ES/SB 1.1.1


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 1

oṁ namo bhagavate vāsudevāya
janmādy asya yato ’nvayād itarataś cārtheṣv abhijñaḥ svarāṭ
tene brahma hṛdā ya ādi-kavaye muhyanti yat sūrayaḥ
tejo-vāri-mṛdāṁ yathā vinimayo yatra tri-sargo ’mṛṣā
dhāmnā svena sadā nirasta-kuhakaṁ satyaṁ paraṁ dhīmahi


PALABRA POR PALABRA

om—¡oh, mi Señor!; namaḥ—ofreciendo mis reverencias; bhagavate—a la Personalidad de Dios; vāsudevāya—a Vāsudeva (el hijo de Vasudeva), o el Señor Śrī Kṛṣṇa, el Señor primordial; janma-ādi—creación, conservación y destrucción; asya—de los universos manifestados; yataḥ—de quien; anvayāt—directamente; itarataḥ—indirectamente; ca—y; artheṣu—propósitos; abhijñaḥ—plenamente consciente; sva-rāṭ—totalmente independiente; tene—impartió; brahma—el conocimiento védico; hṛdā—la conciencia del corazón; yaḥ—aquel que; ādi-kavaye—al primer ser creado; muhyanti—están engañados; yat—respecto al cual; sūrayaḥ—grandes sabios y semidioses; tejaḥ—fuego; vāri—agua; mṛdām—tierra; yathā—tanto como; vinimayaḥ—acción y reacción; yatra—con lo cual; tri-sargaḥ—las tres modalidades de la creación, las facultades creadoras; amṛṣā—casi real; dhāmnā—junto con todos los enseres trascendentales; svena—de forma autosuficiente; sadā—siempre; nirasta—negación por la ausencia de; kuhakam—ilusión; satyam—verdad; param—absoluta; dhīmahi—yo medito en.


TRADUCCIÓN

¡Oh, mi Señor, Śrī Kṛṣṇa, hijo de Vasudeva!, ¡oh, Personalidad de Dios omnipresente!, a Ti Te ofrezco mis respetuosas reverencias. Yo medito en el Señor Śrī Kṛṣṇa, porque Él es la Verdad Absoluta y la causa primordial de todas las causas de la creación, conservación y destrucción de los universos manifestados. Él está directa e indirectamente consciente de todas las manifestaciones, y es independiente, pues no existe ninguna otra causa más allá de Él. En el principio fue únicamente Él quien impartió el conocimiento védico en el corazón de Brahmājī, el ser viviente original. Él hace que hasta los grandes sabios y semidioses se engañen, tal como a uno lo confunden las representaciones ilusorias del agua que se ve en el fuego, o de la tierra que se ve en el agua. Únicamente debido a Él, los universos materiales, manifestados temporalmente por las reacciones de las tres modalidades de la naturaleza, parecen reales, aunque son irreales. Por consiguiente, yo medito en Él, el Señor Śrī Kṛṣṇa, quien existe eternamente en la morada trascendental, la cual siempre está libre de las representaciones ilusorias del mundo material. Yo medito en Él, pues Él es la Verdad Absoluta.


