ES/SB 10.7 El resumen


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


En este capítulo se relatan los pasatiempos en que Śrī Kṛṣṇa rompió el carro (śakaṭabhañjana), mató al asura Tṛṇāvarta, y manifestó en Su boca el universo entero.

Muy complacido de ver que Mahārāja Parīkṣit estaba ansioso por escuchar acerca de los pasatiempos infantiles del Señor Kṛṣṇa, Śukadeva Gosvāmī continuó hablando. Śrī Kṛṣṇa, que solo tenía tres meses de edad, empezaba a darse la vuelta Él solo en la cuna, pero todavía no había aprendido a andar a gatas. Madre Yaśodā reunió entonces a sus amigas para celebrar una ceremonia ritual por la buena fortuna del niño. Esa clase de ceremonias suelen celebrarse en compañía de mujeres que también tienen niños pequeños. Cuando vio que Kṛṣṇa Se quedaba dormido, madre Yaśodā, que estaba muy atareada, acostó al bebé debajo de un śakaṭa, un carretón doméstico, y, mientras el niño dormía, se dedicó a ultimar los preparativos de aquella ceremonia ritual auspiciosa. Madre Yaśodā acostó al niño en una cunita que había puesto debajo del carretón. El niño, que estaba dormido, despertó de pronto agitando Sus piernecitas como suelen hacer los niños. Sus pataleos sacudieron el carretón, que se derrumbó con gran estrépito y se rompió en mil pedazos, con todo su contenido esparcido por el suelo. Unos niños que jugaban allí cerca corrieron a avisar a madre Yaśodā que el carretón se había roto. Madre Yaśodā, muy angustiada, llegó rápidamente con las otras gopīs, tomó al bebé en brazos y Le dio de mamar de su pecho. Las ceremonias rituales védicas se celebraron con la ayuda de los brāhmaṇas. Sin conocer la verdadera identidad del bebé, los brāhmaṇas Le dieron un sinfín de bendiciones.

Otro día, madre Yaśodā tenía al niño en su regazo cuando, de pronto, notó que pesaba tanto como el universo entero. Madre Yaśodā se sorprendió tanto que tuvo que dejar al niño en el suelo. En esas circunstancias, uno de los sirvientes de Kaṁsa, Tṛṇāvarta, apareció en el lugar en forma de torbellino y se llevó al bebé. Toda la región de Gokula se llenó de polvo, y nadie sabía a dónde había ido a parar el bebé. Todas las gopīs estaban desoladas porque la tormenta de arena se había llevado a Kṛṣṇa. Sin embargo, en el cielo, el asura apenas podía soportar el peso del niño. No podía llevarlo más lejos, pero tampoco podía soltarlo, porque Kṛṣṇa Se había abrazado a él con tanta fuerza que le costaba muchísimo separarlo de su cuerpo. Tṛṇāvarta cayó entonces desde una gran altura, con el niño firmemente sujeto a su cuello, y murió inmediatamente. Cuando el demonio cayó, las gopīs recogieron al bebé y Lo pusieron en brazos de madre Yaśodā. Madre Yaśodā no salía de su asombro, pero, debido a la influencia de yoga-māyā, nadie lograba comprender quién era Kṛṣṇa y qué había ocurrido en realidad. Todos, en cambio, alabaron a la fortuna por haber salvado al niño de semejante catástrofe. Nanda Mahārāja, por su parte, no podía dejar de pensar en la maravillosa clarividencia de Vasudeva y, considerándole un gran yogī, le alababa constantemente. Más tarde, mientras madre Yaśodā tenía al bebé en brazos, Kṛṣṇa bostezó, y madre Yaśodā pudo contemplar dentro de Su boca toda la manifestación universal.