la forma de Su compañero Nityānanda, Él es la primera expansión de Dios; como Advaita, Él es una encarnación; como Gadādhara, es la potencia interna; y como Śrīvāsa, es la entidad viviente marginal haciendo el papel de devoto. De manera que no debemos pensar que Kṛṣṇa está solo, sino que debemos considerar que existe eternamente con todas Sus manifestaciones, como lo describe Rāmānujācārya. En la filosofía viśiṣṭādvaita, las energías de Dios, Sus expansiones y Sus encarnaciones se consideran como la unidad en la diversidad. Es decir, Dios no está separado de ellas: su conjunto es Dios.

En realidad, el Caitanya-caritāmṛta no se dirige al novicio, ya que encierra el estudio superior de conocimiento espiritual. Idealmente, se comienza por el Bhagavad-gītā y se avanza con el Śrīmad-Bhāgavatam hasta el Caitanya-caritāmṛta. Aunque todas esas grandes Escrituras tienen el mismo nivel absoluto, para un estudio comparativo, el Caitanya-caritāmṛta es la de más alto nivel. Cada uno de sus versos está perfectamente compuesto.

En el segundo verso del Caitanya-caritāmṛta, el autor ofrece reverencias al Señor Caitanya y al Señor Nityānanda. Los compara al Sol y la Luna, porque Ellos disipan las tinieblas del mundo material. En este caso, el Sol y la Luna han salido juntos en el horizonte.

En el mundo occidental, donde las glorias del Señor Caitanya son relativamente desconocidas, cabría preguntarse: «¿Quién es Kṛṣṇa Caitanya?». El autor del Caitanya-caritāmṛta, Śrīla Kṛṣṇadāsa Kavirāja, responde a esta pregunta en el tercer verso de este libro. En general, en los Upaniṣads se describe a la Suprema Verdad Absoluta de una manera impersonal, pero el aspecto personal de la Verdad Absoluta se menciona en el Īśopaniṣad, en el que encontramos el siguiente verso:

hiraṇmayena pātreṇa
satyasyāpihitaṁ mukham
tat tvaṁ pūṣann apāvṛṇu
satya-dharmāya dṛṣṭaye

«¡Oh, mi Señor, sustentador de todo lo que vive! Tu rostro verdadero está cubierto por Tu refulgencia deslumbrante. Dígnate retirar ese velo y muéstrate a Tu devoto puro.» (Śrī Īśopaniṣad 15)

Los impersonalistas no tienen el poder de ir más allá de la refulgencia de Dios y llegar a la Personalidad de Dios, de la cual esa refulgencia emana. El Īśopaniṣad es un himno a esa Personalidad de Dios. No es que se niegue el Brahman impersonal; también se describe, pero el verso revela que ese Brahman es la brillante refulgencia del cuerpo del Señor Kṛṣṇa. Y el Caitanya-caritāmṛta nos explica que el Señor Caitanya es el propio Kṛṣṇa. Es decir, que Śrī Kṛṣṇa Caitanya es la base del Brahman impersonal. Paramātmā, la Súperalma, que está presente en el corazón de toda entidad viviente y en cada átomo del universo, no es más que la representación parcial del Señor Caitanya. Por tanto, Śrī Kṛṣṇa Caitanya, siendo como es la base del Brahman y de la omnipresente Paramātmā, es la Suprema Personalidad de Dios. Como tal, está colmado de seis opulencias: riqueza, fama, fuerza, belleza, conocimiento y renunciación. En resumen, debemos saber que Él es Kṛṣṇa, Dios, y que nada es igual ni más grande que Él. No puede concebirse nada superior. Él es la Persona Suprema.

Śrīla Rūpa Gosvāmī, un devoto íntimo a quien el Señor Caitanya instruyó durante más de diez días, escribió:

namo mahā-vadānyāya
kṛṣṇa-prema-pradāya te
kṛṣṇāya kṛṣṇa-caitanya-
nāmne gaura-tviṣe namaḥ

«Ofrezco reverencias respetuosas al Supremo Señor Śrī Kṛṣṇa Caitanya, que es más magnánimo que ningún otro avatāra, incluso que el propio Kṛṣṇa, porque otorga, sin hacer diferencias y sin pedir nada a cambio, lo que nadie más ha dado nunca: el amor puro por Kṛṣṇa».

Las enseñanzas del Señor Caitanya comienzan a partir de la entrega a Kṛṣṇa. Él no sigue el camino del karma-yoga o el jñāna-yoga o el haṭha-yoga, sino que empieza al final de la existencia material, en el punto en que se abandona todo apego material. En el Bhagavad-gītā, Kṛṣṇa comienza Sus enseñanzas con la distinción entre el alma y la materia, y en el Capítulo Decimoctavo concluye donde el alma se entrega a Él con devoción. Los māyāvādīs terminarían la conversación al llegar a ese punto, pero es ahí donde comienza la verdadera exposición. Como dice el Vedānta-sūtra en el mismo comienzo: athāto brahma-jijñāsā: «Ahora comencemos a inquirir sobre la Suprema Verdad Absoluta». Rūpa Gosvāmī alaba pues al Señor Caitanya como a la más munificente de todas las encarnaciones, porque Él da el mayor don, al enseñar la forma más elevada de servicio devocional. Dicho de otra manera, Él responde a las preguntas más importantes que nadie pueda hacer.

