ES/SB 8.3 El resumen


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


En este capítulo se presentan las oraciones de Gajendra, el rey de los elefantes. En el pasado, el rey de los elefantes había sido un ser humano llamado Indradyumna, el cual había aprendido una oración dirigida al Señor Supremo. Ahora tenía la fortuna de recordarla, y la recitó para sus adentros. En primer lugar, ofreció respetuosas reverencias a la Suprema Personalidad de Dios; también expresó su incapacidad de recitar las oraciones debidamente, debido a la difícil posición en que se encontraba, atacado por el cocodrilo. Aun así, trató de cantar el mantra y logró hallar las palabras adecuadas, expresándose de la siguiente manera:

«La Suprema Personalidad de Dios es la causa de todas las causas, la persona original de quien todo ha emanado. Él es la causa original de la manifestación cósmica, y todo el cosmos reposa en Él; sin embargo, es trascendental, pues todas Sus actividades en relación con el mundo material se llevan a cabo por intermedio de Su energía externa. Él Se encuentra eternamente en el mundo espiritual —en Vaikuṇṭha o en Goloka Vṛndāvana—, dedicado a Sus pasatiempos eternos. El mundo material es un producto de Su energía externa, la naturaleza material, que actúa bajo Su dirección. Es así como se producen la creación, el mantenimiento y la aniquilación. El Señor existe en todo momento, aunque al no devoto esto le resulta muy difícil de entender. Aunque todo el mundo tiene la posibilidad de percibir a la trascendental Suprema Personalidad de Dios, solo los devotos puros perciben Su presencia y actividades. La Suprema Personalidad de Dios está completamente libre del nacimiento material, la muerte, la vejez y las enfermedades. En verdad, en el mundo material, todo aquel que se refugie en Él quedará también situado en esa posición trascendental. Para satisfacción del devoto (paritrāṇāya sādhūnām), el Señor adviene y manifiesta Sus actividades. Ninguno de Sus pasatiempos, como Su advenimiento o Su partida, es en absoluto material. Aquel que conoce ese secreto puede entrar en el reino de Dios. En el Señor se reconcilian todos los elementos antagónicos. El Señor está en el corazón de todos. Él es el controlador de todo, el testigo de todas las actividades, y la fuente original de todas las entidades vivientes. En verdad, todas las entidades vivientes son partes de Él, pues Él es el origen de Mahā-Viṣṇu, que es la fuente de las entidades vivientes del mundo material. El Señor puede observar las actividades de nuestros sentidos, que, por Su misericordia, pueden actuar y alcanzar resultados materiales. Él, aunque es la fuente original de todo, permanece libre del contacto de cualquiera de Sus subproductos. Es como una mina de oro, que, aunque es el origen del oro que hay en las alhajas, es distinta de las alhajas en sí. Al Señor se Le adora mediante el método prescrito en los Pāñcarātras. Él es la fuente de nuestro conocimiento, y puede darnos la liberación. Por lo tanto, tenemos el deber de entenderle conforme a las instrucciones de los devotos, y, en particular, del maestro espiritual. Aunque para nosotros la modalidad de la bondad permanece cubierta, si seguimos las instrucciones de las personas santas y del maestro espiritual podremos liberarnos de las garras materiales.

»La forma material de la Suprema Personalidad de Dios resplandece con luz propia y es adorada por los no devotos; los que son avanzados en el conocimiento espiritual adoran Su forma impersonal, y los yogīs Le perciben en Su aspecto de Paramātmā localizado. Sin embargo, solo los devotos comprenden Su forma personal original. Esa Suprema Personalidad de Dios puede disipar la oscuridad del alma condicionada mediante las instrucciones que ofrece en el Bhagavad-gītā. Él es el océano de cualidades trascendentales, y solo puede ser comprendido por personas liberadas que han superado el concepto corporal de la vida. El Señor, por Su misericordia sin causa, puede rescatar al alma condicionada de las garras de la materia y capacitarla para ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios, para ser Su sirviente personal. Sin embargo, el devoto puro no aspira a ir de regreso a Dios; para estar satisfecho le basta con cumplir con su servicio en el mundo material. El devoto puro no pide nada a la Suprema Personalidad de Dios. Solo ora por verse libre del concepto material de la vida y ocuparse en el amoroso servicio trascendental del Señor».

De este modo, el rey de los elefantes, Gajendra, ofreció oraciones directamente a la Suprema Personalidad de Dios, sin confundirle con uno de los semidioses. Ni Brahmā, ni Śiva, ni ninguno de los semidioses, acudió a verle, sino que fue la Suprema Personalidad de Dios, Nārāyaṇa, quien, montado en Garuḍa, apareció personalmente ante él. Gajendra levantó la trompa para ofrecer reverencias al Señor, y el Señor le sacó inmediatamente del agua, arrastrando también al cocodrilo que le había apresado la pata. El Señor mató entonces al cocodrilo, y de ese modo rescató a Gajendra.