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La manifestación cósmica material es una exhibición de la energía externa de la Suprema Personalidad de Dios, pero como la materia inerte no puede  actuar independientemente, el propio Señor entra en la creación material en forma de expansión parcial (Paramātmā), y mediante Sus partes integrales separadas (las entidades vivientes). En otras palabras, tanto las entidades vivientes como la Suprema Personalidad de Dios entran en la creación material simplemente para activarla. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (7.5):  
La manifestación cósmica material es una exhibición de la energía externa de la Suprema Personalidad de Dios, pero como la materia inerte no puede  actuar independientemente, el propio Señor entra en la creación material en forma de expansión parcial (Paramātmā), y mediante Sus partes integrales separadas (las entidades vivientes). En otras palabras, tanto las entidades vivientes como la Suprema Personalidad de Dios entran en la creación material simplemente para activarla. Como se afirma en el ''Bhagavad-gītā'' ([[ES/BG 7.5|7.5]]):  




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  «Además de estos elementos ¡oh, Arjuna, el de poderosos brazos!, hay otra energía Mía superior, que consiste en las entidades vivientes que están explotando los recursos de esta naturaleza material e inferior». Como el mundo material no puede funcionar de manera independiente, las entidades vivientes entran en la manifestación material en cuatro clases distintas de cuerpos. Es significativa en este verso la palabra catur-vidham. Las entidades vivientes que nacen en el mundo material pueden ser de cuatro clases. Unas nacen de un embrión (jarāyu-ja), otras nacen de huevos (aṇḍa-ja), otras del sudor (sveda-ja), y otras, como los árboles, por medio de semillas (udbhij-ja). Todas esas entidades vivientes, sea cual sea el modo en que aparezcan, se ocupan en la búsqueda del disfrute de los sentidos. En este verso se echa por tierra la opinión de los científicos materialistas de que los seres humanos son las únicas entidades vivientes que tienen alma. Ya sea que nazcan de un embrión, de un huevo, del sudor o de semillas, todas las entidades vivientes, en las 8 400 000 especies de vida, son partes integrales de la Suprema Personalidad de Dios; por lo tanto, cada una de ellas es un alma, una chispa espiritual individual. La Suprema Personalidad de Dios permanece en el corazón de la entidad viviente, sin considerar si se trata de hombre, animal, árbol, gusano o microbio. El Señor reside en el corazón de todos, y como todas las entidades vivientes que vienen al mundo material lo hacen para satisfacer su deseo de disfrutar de los sentidos, el Señor las dirige hacia ese disfrute. Así pues, Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, conoce los deseos de todos. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (15.15):
  «Además de estos elementos ¡oh, Arjuna, el de poderosos brazos!, hay otra energía Mía superior, que consiste en las entidades vivientes que están explotando los recursos de esta naturaleza material e inferior». Como el mundo material no puede funcionar de manera independiente, las entidades vivientes entran en la manifestación material en cuatro clases distintas de cuerpos. Es significativa en este verso la palabra ''catur-vidham''. Las entidades vivientes que nacen en el mundo material pueden ser de cuatro clases. Unas nacen de un embrión (''jarāyu-ja''), otras nacen de huevos (''aṇḍa-ja''), otras del sudor (''sveda-ja''), y otras, como los árboles, por medio de semillas (''udbhij-ja''). Todas esas entidades vivientes, sea cual sea el modo en que aparezcan, se ocupan en la búsqueda del disfrute de los sentidos. En este verso se echa por tierra la opinión de los científicos materialistas de que los seres humanos son las únicas entidades vivientes que tienen alma. Ya sea que nazcan de un embrión, de un huevo, del sudor o de semillas, todas las entidades vivientes, en las 8 400 000 especies de vida, son partes integrales de la Suprema Personalidad de Dios; por lo tanto, cada una de ellas es un alma, una chispa espiritual individual. La Suprema Personalidad de Dios permanece en el corazón de la entidad viviente, sin considerar si se trata de hombre, animal, árbol, gusano o microbio. El Señor reside en el corazón de todos, y como todas las entidades vivientes que vienen al mundo material lo hacen para satisfacer su deseo de disfrutar de los sentidos, el Señor las dirige hacia ese disfrute. Así pues, Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, conoce los deseos de todos. Como se afirma en el ''Bhagavad-gītā'' ([[ES/BG 15.15|15.15]]):




