ES/SB 7.8.29

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 29

viṣvak sphurantaṁ grahaṇāturaṁ harir
vyālo yathākhuṁ kuliśākṣata-tvacam
dvāry ūrum āpatya dadāra līlayā
nakhair yathāhiṁ garuḍo mahā-viṣam


PALABRA POR PALABRA

viṣvak—en todas direcciones; sphurantam—moviendo sus miembros; grahaṇaāturam—afligido por haber sido capturado; hariḥ—la Suprema Personalidad de Dios, Nṛsiṁhadeva; vyālaḥ—una serpiente; yathā—como; ākhum—a un ratón; kuliśaakṣata—a quien ni siquiera el rayo de Indra podía herir; tvacam—cuya piel; dvāri—en el umbral de la puerta; ūrum—sobre Sus muslos; āpatya—poniendo; dadāra—atravesó; līlayā—con gran facilidad; nakhaiḥ—con las uñas; yathā—tal como; ahim—a una serpiente; garuḍaḥ—Garuḍa, el portador del Señor Viṣṇu; mahā-viṣam—muy venenosa.


TRADUCCIÓN

Del mismo modo en que una serpiente atrapa un ratón o Garuḍa una serpiente muy venenosa, el Señor Nṛsiṁhadeva atrapó a Hiraṇyakaśipu, a quien ni siquiera el rayo de Indra podía herir. Mientras Hiraṇyakaśipu agitaba sus miembros en todas direcciones, muy afligido por verse atrapado, el Señor Nṛsiṁhadeva puso al demonio en Su regazo, sujetándole sobre los muslos, y, en el umbral de la sala de asambleas, el Señor, con gran facilidad, lo deshizo en pedazos con las uñas de la mano.


SIGNIFICADO

Hiraṇyakaśipu había recibido del Señor Brahmā la bendición de que no moriría ni en la tierra ni en el cielo. Por eso, para mantener intacta la promesa del Señor Brahmā, Nṛsiṁhadeva puso el cuerpo de Hiraṇyakaśipu sobre Su regazo, que no era ni tierra ni cielo. Hiraṇyakaśipu había recibido la bendición de que no moriría ni de día ni de noche, y el Señor, para mantener esa promesa de Brahmā, le mató al atardecer; esa hora es el final del día y el principio de la noche, pero no es ni de día ni de noche. Hiraṇyakaśipu había recibido del Señor Brahmā la bendición de que no le mataría ningún arma ni ninguna persona, viva o muerta, y el Señor Nṛsiṁhadeva, para mantener la palabra de Brahmā, atravesó el cuerpo de Hiraṇyakaśipu con Sus uñas, que no eran armas y que no estaban ni vivas ni muertas. De las uñas, en realidad, puede decirse que están muertas, pero también se puede decir que están vivas. Para mantener intactas todas las bendiciones del Señor Brahmā, el Señor Nṛsiṁhadeva mató al gran demonio Hiraṇyakaśipu de un modo paradójico, pero, al mismo tiempo, con gran facilidad.