SIGNIFICADO

Las reverencias a la Personalidad de Dios, Vāsudeva, denotan directamente al Señor Śrī Kṛṣṇa, quien es el divino hijo de Vasudeva y Devakī. Este hecho se explicará más detalladamente en el texto de esta obra. Śrī Vyāsadeva afirma aquí que Śrī Kṛṣṇa es la Personalidad de Dios original, y que todas las demás son Sus porciones plenarias directas o indirectas, o bien porciones de la porción. Śrīla Jīva Gosvāmī, en su Kṛṣṇa-sandarbha, ha explicado el tema en cuestión de una forma aún más clara. Y Brahmā, el ser viviente original, en su tratado llamado Brahma-saṁhitā, ha explicado sustancialmente el tema que trata de Śrī Kṛṣṇa. En el Sāma-veda Upaniṣad, también se declara que el Señor Śrī Kṛṣṇa es el divino hijo de Devakī. Por lo tanto, en esta oración, la primera proposición sostiene que el Señor Śrī Kṛṣṇa es el Señor primordial, y si ha de entenderse que existe alguna nomenclatura trascendental propia de la Absoluta Personalidad de Dios, ha de ser el nombre indicado por la palabra Kṛṣṇa, que significa «el supremamente atractivo». En muchos lugares del Bhagavad-gītā, el Señor afirma que Él es la Personalidad de Dios original, y esto lo confirma Arjuna, y también grandes sabios, tales como Nārada, Vyāsa, y muchos otros. En el Padma Purāṇa también se declara que, de los innumerables nombres del Señor, el nombre de Kṛṣṇa es el principal. Vāsudeva denota la porción plenaria de la Personalidad de Dios, y todas las diferentes formas del Señor, siendo idénticas a Vāsudeva, se indican en este texto. El nombre Vāsudeva denota en particular al divino hijo de Vasudeva y Devakī. Los paramahaṁsas, que son aquellos miembros de la orden de vida de renuncia que se han perfeccionado, siempre meditan en Śrī Kṛṣṇa.

Vāsudeva, o el Señor Śrī Kṛṣṇa, es la causa de todas las causas. Todo lo que existe emana del Señor. La manera en que ello ocurre, se explica en capítulos posteriores de esta obra. Mahāprabhu Śrī Caitanya ha descrito esta obra como el Purāṇa inmaculado, debido a que contiene la narración trascendental acerca de la Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa. La historia del Śrīmad-Bhāgavatam también es muy gloriosa. Fue recopilado por Śrī Vyāsadeva, después de haber alcanzado la madurez en el conocimiento trascendental. Él lo escribió bajo las instrucciones de Śrī Nāradajī, su maestro espiritual. Vyāsadeva recopiló toda la literatura védica, que contiene las cuatro divisiones de los Vedas, los Vedānta-sūtras (o los Brahma-sūtras), los Purāṇas, el Mahābhārata, etc. Mas, no obstante, no estaba satisfecho con ello. Nārada, su maestro espiritual, advirtió su descontento y, por lo tanto, le aconsejó que escribiera acerca de las actividades trascendentales del Señor Śrī Kṛṣṇa. Esas actividades trascendentales se describen específicamente en el Décimo Canto de esta obra. Pero, a fin de poder llegar hasta su propia esencia, uno tiene que proceder gradualmente, mediante el desarrollo de conocimiento de las categorías.

Es natural que una mente filosófica quiera saber del origen de la creación. De noche ve las estrellas en el cielo, y naturalmente especula acerca de sus habitantes. Esa clase de preguntas son naturales en el hombre, pues tiene una conciencia desarrollada, más elevada que la de los animales. El autor del Śrīmad-Bhāgavatam da una respuesta directa a esas preguntas. Él dice que el Señor Śrī Kṛṣṇa es el origen de todas las creaciones. No solo es el creador del universo, sino también el destructor del mismo. Por la voluntad del Señor, la naturaleza cósmica manifestada es creada en un cierto período, es conservada por algún tiempo, y luego, también por la voluntad de Él, es aniquilada. Por consiguiente, la voluntad suprema se halla tras todas las actividades cósmicas. Desde luego que existen ateos de varias categorías que no creen en un creador, pero ello se debe a un escaso acopio de conocimiento. Por ejemplo, el científico moderno ha creado satélites espaciales, y mediante uno que otro dispositivo estos satélites son lanzados al espacio sideral, a volar por algún tiempo bajo el control del científico, que se encuentra muy lejos de ellos. De igual modo, todos los universos, con sus innumerables estrellas y planetas, los controla la inteligencia de la Personalidad de Dios.