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«Yo estoy situado en el corazón de todos, y de Mí vienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido». El Señor, que permanece en el corazón de todas las entidades vivientes, les concede el recuerdo, para que puedan disfrutar de determinadas cosas. De esa forma, las entidades vivientes crean sus propios panales para disfrutar, y luego gozan de ellos. El ejemplo de las abejas es muy apropiado, porque cuando las abejas tratan de disfrutar de sus panales, tienen que sufrir las picaduras de las demás abejas. Mientras disfrutan de la miel, se pican las unas a las otras, de manera que, no solo disfrutan de la dulzura de la miel, sino que también sufren. En otras palabras, las entidades  vivientes están expuestas a los placeres y sufrimientos del disfrute material, mientras que la Suprema Personalidad de Dios, que conoce sus planes de disfrute, está aparte de ellas. En los Upaniṣads se da el ejemplo de dos pájaros posados en un árbol. Uno de ellos (la jīva, la entidad viviente) saborea los frutos del árbol, y el otro (Paramātmā) hace de testigo. El Bhagavad-gītā (13.23) se refiere a la Suprema Personalidad de Dios, en Su aspecto de Paramātmā, con las palabras upadraṣṭā (el que supervisa) y anumantā (el que autoriza). De esta manera, el Señor simplemente actúa como testigo y da su sanción a la entidad viviente para que pueda disfrutar de los sentidos. También es Paramātmā quien da inteligencia a las abejas para construir colmenas, recoger miel de las flores, almacenarla y disfrutar de ella. Aunque está aparte de las entidades vivientes, Paramātmā conoce sus intenciones, y les facilita los medios para que puedan disfrutar o sufrir los resultados de sus acciones. La sociedad humana es idéntica a una colmena, pues todo el mundo se dedica a recoger miel de las flores, recogiendo dinero de diversas fuentes, y a crear grandes imperios para el disfrute común. Sin embargo, después de crear esos imperios, hay que sufrir los picotazos de otras naciones. A veces las naciones se declaran la guerra, y las colmenas humanas se convierten en fuentes de sufrimientos. A pesar de que están creando sus colmenas para disfrutar de la dulzura de los sentidos, los seres humanos, al mismo tiempo, están sufriendo las picaduras de otras personas o naciones. La Suprema Personalidad de Dios, en la forma de Paramātmā, simplemente actúa como testigo de esas actividades. La conclusión es que la Suprema Personalidad de Dios y las jīvas entran juntas en el mundo material. Sin embargo, Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, es digno de adoración, pues ha dispuesto lo que la entidad viviente necesita para su felicidad en el mundo material. Pero, como se trata del mundo material, no se puede disfrutar de ningún tipo de felicidad libre de ilusión. Mundo material e ilusión son sinónimos, mientras que disfrute espiritual significa disfrute puro bajo la protección de la Suprema Personalidad de Dios.
«Yo estoy situado en el corazón de todos, y de Mí vienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido». El Señor, que permanece en el corazón de todas las entidades vivientes, les concede el recuerdo, para que puedan disfrutar de determinadas cosas. De esa forma, las entidades vivientes crean sus propios panales para disfrutar, y luego gozan de ellos. El ejemplo de las abejas es muy apropiado, porque cuando las abejas tratan de disfrutar de sus panales, tienen que sufrir las picaduras de las demás abejas. Mientras disfrutan de la miel, se pican las unas a las otras, de manera que, no solo disfrutan de la dulzura de la miel, sino que también sufren. En otras palabras, las entidades  vivientes están expuestas a los placeres y sufrimientos del disfrute material, mientras que la Suprema Personalidad de Dios, que conoce sus planes de disfrute, está aparte de ellas. En los ''Upaniṣads'' se da el ejemplo de dos pájaros posados en un árbol. Uno de ellos (la ''jīva'', la entidad viviente) saborea los frutos del árbol, y el otro (Paramātmā) hace de testigo. El ''Bhagavad-gītā'' ([[ES/BG 13.23|13.23]]) se refiere a la Suprema Personalidad de Dios, en Su aspecto de Paramātmā, con las palabras ''upadraṣṭā'' (el que supervisa) y ''anumantā'' (el que autoriza). De esta manera, el Señor simplemente actúa como testigo y da su sanción a la entidad viviente para que pueda disfrutar de los sentidos. También es Paramātmā quien da inteligencia a las abejas para construir colmenas, recoger miel de las flores, almacenarla y disfrutar de ella. Aunque está aparte de las entidades vivientes, Paramātmā conoce sus intenciones, y les facilita los medios para que puedan disfrutar o sufrir los resultados de sus acciones. La sociedad humana es idéntica a una colmena, pues todo el mundo se dedica a recoger miel de las flores, recogiendo dinero de diversas fuentes, y a crear grandes imperios para el disfrute común. Sin embargo, después de crear esos imperios, hay que sufrir los picotazos de otras naciones. A veces las naciones se declaran la guerra, y las colmenas humanas se convierten en fuentes de sufrimientos. A pesar de que están creando sus colmenas para disfrutar de la dulzura de los sentidos, los seres humanos, al mismo tiempo, están sufriendo las picaduras de otras personas o naciones. La Suprema Personalidad de Dios, en la forma de Paramātmā, simplemente actúa como testigo de esas actividades. La conclusión es que la Suprema Personalidad de Dios y las ''jīvas'' entran juntas en el mundo material. Sin embargo, Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, es digno de adoración, pues ha dispuesto lo que la entidad viviente necesita para su felicidad en el mundo material. Pero, como se trata del mundo material, no se puede disfrutar de ningún tipo de felicidad libre de ilusión. Mundo material e ilusión son sinónimos, mientras que disfrute espiritual significa disfrute puro bajo la protección de la Suprema Personalidad de Dios.
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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 64

