ES/750714 - Clase SB 06.01.30 - Filadelfia


His Divine Grace A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda


750714SB - Filadelfia, 14 julio 1975 - 26:03 minutos



Nitāi: Oṁ namo bhagavate vāsudevāya. Oṁ namo bhagavate vāsudevāya. Oṁ namo bhagavate vāsudevāya. (los devotos repiten) Sexto Canto, Primer Capítulo, verso número 30. (dirige el canto del verso, etc.)

niśamya mriyamāṇasya
mukhato hari-kīrtanam
bhartur nāma mahārāja
pārṣadāḥ sahasāpatan
(SB 6.1.30)

(pausa) (01:34)

“Mi querido rey, los sirvientes de Viṣṇu, los viṣṇudūtas, al escuchar el santo nombre de su Señor en labios del moribundo Ajāmila, que, presa de una enorme ansiedad, lo había cantado sin cometer ofensas, se presentaron inmediatamente en el lugar”.

Prabhupāda:

niśamya mriyamāṇasya
mukhato hari-kīrtanam
bhartur nāma mahārāja
pārṣadāḥ sahasāpatan
(SB 6.1.30)

Él llamaba a su hijo, Nārāyaṇa. Entonces los pārṣadāḥ, viṣṇu-pārṣadāḥ—pārṣadāḥ significa acompañantes o asistentes—llegaron inmediatamente. Es como en su ciudad, la policía va patrullando con su auto, y si alguien llama a la policía, ellos se presentan de inmediato; de manera similar, los asistentes del Señor Viṣṇu también van patrullando por todo el universo y buscan personas que estén ocupadas en cantar el santo nombre del Señor. Así que, si cantan el santo nombre del Señor, estarán muy complacidos y vendrán de inmediato. Eso le ocurrió a Ajāmila. No se refería a Nārāyaṇa, tal vez sí o tal vez no, pero estaba llamando a su hijo. Pero los asistentes, o los alguaciles de Hari, simplemente se dieron cuenta que estaba cantando. Eso es todo. Ellos no se preocuparon en lo que Ajāmila quería decir al pronunciar ese nombre “Nārāyaṇa”. No. Porque al escuchar el bhartur nāma, el nombre de su señor, inmediatamente aparecieron. Eso está claro.

A todo el que canta el santo nombre del Señor, inmediatamente reciben la atención de los asistentes del Señor Supremo, especialmente en el momento de la muerte, porque ese es el último momento. Se hacen las cuentas en el último momento. Si practican el canto de Hare Kṛṣṇa, de forma natural, en el último momento se sentirán inclinados a cantar Hare Kṛṣṇa. Yaṁ yaṁ vāpi smaran bhāvaṁ tyajaty ante kalevaram (BG 8.6). Es tan bueno. Si practicamos en esta vida el canto del mantra Hare Kṛṣṇa, entonces, gradualmente, lo más profundo de mi corazón se limpiará y todo se manifestará: mi posición, mi deber, quién es Dios. Todo se manifestará. Es muy bueno. Ceto-darpaṇa-mārjanam (CC Antya 20.12). Debido a que estamos llenos de tanta basura, tantas impurezas, no podemos entender la ciencia de Dios. Pero si practicamos el canto del mahā-mantra Hare Kṛṣṇa, nuestro corazón se limpiará y verán las cosas tal y como son. Ceto-darpaṇa-mārjanam. Y tan pronto como somos capaces de ver las cosas como son, nuestro cautiverio material se termina.

Porque antes que nada voy a ver… La gente está haciendo trabajos de investigación sobre las células corporales, cómo funcionan y tantas cosas, simplemente basados en el cuerpo. Pero tan pronto como sus corazones se limpien, inmediatamente comprenden: “Yo no soy el cuerpo, entonces, ¿de qué sirve estudiar las células y los átomos y todas esas cosas? Yo no soy el cuerpo”. Inmediatamente. En realidad, yo no soy el cuerpo. Simplemente estoy perdiendo el tiempo estudiando. Damos de nuevo el mismo, ejemplo, que estoy en el carro, estoy estudiando la máquina solamente. Olvido mi destino, a dónde tengo que ir. Estoy ocupado en el estudio del coche. ¿De qué sirve? Deben saber— tienen un buen auto— deben saber cuál es ese destino, adónde tienen que ir. Eso es lo que tienen que saber. El asunto… Por supuesto, es secundario. Si quieren saber cómo funciona el auto, eso es secundario; no es su principal ocupación. Lo principal es cómo utilizar el automóvil y como llegar a mi destino. Eso es inteligencia.