En las Escrituras védicas se dice que la Verdad Absoluta, la Personalidad de Dios, es la principal de todas las personalidades vivientes. Todos los seres vivientes, desde Brahmā, el primer ser creado, hasta la más pequeña de las hormigas, son seres vivientes individuales. Por encima de Brahmā existen incluso otros seres vivientes con capacidades individuales, y también la Personalidad de Dios es un ser viviente de ese tipo. Y Él es un individuo, tal como también lo son los demás seres vivientes. Pero el Señor Supremo, o el ser viviente supremo, tiene la mayor inteligencia, y posee las más inconcebibles energías de toda clase de diferentes variedades. Si el cerebro de un hombre puede producir un satélite espacial, uno puede imaginar muy fácilmente cómo cerebros más elevados que los del hombre pueden producir cosas igual de maravillosas y muy superiores. La persona sensata aceptará fácilmente este argumento, pero hay ateos obstinados que jamás estarán de acuerdo. Sin embargo, Śrīla Vyāsadeva acepta de inmediato que la inteligencia suprema es el Parameśvara. Él le ofrece sus respetuosas reverencias a la inteligencia suprema, a quien se le da el tratamiento de para, o Parameśvara, o Suprema Personalidad de Dios. Y ese Parameśvara es Śrī Kṛṣṇa, como se reconoce en el Bhagavad-gītā y otras Escrituras presentadas por Śrī Vyāsadeva, y específicamente en este Śrīmad-Bhāgavatam. En el Bhagavad-gītā, el Señor dice que no existe ningún otro para-tattva (summum bonum) aparte de Él mismo. Por consiguiente, Śrī Vyāsadeva adora de inmediato al para-tattva, Śrī Kṛṣṇa, cuyas actividades trascendentales se describen en el Décimo Canto.

Algunas personas inescrupulosas van inmediatamente al Décimo Canto, y especialmente a los cinco capítulos que describen la danza rāsa del Señor. Esa porción del Śrīmad-Bhāgavatam es la parte más íntima de esta gran obra literaria. A menos que uno esté totalmente versado en el conocimiento trascendental del Señor, es seguro que entenderá equivocadamente los venerables pasatiempos trascendentales del Señor conocidos con el nombre de la danza rāsa y Sus amoríos con las gopīs. Este tema es altamente espiritual, y solo las personas liberadas que han llegado gradualmente a la etapa de paramahaṁsa pueden saborear de modo trascendental esa danza rāsa. Por lo tanto, Śrīla Vyāsadeva le da al lector la oportunidad de desarrollar de manera paulatina su comprensión espiritual, antes de saborear de hecho la esencia de los pasatiempos del Señor. En consecuencia, él invoca a propósito un mantra gāyatrī, dhīmahi. Este mantra gāyatrī está hecho para la gente adelantada espiritualmente. Cuando uno canta con éxito el mantra gāyatrī, puede entender la posición trascendental del Señor. De manera que uno debe adquirir cualidades brahmínicas o encontrarse perfectamente situado bajo la cualidad de la bondad, para poder cantar con éxito el mantra gāyatrī y alcanzar luego la etapa en la que comprenda trascendentalmente al Señor, Su nombre, Su fama, Sus cualidades, etc.

El Śrīmad-Bhāgavatam es la narración acerca del svarūpa del Señor que Su potencia interna manifiesta, y esta potencia se diferencia de la potencia externa que ha manifestado al mundo cósmico, el cual está al alcance de nuestra experiencia. En este śloka, Śrīla Vyāsadeva hace una clara distinción entre las dos. Śrī Vyāsadeva dice aquí que la potencia interna manifestada es real, mientras que la energía externa manifestada en la forma de la existencia material, es únicamente temporal e ilusoria, como el espejismo que aparece en el desierto. En el espejismo del desierto no hay verdadera agua, sino únicamente la apariencia de agua. El agua verdadera se encuentra en algún otro lugar. La creación cósmica manifestada parece la realidad, pero no es más que una sombra de ella, pues la realidad se encuentra en el mundo espiritual. La Verdad Absoluta está en el cielo espiritual, no en el cielo material. En el cielo material todo es verdad relativa, es decir, una verdad depende de alguna otra cosa. Esta creación cósmica es el resultado de la interacción de las tres modalidades de la naturaleza, y las manifestaciones temporales están creadas de forma tal que le presenten una ilusión de la realidad a la mente confundida del alma condicionada, quien aparece en muchísimas especies de vida, incluso entre los semidioses superiores, tales como Brahmā, Indra, Candra, etc. De hecho, no existe realidad en el mundo manifestado. Sin embargo, parece haber realidad a causa de la verdadera realidad que existe en el mundo espiritual, en donde la Personalidad de Dios existe eternamente con Sus enseres trascendentales.