sṛṣṭaṁ sva-śaktyedam anupraviṣṭaś
catur-vidhaṁ puram ātmāṁśakena
atho vidus taṁ puruṣaṁ santam antar
bhuṅkte hṛṣīkair madhu sāra-ghaṁ yaḥ


PALABRA POR PALABRA

sṛṣṭam—en la creación; sva-śaktyā—por Tu propia potencia; idam—esta manifestación cósmica; anupraviṣṭaḥ—entrar después; catuḥ-vidham—cuatro clases de; puram—cuerpos; ātma-aṁśakena—por Tu propia parte integral; atho—por lo tanto; viduḥ—conoces; tam—a él; puruṣam—el disfrutador; santam—que existe; antaḥ—dentro; bhuṅkte—disfruta; hṛṣīkaiḥ—con los sentidos; madhu—dulzura; sāra-gham—miel; yaḥ—aquel que.


TRADUCCIÓN

Mi querido Señor, después de crear mediante Tus propias potencias, entras en la creación en cuatro clases de formas. Tú, como estás dentro del corazón de las entidades vivientes, las conoces y sabes cómo disfrutan de sus sentidos. Lo que se llama felicidad en esta creación material es exactamente como el disfrute de las abejas con la miel que han reunido en el panal.


SIGNIFICADO

La manifestación cósmica material es una exhibición de la energía externa de la Suprema Personalidad de Dios, pero como la materia inerte no puede actuar independientemente, el propio Señor entra en la creación material en forma de expansión parcial (Paramātmā), y mediante Sus partes integrales separadas (las entidades vivientes). En otras palabras, tanto las entidades vivientes como la Suprema Personalidad de Dios entran en la creación material simplemente para activarla. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (7.5):


apareyam itas tv anyāṁ
prakṛtiṁ viddhi me parām
jīva-bhūtāṁ mahā-bāho
dhāryate jagat