Hemos caído en este condicionamiento material en diferentes formas de vida. Mientras vivimos sumidos en el concepto corporal, pensando: “Yo soy este automóvil”, eso es ignorancia. Yo no soy el automóvil, pero tengo que utilizar el automóvil para ir a mi destino. De eso se trata. Yo no soy el cuerpo; soy un alma espiritual. Mi destino es cómo ir al mundo espiritual, cómo encontrarme con el Espíritu Supremo, con Dios, y vivir con Él en Su compañía. Esta vida está destinada a comprender quién es el Señor Supremo, dónde vive, qué hace, cuál es mi relación con Él. Esto es lo que se llama brahma-jijñāsā. Esa es la verdadera educación. Me han dado esta máquina. Si yo me limito a estudiar la máquina, ¿de qué me sirve? El śāstra dice que la máquina funciona, y seguirá funcionando hasta que se pudra.

No se preocupen por la máquina, sino que simplemente limítense en apreciar que ahora tienen una buena máquina. El perro también tiene una máquina, igual que el ser humano. Todo el mundo tiene una máquina, la entidad viviente, pero el śāstra dice: “Esta máquina no debemos utilizarla como el perro utiliza su máquina”. Nāyaṁ deho deha-bhājāṁ nṛ... (SB 5.5.1). Todo el mundo tiene su máquina. Incluso una hormiga tiene su máquina, porque conforme a su deseo, se le ha dado un cuerpo. También eso es una máquina. El elefante tiene su máquina. Yo también, tengo mi máquina. Todos, somos almas espirituales, y a nivel relativo tenemos distintas máquinas. Esta máquina la necesitamos para alcanzar un determinado destino. Pero no debemos perder el tiempo simplemente estudiando la máquina, olvidando nuestro destino. Eso es inteligencia humana. Dios ya les ha dado un determinado tipo de máquina. Ahora pueden utilizarla para alcanzar su destino.

Nṛ-deham ādyaṁ sulabhaṁ sukalpam (SB 11.20.17). Este nṛ-deham, esta máquina está construida con gran detalle, no la he hecho yo, sino que la ha construido la naturaleza. La naturaleza es el agente de Dios. Yo he querido hacer algo. Lo cual significa que necesito un tipo particular de máquina. Dios le ordena a la naturaleza “Esta entidad viviente quiere algo como esto. Dale una máquina”. Entonces la prakṛti, la naturaleza, nos da diferentes tipos de máquinas. Prakṛteḥ kriyamāṇāni guṇaiḥ karmāṇi sarvaśaḥ (BG 3.27). Yo ni soy el conductor de la máquina, ni tampoco la he fabricado. Me ha sido dada como un regalo para trabajar en ella o para satisfacer mis deseos. Esa es nuestra situación. El śāstra dice: “Ahora tienes una muy buena máquina”. Nṛ-deham. El cuerpo humano es máquina muy buena. Nṛ-deham ādyaṁ sulabhaṁ sukalpam. Es algo muy raro. Con gran dificultad, hemos obtenido esta máquina, porque hemos tenido que pasar por muchas otra máquinas—acuáticas, plantas, insectos, árboles, serpientes, reptiles, luego aves, luego bestias—millones y millones de años. Así como pueden ver, los árboles están allí parados, quizás llevan de pie cinco mil años. Si obtienen esa máquina, no pueden moverse, tienen que quedarse de pie en un lugar. Así que tuvimos que pasar por todo eso. Pero los necios, no lo saben.

Por eso, esta máquina es sulabham. Sulabham significa que afortunadamente hemos obtenido esta máquina. Y sukalpam, “está muy bien hecha”. Quienes son médicos, ven lo bien hecha que está, cómo funcionan los nervios, las uñas, los intestinos y el corazón y todo: es una gran máquina. Por eso recibe este calificativo de sukalpam, “muy bien concebida”. Y ¿para qué sirve? Es como un hermoso barco, bien planeado. Si tienen un buen bote, se suben a él y cruzan el río o el océano. De manera similar, ahora estamos en este océano material, luchando vida tras vida. Ahora tenemos una buena embarcación, este cuerpo humano. Sulabhaṁ sudurlabham. Y es especialmente ventajosa porque la brisa es muy favorable. Cuando navegan en su bote, si tienen el viento a favor, empujando a favor, esa es otra ventaja, una buena barca y una buena brisa. Guru-karṇadhāram (SB 11.20.17): “Y el capitán, el hombre que la dirige, es el guru”. Él nos da instrucciones: “Rema de esta manera. Gira de esta manera, o de esa manera”. Él nos dirige en todo. Tenemos esta oportunidad. Si la nave es buena, si el capitán es bueno, si los vientos son favorables, pero si incluso pese a recibir toda esa embarcación tan favorable, si no conseguimos cruzar el océano de la ignorancia, de la existencia material, entonces nos estamos suicidando, sa ātma-hā (SB 11.20.17). Reciben todas las oportunidades, y aun así permanecen en el mundo material, a pasar por el ciclo del nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades. ¿Es eso buena inteligencia? No. Eso no es bueno.