Hay diferentes etapas en el servicio devocional y en la comprensión de Dios. Hablando estrictamente, cualquiera que acepte la existencia de Dios está situado en el servicio devocional. Reconocer que Dios es grande ya es algo, pero no mucho. El Señor Caitanya, al predicar como un ācārya o gran maestro, enseñó que podemos establecer una relación con Dios y que podemos llegar a ser realmente Sus amigos, Sus padres o Sus amantes. En el Bhagavad-gītā, Kṛṣṇa mostró a Arjuna Su forma universal porque Arjuna era Su amigo muy querido. Sin embargo, al ver a Kṛṣṇa como el Señor de los universos, Arjuna Le rogó que perdonara la familiaridad de su amistad. El Señor Caitanya va más allá que todo esto. A través del Señor Caitanya, podemos llegar a ser amigos de Kṛṣṇa, y esa amistad no tendrá límites. Podemos llegar a ser amigos de Kṛṣṇa, no con temor o adoración, sino en completa libertad. Podemos incluso relacionarnos con Dios como padres o madres. Ésta no es solamente la filosofía del Caitanya-caritāmṛta, sino también la del Śrīmad-Bhāgavatam. No hay otras Escrituras en el mundo en las que se trate a Dios como hijo de un devoto. Generalmente se considera a Dios como padre todopoderoso que proporciona lo que Le piden Sus hijos. En su servicio devocional, los grandes devotos, sin embargo, tratan a veces a Dios como a un hijo. El hijo pide, y el padre y la madre proveen, y al proveer a Kṛṣṇa, el devoto llega a ser como un padre o una madre. En lugar de recibir de Dios, nosotros damos a Dios. Fue en esta relación que Yaśodā, la madre de Kṛṣṇa, dijo al Señor: «Vamos, come esto o Te morirás. Come bien». De esta manera, Kṛṣṇa, a pesar de ser el propietario de todo, depende de la misericordia de Su devoto. Éste es un alto grado de amistad único, en el cual el devoto cree realmente ser el padre o la madre de Kṛṣṇa.

Sin embargo, el mayor don del Señor Caitanya fue Su enseñanza de que puede tratarse a Kṛṣṇa como amante. En esa relación, el Señor Se apega tanto a Su devoto que expresa Su incapacidad de corresponder. Kṛṣṇa estaba tan agradecido a las gopīs, las pastorcillas de vacas de Vṛndāvana, que Se sentía incapaz de corresponder su amor. «No puedo corresponder vuestro amor —les dijo—. Ya no puedo ofreceros nada más.» El Señor Caitanya Mahāprabhu trajo el servicio devocional en ese nivel más elevado del amor entre amante y amado, ese nivel más excelso que ninguna encarnación o ācārya anteriores jamás había entregado. Por eso Kṛṣṇadāsa Kavirāja, citando a Śrīla Rūpa Gosvāmī, escribe en el cuarto verso de este libro: «El Señor Caitanya es Kṛṣṇa con tez amarilla, y es Śacīnandana, el hijo de madre Śacī. Él es la encarnación más magnánima, porque vino a entregar a todo el mundo kṛṣṇa-prema, amor puro por Kṛṣṇa. Que todos vosotros podáis tenerlo siempre en vuestro corazón. A través de Él, os será muy fácil comprender a Kṛṣṇa.

Hemos oído con frecuencia la expresión «amor por Dios». En la filosofía vaiṣṇava puede aprenderse hasta dónde es posible cultivar ese amor por Dios. El conocimiento teórico del amor por Dios se puede encontrar en muchos lugares y en muchas Escrituras, pero lo que es realmente ese amor por Dios y cómo se cultiva puede encontrarse en las Escrituras vaiṣṇavas. Es el singular y sumamente elevado nivel de amor por Dios que enseña Caitanya Mahāprabhu.

Incluso en el mundo material se puede tener un poco de sentido del amor. ¿Cómo es posible? Debido a la presencia de nuestro amor original por Dios. Todo lo que encontremos en nuestra experiencia en esta vida condicionada está situado en el Señor Supremo, que es la fuente original de todo. En nuestra relación original con el Señor Supremo hay amor verdadero, y ese amor se refleja de manera desvirtuada en la condición material. Nuestro amor real es continuo y sin fin, pero, como se refleja desvirtuado, en este mundo material no tiene continuidad y es embriagador. Si queremos amor auténtico y trascendental, debemos transferir nuestro amor al objeto supremo de amor: Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios. Éste es el principio básico de la conciencia de Kṛṣṇa.

En el estado de conciencia material tratamos de amar lo que no merece amor en absoluto. Damos nuestro amor a gatos y perros, con el riesgo de que en el momento de la muerte podamos pensar en ellos y, en consecuencia, nacer en una familia de gatos o perros. Nuestra conciencia al momento de morir determina nuestra próxima vida. Ésa es una de las razones de que en las Escrituras védicas se enfatice la castidad de la mujer: si una mujer está muy apegada a su esposo, en el momento de la muerte pensará en él, y en la próxima vida será elevada a un cuerpo de hombre. Por lo general, la vida de un hombre es mejor que la de una mujer, porque normalmente tiene mejores oportunidades para la comprensión de la ciencia espiritual.

Pero el proceso de conciencia de Kṛṣṇa es tan hermoso que no hace diferencia entre hombres y mujeres. En el Bhagavad-gītā (9,32), el Señor Kṛṣṇa dice: «Quienquiera que se refugie en Mí —ya sea mujer, śūdra, vaiśya o cualquier otra persona de nacimiento inferior—, es seguro que alcanzará Mi compañía». Así lo garantiza Kṛṣṇa.