El ingeniero en jefe de una complicada construcción no participa personalmente en la misma, pero conoce cada rincón y escondrijo de ella, porque todo se hace bajo su dirección. Él conoce todo lo referente a dicha construcción, tanto directa como indirectamente. De forma similar, la Personalidad de Dios, quien es el ingeniero supremo de esta creación cósmica, conoce cada rincón y escondrijo de ella, aunque los asuntos los llevan a cabo los semidioses. En la creación material, desde Brahmā hasta la insignificante hormiga, nadie es independiente. La mano del Señor se ve por doquier. Todos los elementos materiales, así como también todas las chispas espirituales, emanan únicamente de Él. Y todo lo que se crea en este mundo material no es más que la interacción de dos energías, la material y la espiritual, que emanan de la Verdad Absoluta, la Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa. Un químico puede producir agua en el laboratorio químico, mezclando hidrógeno y oxígeno. Mas, en realidad, la entidad viviente trabaja en el laboratorio bajo la dirección del Señor Supremo, y los materiales con los que trabaja, también los proporciona el Señor. El Señor conoce todo directa e indirectamente, está consciente de todos los detalles diminutos, y es completamente independiente. De Él se dice que se asemeja a una mina de oro, y las creaciones cósmicas, que tienen tantas formas diferentes, se asemejan a objetos hechos de ese oro, como anillos, collares, etc. El anillo de oro y el collar de oro son cualitativamente iguales al oro de la mina, pero cuantitativamente el oro de la mina es diferente. Por lo tanto, la Verdad Absoluta es simultáneamente idéntica y diferente. Nada es absolutamente igual a la Verdad Absoluta, pero, al mismo tiempo, nada es independiente de la Verdad Absoluta.

Todas las almas condicionadas están creando —desde Brahmā, el ingeniero de todo el universo, hasta la insignificante hormiga—, pero ninguna de ellas es independiente del Señor Supremo. El materialista piensa equivocadamente que no hay ningún otro creador aparte de él mismo. Esto se denomina māyā, o ilusión. A causa de su escaso acopio de conocimiento, el materialista no puede ver más allá del alcance de sus imperfectos sentidos y, en consecuencia, piensa que la materia adopta su propia forma automáticamente, sin la ayuda de una inteligencia superior. Śrīla Vyāsadeva refuta eso en este śloka: «Como el todo completo, o la Verdad Absoluta, es la fuente de todo, nada puede ser independiente del cuerpo de la Verdad Absoluta». Todo lo que le ocurre al cuerpo llega a ser conocido rápidamente por el que está dentro del cuerpo. De igual manera, la creación es el cuerpo del todo absoluto, y, por ende, el Absoluto conoce directa e indirectamente todo lo que ocurre en la creación.

En el śruti-mantra, también se declara que el todo absoluto, o Brahman, es la fuente última de todas las cosas. Todo emana de Él y todo es mantenido por Él, y al final, todo entra en Él. Esa es la ley de la naturaleza. En el smṛti-mantra se confirma lo mismo. Se dice que la Verdad Absoluta, o Brahman, es la fuente de donde todo emana al comienzo del milenio de Brahmā y el depósito en el que todo finalmente entra. Los científicos materialistas dan por sentado que el Sol es la fuente máxima del sistema planetario, pero son incapaces de explicar la fuente del Sol. Aquí se explica la fuente máxima. De acuerdo con las Escrituras védicas, Brahmā, que puede decirse que es como el Sol, no es el creador último. En este śloka se declara que la Personalidad de Dios le enseñó el conocimiento védico a Brahmā. Uno podría argüir que Brahmā, siendo el ser viviente original, no podía ser inspirado, porque en esa época no había ningún otro ser viviente. Aquí se declara que el Señor Supremo inspiró a Brahmā, el creador secundario, para que Brahmā pudiera desempeñar sus funciones creadoras. De manera que la inteligencia suprema que se encuentra detrás de todas las creaciones es Śrī Kṛṣṇa, la Divinidad Absoluta. En el Bhagavad-gītā, el Señor Śrī Kṛṣṇa declara que únicamente Él supervisa la energía creadora, prakṛti, que constituye la totalidad de la materia. Por eso, Śrī Vyāsadeva no adora a Brahmā, sino al Señor Supremo, que es quien guía a Brahmā en sus actividades creadoras.