Estamos desorientados. Nos dedicamos a estudiar la máquina, nada más. En lugar de utilizar la máquina para aprovechar y cruzar el océano, están muy ocupados en estudiar la máquina. ¿Es eso buena inteligencia? La máquina ya es suya. Ni siquiera pueden estudiarla. Ustedes no la conocen. Incluso si la estudian, no pueden decir… Afirmo: “Este es mi cuerpo”, y si alguien me pregunta: “¿Cuántos cabellos tienes en tu cuerpo?”. No lo sé. Como algo, se transforma en alguna secreción, va al corazón, se vuelve rojo y se distribuye de nuevo a través de los nervios y las venas, yo no sé nada de eso. Simplemente puedo teorizar. Pero la máquina no está bajo su control. La máquina la ha hecho Dios, por la naturaleza. Es una máquina muy sutil. Si son muy expertos, lo primero que tienen que preguntarse es ¿de qué sirve simplemente estudiar la máquina? La entienden, la tienen, úsenla para alcanzar su destino. Eso es inteligencia. No, se olvidan de usar la máquina para ir al destino; simplemente estudian la máquina. Y eso sucede en nombre de la ciencia. ¿Qué es esta tontería de ciencia? Simplemente ocupados en estudiar la máquina.

Ese es nuestro error. Nuestro error es que tenemos una conciencia avanzada o desarrollada, debemos utilizarla para ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. ¿Por qué vamos a utilizarla de forma indebida innecesariamente? Y no somos perfectos. Supongamos que estudiamos la máquina durante toda nuestra vida. ¿Qué vamos a conseguir con eso? ¿Pueden hacer que esta máquina esté a su favor, que esta máquina no se pierda, que no tengan que pasar por la muerte? Todos ustedes, científicos, que se dedican a estudiar la máquina, ¿han descubierto algún medio para asegurar que no habrá muerte? ¿Dónde está ese conocimiento? La muerte existe. Estudien la máquina o no estudien la máquina, a su debido tiempo, la muerte vendrá y se los llevará. La máquina se quedará.

Eso es inteligencia. Janma-mṛtyu-jarā-vyādhi-duḥkha-doṣānu... (BG 13.9). No se puede curar ni una sola enfermedad. Simplemente la enfermedad del cáncer los tiene desconcertados. Estudian cómo funcionan las células, cómo cambiar su funcionamiento, para que no haya cáncer. No, no pueden hacerlo. Simplemente siguen estudiando, perdiendo el tiempo. El śāstra dice: “No pierdas tu valioso tiempo de esa manera. Trata de entender a Dios. Utiliza tu inteligencia con este fin”. Tapaḥ. Tapo divyaṁ yena śuddhyet sattvam (SB 5.5.1). Tienen que tratar de someterse a austeridades para no estar sujetos a esta máquina. Eso es lo que tenemos que hacer, no estudiar la máquina, sino estudiar cómo volverse independiente de la máquina. Mientras estén en el mundo material, tienen diversos deseos. La naturaleza les proporciona distintos tipos de máquinas para ocuparse esas actividades. Por otra parte, cuando la máquina no funciona, entonces obtienen otra máquina. Así son las cosas.

Su problema es poner fin a ese ciclo de nacimientos, muertes, vejez y enfermedades. Elévense a su vida espiritual. Eso es lo que tenemos que hacer. Esa es la instrucción de los śāstras. En cuanto a mantener la máquina, todo el mundo sabe cómo hacerlo. El perro sabe cómo mantener su máquina. Come según las necesidades de su cuerpo de perro. Y también nosotros sabemos, tenemos un cuerpo humano. Eso es natural. Eso es… Los suministros ya existen. No se pueden fabricar los suministros. Esa es la instrucción védica: eko yo bahūnāṁ vidadhāti kāmān, nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām (Kaṭha Upaniṣad 2.2.13). Hay muchos millones y trillones de entidades vivientes, y hay otra entidad viviente: Dios. Esta otra entidad viviente, es uno, número singular, no hay un segundo, un duplicado de este. Pero nosotros, las entidades vivientes ordinarias, tenemos muchos millones de duplicados. Por eso, se utilizan dos cosas: nitya, nityānām. Nityānām significa plural. Muchos, muchos, innumerables. No pueden contarlos. Asaṅkhyā, la jīva es. Asaṅkhyā significa que nadie puede contarlas. Y por encima de esas asaṅkhyā, esas infinitas entidades vivientes, hay una entidad viviente suprema. Dios también es una entidad viviente. Él también es como nosotros. En su Biblia dice: “El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios”. ¿No es así? Dios es una entidad viviente, y nosotros tenemos esta forma conforme a la forma de Dios… Dios tiene dos brazos; nosotros tenemos dos brazos. Eso es un hecho. La forma de vida humana está hecha conforme a la forma del Señor. Es una imitación; es real. Sac-cid-ānanda-vigrahaḥ, īśvaraḥ paramaḥ kṛṣṇaḥ (BS 5.1).