Caitanya Mahāprabhu nos dice que en todo país y en toda Escritura hay una alusión al amor por Dios. Pero nadie sabe lo que es en realidad el amor por Dios. Las Escrituras védicas, sin embargo, son diferentes en el hecho de que pueden dirigir a la persona por el camino apropiado para amar a Dios. Otras Escrituras no informan de cómo puede amarse a Dios, ni tampoco definen o describen realmente qué o quién es Dios en realidad. Aunque de un modo oficial promueven el amor por Dios, no saben cómo llevarlo a cabo. Pero Caitanya Mahāprabhu hace una demostración práctica de cómo amar a Dios en una relación conyugal. Haciendo el papel de Śrīmatī Rādhārāṇī, Caitanya Mahāprabhu trató de amar a Kṛṣṇa como Rādhārāṇī Le amó. A Kṛṣṇa siempre Le sorprendió el amor de Rādhārāṇī. «¿Cómo Me da tanto placer Rādhārāṇī?», Se preguntaba. Para estudiar a Rādhārāṇī, Kṛṣṇa desempeñó el papel de Ésta y trató de comprenderse a Sí mismo. Éste es el secreto de la encarnación del Señor Caitanya. Caitanya Mahāprabhu es Kṛṣṇa, pero Él ha asumido los sentimientos y el papel de Rādhārāṇī para mostrarnos cómo amar a Kṛṣṇa. Por eso, el autor escribe en el quinto verso: «Ofrezco respetuosas reverencias al Señor Supremo, que está absorto pensando en Rādhārāṇī».

Esto suscita la cuestión de quién es Śrīmatī Rādhārāṇī y qué es Rādhā-Kṛṣṇa. En realidad, Rādhā-Kṛṣṇa es el intercambio de amor; pero no un amor ordinario. Kṛṣṇa posee potencias inmensas, de las cuales hay tres que son principales: la potencia interna, la potencia externa y la potencia marginal. En la potencia interna hay tres divisiones: samvit, hlādinī y sandhinī. La potencia hlādinī es la potencia de placer de Kṛṣṇa. Toda entidad viviente tiene esa potencia de buscar el placer, porque todos los seres tratan de experimentarlo. Ésta es la esencia misma de la entidad viviente. Ahora estamos tratando de gozar de nuestra potencia de placer por medio del cuerpo, en la condición material. Por medio del contacto corporal, tratamos de obtener placer de los objetos de los sentidos materiales. Pero no debemos albergar la absurda idea de que Kṛṣṇa, que es siempre espiritual, busca también el placer en este plano material. Kṛṣṇa describe el universo material en el Bhagavad-gītā como un lugar no permanente, lleno de miserias. ¿Por qué entonces habría Él de buscar placer en la materia? Él es la Súperalma, el espíritu supremo, y Su placer está más allá de todo concepto material.

Para aprender la manera en que Kṛṣṇa obtiene placer, debemos estudiar los primeros nueve cantos del Śrīmad-Bhāgavatam, y luego estudiar el Décimo Canto, en el que la potencia de placer de Kṛṣṇa se manifiesta en Sus pasatiempos con Rādhārāṇī y las doncellas de Vraja. Por desgracia, la gente sin inteligencia comienza directamente la lectura por los juegos de Kṛṣṇa en el Daśama-skandha, el Canto Décimo. Los abrazos de Kṛṣṇa a Rādhārāṇī, o Su danza rāsa con las pastorcillas de vacas, no los suele comprender el hombre común, que considera estos pasatiempos desde el ángulo de la lujuria mundana. Piensa tontamente que Kṛṣṇa es como él, y que abraza a las gopīs del mismo modo que un hombre común abraza a una muchacha. Así, algunos se interesan por Kṛṣṇa creyendo que Su religión permite entregarse al apetito sexual. Eso no es kṛṣṇa-bhakti, amor por Kṛṣṇa, sino prākṛta-sahajiyā, lujuria materialista.

Para evitar tales errores, debemos comprender lo que es Rādhā-Kṛṣṇa realmente. Rādhā y Kṛṣṇa manifiestan Sus pasatiempos mediante la energía interna de Kṛṣṇa. La potencia de placer de la energía interna de Kṛṣṇa es un tema sumamente difícil y, a menos de comprender lo que es Kṛṣṇa, no se puede entender. Kṛṣṇa no obtiene placer alguno en este mundo material, sino que tiene una potencia de placer. Puesto que somos partes integrales de Kṛṣṇa, la potencia de placer también está en nosotros, pero nosotros tratamos de manifestar esa potencia de placer en la materia. Kṛṣṇa, por el contrario, no hace tan vana tentativa. El objeto de la potencia de placer de Kṛṣṇa es Rādhārāṇī; Kṛṣṇa manifiesta Su potencia en la forma de Rādhārāṇī, y entonces establece una relación de amor con Ella. Es decir, Kṛṣṇa no obtiene placer en esta energía externa, sino que muestra Su energía interna, Su potencia de placer, en la forma de Rādhārāṇī, y entonces disfruta con Ella. Así, Kṛṣṇa Se manifiesta como Rādhārāṇī para disfrutar de Su potencia interna de placer. De las muchas extensiones, expansiones y encarnaciones del Señor, esa potencia de placer es la primera y principal.