En este śloka, las palabras abhijñaḥ y svarāṭ, en particular, son muy significativas. Estas dos palabras distinguen al Señor Supremo de todas las demás entidades vivientes. Ninguna otra entidad viviente es ni abhijñaḥ ni svarāṭ. Es decir, nadie está plenamente consciente, ni nadie es totalmente independiente. Hasta Brahmā tiene que meditar en el Señor Supremo para poder crear. ¡Qué decir, entonces, de los grandes científicos como Einstein! Desde luego, la inteligencia de un científico como ese no es producto de ningún ser humano. Los científicos no pueden fabricar un cerebro como ese, y, ¿qué decir de los tontos ateos que desafían la autoridad del Señor? Aun los impersonalistas māyāvādīs que se jactan de que pueden volverse uno con el Señor, no son ni abhijñaḥ ni svarāṭ. Esos impersonalistas se someten a severas austeridades para adquirir el conocimiento con el cual volverse uno con el Señor. Pero, finalmente, se vuelven dependientes de algún discípulo rico que les provee de dinero para construir monasterios y templos. Ateos como Rāvaṇa o Hiraṇyakaśipu tuvieron que someterse a severas penitencias antes de que pudieran burlarse de la autoridad del Señor. Pero, en fin de cuentas, se hizo que fueran impotentes, y no pudieron salvarse cuando el Señor apareció ante ellos en forma de la cruel muerte. Esto es lo que ocurre también con los ateos modernos que se atreven a burlarse de la autoridad del Señor. Dichos ateos serán tratados de forma similar, pues la historia siempre se repite. Cada vez que los hombres desdeñan la autoridad del Señor, la naturaleza y sus leyes se encargan de castigarlos. Esto se confirma en el Bhagavad-gītā, en el conocido verso yadā yadā hi dharmasya glāniḥ. «Cuando quiera que hay una declinación del dharma y un aumento del adharma, ¡oh, Arjuna!, en ese momento Yo Me encarno» (Bg. 4.7).

En todos los śruti-mantras se confirma que el Señor Supremo es supremamente perfecto. Se dice en los śruti-mantras que el supremamente perfecto Señor lanzó una mirada sobre la materia y creó así a todos los seres vivientes. Los seres vivientes son partes integrales del Señor, y Él impregna de semillas de chispas espirituales la vasta creación material, y de esa manera las energías creadoras son puestas en movimiento para realizar las muchas y maravillosas creaciones. Un ateo podría argüir que Dios no es más experto que un relojero, pero por supuesto que Dios es más grande, ya que Él puede crear máquinas en formas dobles, masculinas y femeninas. Las formas masculinas y femeninas de los diferentes tipos de maquinarias continúan produciendo innumerables máquinas similares, sin la necesidad de la atención adicional de Dios. Si un hombre pudiera fabricar un conjunto semejante de máquinas que pudieran producir otras máquinas sin su atención, podría entonces acercarse a la inteligencia de Dios. Pero eso no es posible, pues cada máquina tiene que ser manipulada individualmente. En consecuencia, nadie puede crear tan bien como Dios. Otro nombre de Dios es asamordhva, que significa que nadie es igual ni más grande que Él. Paraṁ satyam, o la Verdad Suprema, es Aquel ante el cual nadie es igual ni superior. Esto se confirma en los śruti-mantras. Se dice que antes de la creación del universo material existía únicamente el Señor, quien es el amo de todos. Ese Señor instruyó a Brahmā en lo referente al conocimiento védico. Ese Señor tiene que ser obedecido en todo aspecto. Cualquiera que desee deshacerse del enredo material, debe entregarse a Él. Esto también se confirma en el Bhagavad-gītā.