Pero nosotros pensamos que Dios no tiene forma. ¿Por qué? ¿De dónde obtuvieron su forma? Cada día rezan: “Oh Dios, oh Padre, danos el pan nuestro de cada día”, y aceptamos a Dios como Padre Supremo. Y si yo tengo forma, el padre también debe tener forma. Es razonable. ¿Cómo pueden decir: “No tiene forma”? Esto es un argumento de lo más irrazonable. Dios también es una entidad viviente, pero ¿cuál es la diferencia entre Dios y todas esas otras entidades vivientes? Todas las demás dependen de Dios. Eso es todo. Dios es grande; nosotros somos pequeños. Así como el padre mantiene a todos los hijos, nosotros somos todos hijos, y el Padre Supremo nos mantiene. De modo que, si los hijos tienen forma, se concluye de forma natural que el padre también, aunque no hayan visto al padre. Supongamos un hijo póstumo, un hijo que nace después de la muerte o desaparición del padre. Eso no significa que, porque no haya visto a su padre, concluirá que: “Mi padre no tenía forma”. Esta no es una buena conclusión. Puede saber de la madre que: “Sí, hijo mío, tu padre tenía forma”. Eso es inteligencia.

La diferencia entre este ser, la Persona Suprema, y estos… La diferencia es eko yo bahūnāṁ vidadhāti kāmān (Kaṭha Upaniṣad 2.2.13). Nosotros, las diferentes entidades vivientes, elaboramos diversos planes. Igual que los niños: uno juega con un coche de juguete, otro juega a otra cosa, alguien es…, otra tiene una muñeca, y los padres dicen: “Muy bien, juega con esta muñeca. Toma esto. Toma esto. Toma esto”. Así estamos jugando, haciendo planes. Y Dios nos abastece todo el… Pero Él quiere que: “Mi querido niño, ahora has crecido. Has recibido este cuerpo, la forma de vida humana. No sigas jugando de esa manera y pierdas tu tiempo. Edúcate y aprende a conocer las cosas tal como son”. Eso se llama athāto brahma jijñāsā, así lo dice el Vedānta-sūtra: “Ahora tienes una forma de vida humana. Trata de entender qué es Dios”. Eso es lo principal. Por desgracia, líderes ciegos nos están desorientando. Nos hemos dedicado a estudiar el cuerpo, eso es todo.

Este verso dice: niśamya mriyamāṇasya mukhato hari-kīrtanam. Dios aprecia mucho el que nosotros utilicemos nuestra lengua y boca para glorificar y cantar el santo nombre. Lo aprecia mucho. Porque el nombre de Dios y Dios no son diferentes, inmediatamente nos ponemos en contacto con Dios. Tan pronto como cantamos Hare Kṛṣṇa, inmediatamente estamos en contacto. Y Él lo aprecia mucho. Śṛṇvatāṁ sva-kathāḥ kṛṣṇaḥ puṇya-śravaṇa-kīrtanaḥ. Puṇya-śravaṇa-kīrtanaḥ (SB 1.2.17). significa escuchar y kīrtana significa cantar. Todo el que canta el nombre de Dios o quien escucha el nombre de Dios, ambos se purifican, puṇya. Puṇya significa completamente. Simplemente cantando… Este es el ejemplo, este hombre era adicto a tantas actividades pecaminosas, y por temor o por su buena suerte, cantó “Nārāyaṇa”. Inmediatamente los asistentes de Nārāyaṇa vinieron a liberarle. Ahora habrá una conversación entre los mensajeros, los asistentes de Yamarāja y los viṣṇudūtas, y de esto hablaremos más adelante.

Muchas gracias.

Devotos: Jaya Śrīla Prabhupāda. (fin).