No es que Rādhārāṇī esté separada de Kṛṣṇa. Rādhārāṇī también es Kṛṣṇa, porque no hay diferencia entre la energía y la fuente de energía. Sin energía, no hay sentido para la fuente de energía, y sin fuente de energía, no hay energía. Igualmente, sin Rādhā no hay sentido para Kṛṣṇa, y sin Kṛṣṇa no hay sentido para Rādhā. Por eso, la filosofía vaiṣṇava, ante todo, ofrece reverencias y adora a la potencia interna de placer del Señor Supremo. Así pues, el Señor y Su potencia reciben siempre el tratamiento de Rādhā-Kṛṣṇa. Del mismo modo, aquellos que adoran a Nārāyaṇa, enuncian primero el nombre de Lakṣmī en la forma de Lakṣmī-Nārāyaṇa. También los que adoran al Señor Rāma enuncian primeramente el nombre de Sītā. En todo caso —Sītā-Rāma, Rādhā-Kṛṣṇa, Lakṣmī-Nārāyaṇa—, la potencia siempre se enuncia primero.

Rādhā y Kṛṣṇa son uno, y cuando Kṛṣṇa desea el placer, Se manifiesta como Rādhārāṇī. El intercambio espiritual de amor entre Rādhā y Kṛṣṇa es la manifestación de la potencia interna de placer de Kṛṣṇa. Aunque decimos «cuando» Kṛṣṇa desea, no podemos precisar cuándo Él deseó realmente. Hablamos de esta forma sólo porque en la vida condicionada asumimos que todo tiene un comienzo; sin embargo, en la vida espiritual todo es absoluto, y por lo tanto no hay ni comienzo ni fin. Pero, para comprender que Rādhā y Kṛṣṇa son uno y que también Se dividen, la pregunta «¿cuándo?» aparece en la mente en el acto. Cuando Kṛṣṇa deseó gozar de Su potencia de placer, Se manifestó en la forma separada de Rādhārāṇī, y cuando quiso comprenderse a Sí mismo a través de Rādhā, Se unió a Rādhārāṇī, y esa unificación recibe el nombre del Señor Caitanya. Śrīla Kṛṣṇadāsa Kavirāja explica todo esto en el quinto verso del Caitanya-caritāmṛta.

En el siguiente verso el autor explica más ampliamente por qué adoptó Kṛṣṇa la forma de Caitanya Mahāprabhu. Kṛṣṇa deseaba conocer la gloria del amor de Rādhā. «¿Por qué Me ama tanto? —preguntaba Kṛṣṇa—. ¿Qué cualidad especial Mía Le atrae tanto? ¿Y cuál es la manera real que tiene de amarme?» Parece extraño que Kṛṣṇa, en tanto que Supremo, pueda sentirse atraído por el amor de alguien. Un hombre busca el amor de una mujer porque es imperfecto, carece de algo. El amor de una mujer, ese placer y potencia, está ausente del hombre, y por tanto él necesita a la mujer. Pero no es éste el caso de Kṛṣṇa, que está completo en Sí mismo. Por eso expresó Kṛṣṇa Su sorpresa: «¿Por qué Me siento atraído por Rādhārāṇī? Y cuando Rādhārāṇī siente Mi amor, ¿qué siente realmente?». Para saborear la esencia de ese intercambio de amor, Kṛṣṇa apareció igual que la Luna aparece en el horizonte del mar. Así como la Luna se produjo al batir el océano, al batir las relaciones de amor espiritual apareció la luna de Caitanya Mahāprabhu. Y en efecto, la tez de Caitanya era dorada, justo como el brillo de la luna. Aunque este lenguaje sea figurativo, transmite el sentido que se esconde tras el advenimiento de Caitanya Mahāprabhu. El significado de Su advenimiento se explica en detalle en capítulos ulteriores.

Después de ofrecer sus respetos al Señor Caitanya, Kṛṣṇadāsa Kavirāja comienza a ofrecer sus respetos al Señor Nityānanda en el séptimo verso del Caitanya-caritāmṛta. El autor explica que el Señor Nityānanda es Balarāma, el cual es el origen de Maḥa-Viṣṇu. La primera expansión de Kṛṣṇa es Balarāma, y una porción de Éste Se manifiesta en la forma de Saṅkarṣāna, quien a Su vez Se expande en la forma de Pradyumna. Así tienen lugar muchas expansiones. Aunque hay muchas expansiones, el origen de todas ellas es el Señor Kṛṣṇa, como se confirma en el Brahma-saṁhitā. Él es como la llama original con la que se encienden muchos miles y millones de otras llamas. Cualquiera que sea el número de llamas que se pueda encender, la llama original conserva su identidad como origen. De este modo, Kṛṣṇa Se expande en muchas formas, y todas esas expansiones se llaman viṣṇu-tattva. Viṣṇu es una gran luz, y nosotros somos luces pequeñas, pero todos somos expansiones de Kṛṣṇa.

Cuando se hace necesario crear el universo material, Viṣṇu Se expande en la forma de Mahā-Viṣṇu. Mahā-Viṣṇu yace sobre el océano Causal y exhala todos los universos por Sus fosas nasales. De manera que de Mahā-Viṣṇu y del océano Causal brotan todos los universos, y todos esos universos, incluido el nuestro, flotan en el océano Causal. Según cuenta la historia de Vāmana, cuando Él dio tres pasos, Su pie atravesó la cubierta de este universo, y por la abertura que se produjo, fluyó agua del océano Causal. Se dice que aquella corriente se convirtió en el Ganges, por lo que ese río se considera la sumamente sagrada agua de Viṣṇu y es adorado por todos los hindúes, desde los Himalayas hasta la bahía de Bengala.

