ES/SB 5.12.14

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 14

ahaṁ purā bharato nāma rājā
vimukta-dṛṣṭa-śruta-saṅga-bandhaḥ
ārādhanaṁ bhagavata īhamāno
mṛgo ’bhavaṁ mṛga-saṅgād dhatārthaḥ


PALABRA POR PALABRA

aham—yo; purā—en el pasado (en mi vida anterior); bharataḥ nāma rājā—un rey llamado Mahārāja Bharata; vimukta—liberado de; dṛṣṭa-śruta—mediante la experiencia personal a través de la relación directa, o por recibir conocimiento de los Vedas; saṅgabandhaḥ—cautiverio por la relación; ārādhanam—la adoración; bhagavataḥ—de la Suprema Personalidad de Dios, Vāsudeva; īhamānaḥ—siempre realizando; mṛgaḥ abhavam—me convertí en ciervo; mṛga-saṅgāt—debido a mi relación íntima con un ciervo; hata-arthaḥ—habiendo descuidado los principios regulativos en el desempeño del servicio devocional.


TRADUCCIÓN

En una vida anterior, yo me llamaba Mahārāja Bharata. Por medio de la experiencia directa me desapegué por completo de las actividades materiales, y la experiencia indirecta que recibí de los Vedas me proporcionó conocimiento. De ese modo alcancé el plano de la perfección. Yo estaba plenamente ocupado en el servicio del Señor, pero, por desdicha, me encariñé de un cervatillo. Llegué a quererlo tanto que descuidé mis deberes espirituales, y debido al profundo afecto que sentía por él, en mi siguiente vida tuve que recibir un cuerpo de ciervo.


SIGNIFICADO

El incidente que se describe en este verso es muy significativo. En un verso anterior se afirmaba: vinā mahat-pāda-rajo-’bhiṣekam: No se puede obtener la perfección sin ungir la cabeza con el polvo de los pies de loto de un devoto excelso. Si seguimos siempre las órdenes del maestro espiritual, no hay posibilidad de caer. Pero el discípulo necio que trata de pasar por encima de su maestro espiritual y ambiciona ocupar su posición, cae de inmediato. Yasya prasādād bhagavat-prasādo yasyāprasādān na gatiḥ kuto ’pi. Si un discípulo considera a su maestro espiritual un hombre corriente, es seguro que perderá su oportunidad de seguir avanzando. Bharata Mahārāja, a pesar de que llevaba una vida de servicio devocional muy estricta, no consultó a ningún maestro espiritual cuando se apegó indebidamente a un ciervo. En consecuencia, su apego se hizo muy fuerte, y, olvidando sus prácticas espirituales, cayó de su posición.