ES/SB 1.19.31


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 31

praśāntam āsīnam akuṇṭha-medhasaṁ
muniṁ nṛpo bhāgavato ’bhyupetya
praṇamya mūrdhnāvahitaḥ kṛtāñjalir
natvā girā sūnṛtayānvapṛcchat


PALABRA POR PALABRA

praśāntam—perfectamente apacible; āsīnam—sentado; akuṇṭha—sin vacilación; medhasam—aquel que tiene suficiente inteligencia; munim—al gran sabio; nṛpaḥ—el rey (Mahārāja Parīkṣit); bhāgavataḥ—el gran devoto; abhyupetya—acercándose a él; praṇamya—postrándose; mūrdhnā—la cabeza; avahitaḥ—debidamente; kṛta-añjaliḥ—con las manos juntas; natvā—cortésmente; girā—mediante palabras; sūnṛtayā—con una voz grata; anvapṛcchat—preguntó.


TRADUCCIÓN

Desde su asiento, el sabio Śrī Śukadeva Gosvāmī se veía muy apacible, inteligente y dispuesto a responder cualquier pregunta sin vacilar. El gran devoto, Mahārāja Parīkṣit, se acercó a él, le ofreció sus respetos postrándose ante él, y le hizo preguntas de un modo cortés, con palabras gratas y las manos juntas.


SIGNIFICADO

La medida que Mahārāja Parīkṣit adopta ahora y que consiste en hacerle preguntas a un gran maestro, es muy indicada, según lo señalan los mandatos de las Escrituras. La disposición de la Escritura dice que, para entender la ciencia trascendental, uno debe acudir humildemente a un maestro espiritual. Ahora Mahārāja Parīkṣit se disponía a encontrar la muerte, y en el muy corto plazo de siete días tenía que aprender el proceso para entrar en el Reino de Dios. En casos así de importantes, es necesario que uno acuda a un maestro espiritual. A menos que se necesite resolver los problemas de la vida, no hay por qué acudir a un maestro espiritual. Aquel que no sabe cómo hacerle preguntas al maestro espiritual, no tiene ninguna necesidad de ir a verlo. Y las cualidades del maestro espiritual se encuentran manifestadas perfectamente en la persona de Śukadeva Gosvāmī. Tanto el maestro espiritual como el discípulo, es decir, Śrī Śukadeva Gosvāmī y Mahārāja Parīkṣit, lograron la perfección por intermedio del Śrīmad-Bhāgavatam. Śukadeva Gosvāmī aprendió el Śrīmad-Bhāgavatam con su padre, Vyāsadeva, pero no tuvo la oportunidad de recitarlo. Él recitó el Śrīmad-Bhāgavatam ante Mahārāja Parīkṣit y respondió las preguntas de este sin vacilar, y de ese modo tanto el maestro como el discípulo lograron la salvación.