Mahā-Viṣṇu es, en realidad, una expansión de Balarāma, que es la primera expansión de Kṛṣṇa, y que en los pasatiempos de Vṛndāvana es hermano de Kṛṣṇa. En el mahā-mantra —Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/ Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare—, la palabra «Rāma» se refiere a Balarāma. Puesto que el Señor Nityānanda es Balarāma, «Rāma» se refiere también al Señor Nityānanda. De esta manera, Hare Kṛṣṇa, Hare Rāma van dirigidos no sólo a Kṛṣṇa y a Balarāma, sino también al Señor Caitanya y al Señor Nityānanda.

El tema del Caitanya-caritāmṛta trata principalmente de lo que hay tras esta creación material. La expansión material cósmica se llama māyā, ilusión, porque no tiene existencia eterna. Como a veces está manifestada y a veces no, se considera ilusoria. Pero tras esta manifestación temporal hay una naturaleza más elevada, como se indica en el Bhagavad-gītā (8.20):

paras tasmāt tu bhāvo ’nyo
’vyakto ’vyaktāt sanātanaḥ
yaḥ sa sarveṣu bhūteṣu
naśyatsu na vinaśyati

«Sin embargo, existe otra naturaleza no manifiesta que es eterna y que es trascendental a esta materia manifestada y no manifestada. Es suprema y nunca es aniquilada. Cuando todo en este mundo es aniquilado, esa parte permanece tal como es». El mundo material tiene un estado manifestado (vyakta) y un estado potencial no manifestado (avyakta). La naturaleza suprema está más allá de la naturaleza material manifestada y no manifestada. Esa naturaleza superior puede comprenderse como la fuerza vital que está presente en los cuerpos de todas las criaturas vivientes. El cuerpo mismo está compuesto de una naturaleza inferior, la materia, pero es la naturaleza superior lo que mueve el cuerpo. El síntoma de esa naturaleza superior es la conciencia. De manera que, en el mundo espiritual, en el que todo está compuesto de naturaleza superior, todo es consciente. En el mundo material hay objetos inanimados que no son conscientes, pero en el mundo espiritual nada es inanimado. Allí, una mesa es consciente, la tierra es consciente, los árboles son conscientes: todo es consciente.

No es posible imaginar hasta dónde se extiende esta manifestación material. En el mundo material, todo está calculado por la imaginación o por algún método imperfecto, pero las Escrituras védicas dan información real sobre lo que yace más allá del universo material. Puesto que no es posible obtener información de aquello que está más allá de la naturaleza material por medios experimentales, aquellos que creen solamente en el conocimiento experimental quizá duden de las conclusiones védicas, porque no pueden calcular siquiera hasta dónde se extiende este universo, ni pueden ir muy lejos en el universo mismo. Lo que está más allá de nuestra capacidad de concebir se llama acintya, inconcebible. Es inútil especular o discutir sobre lo inconcebible. Si algo es verdaderamente inconcebible, no está sujeto a especulación ni experimentación. Nuestra energía es limitada, como lo es nuestro sentido de percepción; por eso debemos confiar en las conclusiones védicas referentes a aquello que es inconcebible. El conocimiento de la naturaleza superior debe, simplemente, aceptarse sin discusión. ¿Cómo es posible discutir sobre algo a lo cual no tenemos acceso? El método para comprender temas trascendentales nos lo da el propio Señor Kṛṣṇa en la Bhagavad-gītā, cuando, al hablar a Arjuna al comienzo del Capítulo Cuarto, dice:

imaṁ vivasvate yogaṁ
aham avyayam
vivasvān manave prāha 
manur ikṣvākave ’bravīt

«Yo enseñé esta ciencia imperecedera del yoga al dios del Sol, Vivasvān, y Vivasvān se la enseñó a Manu, el padre de la humanidad, y Manu, a su vez, se la enseñó a Ikṣvāku». (BG 4.1)

Ése es el método del paramparā, la sucesión discipular. Igualmente, el Śrīmad-Bhāgavatam explica que Kṛṣṇa infundió el conocimiento en el corazón de Brahmā, el primer ser creado en el universo. Brahmā impartió aquellas lecciones a su discípulo Nārada, y Nārada impartió aquel conocimiento a su discípulo Vyāsadeva. Vyāsadeva lo impartió a Madhvācārya, y de Madhvācārya el conocimiento descendió hasta Mādhavendra Purī, y luego a Īśvara Purī, y de él a Caitanya Mahāprabhu.

Cabría preguntarse que, si Caitanya Mahāprabhu es Kṛṣṇa, ¿por qué necesitaba un maestro espiritual? Por supuesto que Él no necesitaba un maestro espiritual, pero, puesto que estaba desempeñando el papel de ācārya (el que enseña con el ejemplo), aceptó un maestro espiritual. Hasta el mismo Kṛṣṇa aceptó un maestro espiritual, porque ése es el sistema. De esta manera, el Señor establece el ejemplo para los hombres. Pero no debemos creer que el Señor acepta un maestro espiritual porque tiene necesidad de conocimiento, sino que sencillamente enfatiza la importancia de aceptar la sucesión discipular. El conocimiento que se enseña en la sucesión discipular viene realmente del Señor mismo y, si sigue transmitiéndose sin interrupción, es perfecto. Aunque quizá no estemos en contacto con la personalidad original que impartió el conocimiento primeramente, podemos recibir ese mismo conocimiento mediante este método de transmisión. En el Śrīmad-Bhāgavatam se afirma que Kṛṣṇa, la Verdad Absoluta, la Personalidad de Dios, transmitió el conocimiento trascendental al corazón de Brahmā. Luego ésta es una manera de recibir el conocimiento: por el corazón. Es decir, que hay dos medios por los cuales puede recibirse conocimiento. Uno depende directamente de la Suprema Personalidad de Dios, que está situado como Súperalma dentro del corazón de toda entidad viviente, y el otro depende del guru o maestro espiritual, que es una expansión de Kṛṣṇa. Así pues, Kṛṣṇa transmite información tanto desde el interior como desde el exterior. Nosotros no tenemos más que recibirlo. Y si el conocimiento se recibe de ese modo, poco importa si es inconcebible o no.