«Además de estos elementos ¡oh, Arjuna, el de poderosos brazos!, hay otra energía Mía superior, que consiste en las entidades vivientes que están explotando los recursos de esta naturaleza material e inferior». Como el mundo material no puede funcionar de manera independiente, las entidades vivientes entran en la manifestación material en cuatro clases distintas de cuerpos. Es significativa en este verso la palabra catur-vidham. Las entidades vivientes que nacen en el mundo material pueden ser de cuatro clases. Unas nacen de un embrión (jarāyu-ja), otras nacen de huevos (aṇḍa-ja), otras del sudor (sveda-ja), y otras, como los árboles, por medio de semillas (udbhij-ja). Todas esas entidades vivientes, sea cual sea el modo en que aparezcan, se ocupan en la búsqueda del disfrute de los sentidos. En este verso se echa por tierra la opinión de los científicos materialistas de que los seres humanos son las únicas entidades vivientes que tienen alma. Ya sea que nazcan de un embrión, de un huevo, del sudor o de semillas, todas las entidades vivientes, en las 8 400 000 especies de vida, son partes integrales de la Suprema Personalidad de Dios; por lo tanto, cada una de ellas es un alma, una chispa espiritual individual. La Suprema Personalidad de Dios permanece en el corazón de la entidad viviente, sin considerar si se trata de hombre, animal, árbol, gusano o microbio. El Señor reside en el corazón de todos, y como todas las entidades vivientes que vienen al mundo material lo hacen para satisfacer su deseo de disfrutar de los sentidos, el Señor las dirige hacia ese disfrute. Así pues, Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, conoce los deseos de todos. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (15.15):


sarvasya cāhaṁ hṛdi sanniviṣṭo
mattaḥ smṛtir jñānam apohanaṁ ca


«Yo estoy situado en el corazón de todos, y de Mí vienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido». El Señor, que permanece en el corazón de todas las entidades vivientes, les concede el recuerdo, para que puedan disfrutar de determinadas cosas. De esa forma, las entidades vivientes crean sus propios panales para disfrutar, y luego gozan de ellos. El ejemplo de las abejas es muy apropiado, porque cuando las abejas tratan de disfrutar de sus panales, tienen que sufrir las picaduras de las demás abejas. Mientras disfrutan de la miel, se pican las unas a las otras, de manera que, no solo disfrutan de la dulzura de la miel, sino que también sufren. En otras palabras, las entidades vivientes están expuestas a los placeres y sufrimientos del disfrute material, mientras que la Suprema Personalidad de Dios, que conoce sus planes de disfrute, está aparte de ellas. En los Upaniṣads se da el ejemplo de dos pájaros posados en un árbol. Uno de ellos (la jīva, la entidad viviente) saborea los frutos del árbol, y el otro (Paramātmā) hace de testigo. El Bhagavad-gītā (13.23) se refiere a la Suprema Personalidad de Dios, en Su aspecto de Paramātmā, con las palabras upadraṣṭā (el que supervisa) y anumantā (el que autoriza). De esta manera, el Señor simplemente actúa como testigo y da su sanción a la entidad viviente para que pueda disfrutar de los sentidos. También es Paramātmā quien da inteligencia a las abejas para construir colmenas, recoger miel de las flores, almacenarla y disfrutar de ella. Aunque está aparte de las entidades vivientes, Paramātmā conoce sus intenciones, y les facilita los medios para que puedan disfrutar o sufrir los resultados de sus acciones. La sociedad humana es idéntica a una colmena, pues todo el mundo se dedica a recoger miel de las flores, recogiendo dinero de diversas fuentes, y a crear grandes imperios para el disfrute común. Sin embargo, después de crear esos imperios, hay que sufrir los picotazos de otras naciones. A veces las naciones se declaran la guerra, y las colmenas humanas se convierten en fuentes de sufrimientos. A pesar de que están creando sus colmenas para disfrutar de la dulzura de los sentidos, los seres humanos, al mismo tiempo, están sufriendo las picaduras de otras personas o naciones. La Suprema Personalidad de Dios, en la forma de Paramātmā, simplemente actúa como testigo de esas actividades. La conclusión es que la Suprema Personalidad de Dios y las jīvas entran juntas en el mundo material. Sin embargo, Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, es digno de adoración, pues ha dispuesto lo que la entidad viviente necesita para su felicidad en el mundo material. Pero, como se trata del mundo material, no se puede disfrutar de ningún tipo de felicidad libre de ilusión. Mundo material e ilusión son sinónimos, mientras que disfrute espiritual significa disfrute puro bajo la protección de la Suprema Personalidad de Dios.