A menos que uno se entregue a los pies de loto del Señor Supremo, es seguro que estará confundido. Cuando un hombre inteligente se entrega a los pies de loto de Kṛṣṇa y entiende completamente que Kṛṣṇa es la causa de todas las causas, como se confirma en el Bhagavad-gītā, solo entonces puede un hombre así de inteligente volverse un mahātmā, o una gran alma. Pero un alma tan grande se ve muy rara vez. Solo los mahātmās pueden entender que el Señor Supremo es la causa primordial de todas las creaciones. Él es parama, o la verdad última, porque todas las demás verdades están relacionadas con Él. Él es omnisciente. Para Él no existe ilusión alguna.

Algunos eruditos māyāvādīs arguyen que el Śrīmad-Bhāgavatam no fue recopilado por Śrī Vyāsadeva, y otros sugieren que este libro es una creación moderna escrita por un tal Vopadeva. Para refutar semejantes argumentos insensatos, Śrī Śrīdhara Svāmī señala que en muchos de los Purāṇas más antiguos se hace referencia al Bhāgavatam. Este primer śloka del Bhāgavatam comienza con el mantra gāyatrī. En el Matsya Purāṇa, que es el más antiguo de todos los Purāṇas, se hace referencia a esto. En relación con el mantra gāyatrī del Bhāgavatam, en ese Purāṇa se dice que existen muchas narraciones de instrucciones espirituales que comienzan con el mantra gāyatrī. Y existe la historia de Vṛtrāsura. Todo aquel que regale esta gran obra en un día de luna llena, alcanzará la perfección más elevada de la vida, que consiste en regresar a Dios. También se hace referencia al Bhāgavatam en otros Purāṇas, en los que se afirma claramente que esta obra fue completada en doce cantos, que comprenden dieciocho mil ślokas. En el Padma Purāṇa también se hace referencia al Bhāgavatam, en una conversación entre Gautama y Mahārāja Ambarīṣa. Allí se le aconsejó al rey que, si deseaba liberarse del cautiverio material, leyera regularmente el Śrīmad-Bhāgavatam. Ante tales circunstancias, no hay duda respecto a la autoridad del Bhāgavatam. En los últimos quinientos años, muchos eruditos sabios y ācāryas, tales como Jīva Gosvāmī, Sanātana Gosvāmī, Viśvanātha Cakravartī, Vallabhācārya y muchos otros distinguidos eruditos, incluso después de la época del Señor Caitanya, elaboraron detallados comentarios acerca del Bhāgavatam. El estudiante sincero haría bien en tratar de examinarlos, para saborear con mayor deleite los mensajes trascendentales.

Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura trata específicamente la psicología sexual original y pura (ādi-rasa), despojada de toda embriaguez mundana. Toda la creación material se mueve bajo el principio de la vida sexual. En la civilización moderna, la vida sexual es el punto focal de todas las actividades. Adondequiera que uno mire, ve que la vida sexual es lo preponderante. Por consiguiente, la vida sexual no es irreal. Su realidad se experimenta en el mundo espiritual. La vida sexual material no es más que un reflejo pervertido del hecho original. El hecho original se halla en la Verdad Absoluta, y por eso la Verdad Absoluta no puede ser impersonal. No es posible ser impersonal y contener vida sexual pura. De manera que los filósofos impersonalistas le han dado un impulso indirecto a la abominable vida sexual mundana, por haber hecho demasiado énfasis en el carácter impersonal de la verdad última. Como consecuencia de ello, el hombre ha aceptado la pervertida vida sexual como lo máximo que existe, por no tener información de la verdadera forma espiritual de la vida sexual. Existe una diferencia entre la vida sexual en la enferma condición material y la vida sexual espiritual.

Este Śrīmad-Bhāgavatam elevará gradualmente al lector imparcial a la más elevada y perfecta etapa de la trascendencia. Lo capacitará para trascender las tres modalidades de las actividades materiales: las acciones fruitivas, la filosofía especulativa y la adoración de deidades funcionales tal como se inculca en los versos védicos.