En el Śrīmad-Bhāgavatam hay gran cantidad de información sobre los sistemas planetarios Vaikuṇṭhas, que están más allá del universo material. Igualmente, en el Caitanya-caritāmṛta hay gran cantidad de información inconcebible. Toda tentativa de llegar a esa información por el conocimiento experimental es imposible. Sencillamente, ha de aceptarse el conocimiento. Según el método védico, śabda, el sonido trascendental, se considera evidencia. El sonido es muy importante para la comprensión védica, porque, si es puro, se acepta como autoridad. También en el mundo material aceptamos gran cantidad de información que llega desde miles de kilómetros por teléfono o radio. De esta manera, también aceptamos el sonido como evidencia en nuestra vida diaria. Aunque no vemos al informador, aceptamos su información como válida sobre la base del sonido. La vibración sonora es, pues, muy importante en la transmisión del conocimiento védico.

Los Vedas nos informan que más allá de esta manifestación cósmica hay extensos planetas en el cielo espiritual. Esta manifestación material se considera solamente una pequeña fracción de la creación total. La manifestación material incluye no sólo este universo, sino un sinnúmero de ellos, pero todos los universos materiales reunidos constituyen sólo una cuarta parte de la creación total. Las tres cuartas partes restantes están situadas en el cielo espiritual, en el que flotan innumerables planetas, que se llaman Vaikuṇṭhalokas. En cada Vaikuṇṭhaloka rige Nārāyaṇa con Sus cuatro expansiones: Saṅkarṣaṇa, Pradyumna, Aniruddha y Vāsudeva. Kṛṣṇadāsa Kavirāja, en el octavo verso del Caitanya-caritāmṛta, afirma que ese Saṅkarsaṇa es el Señor Nityānanda.

Como ya se ha dicho, los universos materiales son manifestados por el Señor en la forma de Mahā-Viṣṇu. Así como marido y mujer se unen para tener descendencia, Mahā-Visnu Se une a Su esposa Māyā, la naturaleza material. Así lo confirma el Bhagavad-gītā (14.4), en la que afirma Kṛṣṇa:

sarva-yoniṣu kaunteya
mūrtayaḥ sambhavanti yāḥ
tāsāṁ brahma mahad yonir
ahaṁ bīja-pradaḥ pitā

«Has de saber, ¡oh, hijo de Kuntī!, que todas las especies de vida apare­cen mediante su nacimiento en esta naturaleza material, y que Yo soy el padre que aporta la simiente».

Viṣṇu fecunda a Māyā, la naturaleza material, sólo con mirarla. Ése es el método espiritual. Materialmente, estamos limitados a fecundar sólo mediante una parte determinada de nuestro cuerpo, pero el Señor Supremo, Kṛṣṇa o Mahā-Viṣṇu, puede fecundar mediante cualquier parte. Sólo con la mirada; el Señor puede engendrar incontables entidades vivientes en el seno de la naturaleza material. EL Brahma-saṁhitā confirma que el cuerpo espiritual del Señor Supremo es tan poderoso que cualquiera de sus partes puede desempeñar las funciones de cualquier otra. Nosotros sólo podemos tocar con las manos o con la piel, pero Kṛṣṇa puede tocar con sólo mirar. Nosotros, con los ojos, solamente podemos ver; no podemos tocar ni oler con ellos. Sin embargo, Kṛṣṇa puede oler y también comer con Sus ojos. Cuando ofrecemos ali­mentos a Kṛṣṇa, nosotros no Le vemos comer, pero Él come sencillamente con mirarlos. No podemos imaginar cómo funcionan las cosas en el mundo espiri­tual, donde todo es espiritual. No es que Kṛṣṇa no coma, o que nos imagine­mos que come. Él come realmente. Pero Su manera de comer es diferente a la nuestra. Nuestra manera de comer será semejante a la Suya cuando estemos completamente en el nivel espiritual. En ese nivel, todas las partes del cuerpo pueden actuar en lugar de cualquier otra.

Viṣṇu no necesita nada para crear. No necesita a la diosa Lakṣmī para que nazca Brahmā, porque Brahmā nace de una flor de loto que crece del ombligo de Viṣṇu. La diosa Lakṣmī está sentada a los pies de Viṣṇu y Le sirve. En el mundo material la actividad sexual es necesaria para tener hijos, pero en el espi­ritual se pueden crear tantos niños como se quiera sin que se precise ayuda de la esposa. Así que allí no hay vida sexual. Como no tenemos experiencia de la energía espiritual, creemos que el nacimiento de Brahmā del ombligo de Viṣṇu es sencillamente una historia de ficción. No somos conscientes de que la energía espiritual es tan poderosa que puede hacer cualquier cosa. La energía material depende de ciertas leyes, pero la energía espiritual es totalmente independiente.

Incontables universos están como semillas en los poros de la piel de Mahā-Viṣṇu, y, cuando Él exhala, todos ellos se manifies­tan. En el mundo material no tenemos experiencia de ese tipo de cosas, pero sí experimentamos un reflejo desvirtuado de esa imagen en el fenómeno de la transpiración. Sin embargo, no podemos imaginar lo que dura una respira­ción de Mahā-Viṣṇu, porque, en el espacio de una respiración Suya, se crean y se aniquilan todos los universos. Así lo afirma el Brahma-saṁhitā. El Señor Brahmā vive solamente lo que dura una res­piración, y, según nuestra medida del tiempo, 4.320.000.000 de años no son más que 12 horas para Brahmā, y Brahmā vive 100 de sus años. Y aún, la vida entera de Brahmā está contenida en el espacio de una respiración de Mahā-Viṣṇu. Así pues, no nos es posible imaginar el poder respiratorio de Mahā-Viṣṇu, que no es más que una manifestación del Señor Nityānanda. Esto lo explica el autor del Caitanya-caritāmṛta en el noveno verso.

En los versos décimo y undécimo, Kṛṣṇadāsa Kavirāja describe a Garbhodakaśāyī Viṣṇu y a Kṣīrodakaśāyī Viṣṇu, expansiones plenarias sucesivas de Mahā-Viṣṇu. Brahmā aparece en el loto que crece del ombligo de Garbhodakaśāyī Viṣṇu, y dentro del pistilo de ese loto existen muchos sistemas planetarios. Entonces Brahmā crea toda la sociedad humana, la sociedad animal:, todo. Kṣīrodakaśāyī Viṣṇu yace en el océano de leche que hay dentro del universo, del cual es el controlador y el sustentador. Así pues, Brahmā es el creador, Viṣṇu el sustentador, y, cuando llegue el momento de la aniquilación, Śiva terminará con todo.

Así pues, en los primeros once versos del Caitanya-caritāmṛta, Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī habla de Śrī Caitanya Mahāprabhu y explica que es Śrī Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, y habla de Śrī Nityānanda explicando que es Balarāma, la primera expan­sión de Kṛṣṇa. A continuación, en los versos doce y trece, describe a Advaitācārya, que es otro de los principales devotos íntimos del Señor Caitanya Mahāprabhu y una encarnación de Mahā-Viṣṇu. Así pues, tam­bién Advaitācārya es el Señor, o más concretamente una expansión del Señor. La palabra advaita significa «no dual», y recibe ese nombre porque Él no es diferente del Señor Supremo. También se llama ācārya, maestro, porque propagó la conciencia de Kṛṣṇa. De este modo, es igual que Caitanya Mahāprabhu. Aunque el Señor Caitanya es el mismo Śrī Kṛṣṇa, advino como devoto para enseñar a la gente cómo amar a Kṛṣṇa. De manera semejante, aunque Advaitācārya es el Señor, advino precisamente para distri­buir el conocimiento de la conciencia de Kṛṣṇa. De manera que también Él es el Señor encarnado como devoto.

En los pasatiempos del Señor Caitanya, Kṛṣṇa Se manifiesta en cinco diferentes aspectos, conocidos con el nombre de pañca-tattva, a quienes Śrīla Kṛṣṇadāsa Kavirāja ofrece reverencias en el verso catorce del Caitanya-caritāmṛta. Kṛṣṇa y Sus acompañantes íntimos advienen como devotos del Señor Supremo en la forma de Śrī Kṛṣṇa Caitanya, Śrī Nityānanda Prabhu, Śrī Advaitācārya, Śrī Gadādhara Prabhu y Śrīvāsa Prabhu. De todas maneras, Caitanya Mahāprabhu es la fuente de energía para todos Sus devotos. Puesto que éste es el caso, si nos refugiamos en Caitanya Mahāprabhu para llevar a cabo con éxito el proceso de la concien­cia de Kṛṣṇa, estaremos seguros de progresar. En una canción devocional, Narottama dāsa Ṭhākura canta: «Mi amado Señor Caitanya, por favor, ten misericor­dia de mí. No hay nadie que sea tan misericordioso como Tú. Mi súplica es apre­miante en extremo, porque Tu misión consiste en liberar a todas las almas caídas y, nadie ha caído tan bajo como yo. Por ello Te ruego me des la preferencia».

Con el verso quince, Kṛṣṇadāsa Kavirāja empieza a ofrecer respetos directamente a Kṛṣṇa. Kṛṣṇadāsa Kavirāja residía en Vṛndā­vana y era un gran devoto. Había vivido con su familia en Katwa, una ciudad pequeña en el distrito de Burdwan, en Bengala. Junto a su familia, él adoraba a Rādhā-Kṛṣṇa, y en una ocasión en que hubo cierta desavenencia entre los miembros su familia sobre el servicio devocional, recibió en sueños el consejo de Nityānanda Prabhu de dejar su hogar e ir a Vṛndāvana. Aunque era muy anciano, emprendió aquella misma noche la marcha y fue a vivir a Vṛndāvana. Mientras estaba allí, encontró a algunos de los Gosvāmīs, principales discípulos del Señor Caitanya Mahāprabhu. Los devotos de Vṛndāvana le pidieron que escribiese el Caitanya-caritāmṛta. Aunque comenzó esta obra a una edad muy avanzada, por la gracia del Señor Caitanya la terminó. Hoy sigue siendo la obra más autorizada sobre la filosofía y la vida de Caitanya Mah­āprabhu.

Cuando Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī vivía en Vṛndāvana, no había allí muchos templos. En aquel tiempo, los tres templos principales eran los de Madana-mohana, Govindajī y Gopīnātha. Como habitante de Vṛndāvana, ofrece sus respetos a las Deidades de esos templos y pide el favor de Dios: «Mi progreso en la vida espiritual es muy lento, por eso pido Vuestra ayuda». En el verso quince del Caitanya-caritāmṛta, Kṛṣṇadāsa ofrece reverencias al vigraha de Madana-mohana, la Deidad que puede ayudarnos a progresar en el proceso de conciencia de Kṛṣṇa. Para seguir el proceso de conciencia de Kṛṣṇa, nuestro mayor deber está en conocer a Kṛṣṇa y nuestra relación con Él. Conocer a Kṛṣṇa es conocerse a sí mismo, y conocerse a sí mismo es conocer la propia relación con Kṛṣṇa. Puesto que el modo de comprender esa relación consiste en adorar al vigraha de Madana-mohana, Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī establece primeramente su relación con Él.

Una vez que esto queda establecido, en el verso dieciséis Kṛṣṇadāsa ofrece reverencias a la Deidad funcional, Govinda. Se dice que la Deidad de Govinda es la Deidad funcional porque nos muestra la manera de servir a Rādhā y Kṛṣṇa. La Deidad de Madana-mohana establece que «yo soy tu servidor eterno». Con Govinda, sin embargo, hay una aceptación real del servicio. Govinda reside eternamente en Vṛndāvana. En el mundo espiritual de Vṛndāvana, los edificios están hechos de piedras de toque, las vacas son vacas surabhi, que dan leche abundante, y los árboles son árboles cumplidores de deseos, porque producen aquello que se les pida. En Vṛndāvana, Kṛṣṇa guarda las vacas surabhi, y Le adoran cientos y miles de gopīs, pastorcillas de vacas, que son todas ellas diosas de la fortuna. Cuando Kṛṣṇa desciende al mundo material, esa misma Vṛndāvana desciende con Él, como el séquito que acompaña a una personalidad importante. Porque cuando viene Kṛṣṇa, Su morada viene también. Se considera que Vṛndāvana existe más allá del mundo material. Por eso los devotos se refugian en la Vṛndāvana de la India, porque se considera una réplica de la Vṛndāvana original. Aunque se pudiera lamentar que no haya allí kalpa-vṛkṣas, árboles cumplidores de deseos, cuando los Gosvāmīs estaban allí, los kalpa-vṛkṣas estaban presentes. No es que cualquiera pueda ir a uno de esos árboles y formularle peticiones; primero tiene que llegar a ser devoto. Los Gosvāmīs vivían bajo un árbol una sola noche, y los árboles satisfacían todos sus deseos. Para el hombre común, todo esto puede parecer muy maravilloso, pero, a medida que se progresa en el servicio devocional, todo ello puede comprenderse.

La experiencia de lo que en realidad es Vṛndāvana la pueden tener aquellas personas que han cesado en su intento de gozar del placer material. «¿Cuándo estará mi mente limpia del anhelo de disfrute material, para, de este modo, poder ver Vṛndāvana?», preguntaba un gran devoto. Cuanto más conscientes de Kṛṣṇa seamos y cuanto más avancemos, más se nos revelará que todo es espiritual. Así pues, Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī consideraba que la Vṛndāvana de la India era idéntica a la Vṛndāvana del cielo espiritual, y en el verso dieciséis del Caitanya-caritāmṛta describe a Rādhārāṇī y a Kṛṣṇa sentados bajo un árbol cumplidor de deseos, en Vṛndāvana, en un trono decorado con joyas preciosas. Allí, las queridas amigas de Kṛṣṇa, las gopīs, sirven a Rādhā y Kṛṣṇa cantando, bailando, ofreciendo nueces de betel y refrigerios, y decorando a Sus Señorías con flores. Incluso hoy, en la India, la gente decora tronos colgantes y reproduce esta escena en el mes de julio-agosto. En esa época, generalmente, la gente va a Vṛndāvana para ofrecer sus respetos a las Deidades.

Finalmente, Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī ofrece bendiciones a los lectores en nombre de la Deidad de Gopīnātha, que es Kṛṣṇa como amo y señor de las gopīs. Cuando Kṛṣṇa hizo sonar Su flauta, todas las gopīs, las pastorcillas de vacas, se sintieron atraídas por el sonido y abandonaron sus deberes domésticos, y cuando fueron adonde estaba Kṛṣṇa, Él bailó con ellas. Estos hechos se describen en el Canto Décimo del Śrīmad-Bhāgavatam. Esas gopīs eran amigas de infancia de Kṛṣṇa, y muchas estaban casadas, porque en la India generalmente casan a las muchachas a los doce años. Los muchachos, sin embargo, no se casan antes de los dieciocho, de manera que Kṛṣṇa, que tenía quince o dieciséis años en aquella época, no estaba casado. No obstante, llamó a esas muchachas, que acudieron de sus casas, y las invitó a bailar con Él. Esa danza se llama la danza rāsa-līlā, y es el más elevado de todos los pasatiempos de Vṛndāvana. Un nombre de Kṛṣṇa es, por ello, Gopīnātha, porque es el señor bienamado de las gopīs.

Kṛṣṇadāsa Kavirāja Gosvāmī suplica las bendiciones del Señor Gopīnātha. «Que Gopīnātha, el señor de las gopīs, Kṛṣṇa, os bendiga. Que seáis bendecidos por Gopīnātha.» El autor del Caitanya-caritāmṛta ora pidiendo que, así como Kṛṣṇa atrajo a las gopīs con el dulce sonido de Su flauta, atraiga también la mente del lector mediante esa vibración trascendental.