ES/SB 7.8.34

Revision as of 07:18, 25 December 2018 by Jimena (talk | contribs) (Srimad-Bhagavatam Compile Form edit)
(diff) ← Older revision | Latest revision (diff) | Newer revision → (diff)

Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 34

tataḥ sabhāyām upaviṣṭam uttame
nṛpāsane saṁbhṛta-tejasaṁ vibhum
alakṣita-dvairatham atyamarṣaṇaṁ
pracaṇḍa-vaktraṁ na babhāja kaścana


PALABRA POR PALABRA

tataḥ—a continuación; sabhāyām—en la casa de asambleas; upaviṣṭam—sentado; uttame—en el mejor; nṛpa-āsane—trono (en el que solía sentarse el rey Hiraṇyakaśipu); saṁbhṛta-tejasam—pleno de refulgencia; vibhum—el Señor Supremo; alakṣitadvairatham—cuyo rival o enemigo no aparecía; ati—muy; amarṣaṇam—terrorífica (debido a Su ira); pracaṇḍa—terrible; vaktram—cara; na—no; babhāja—adoró; kaścana—nadie.


TRADUCCIÓN

Pleno de refulgencia y con un semblante terrorífico, el Señor Nṛsiṁha, muy furioso y sin hallar rivales que hicieran frente a Su poder y opulencia, Se sentó en la sala de asambleas ocupando el excelente trono del rey. Debido al temor y los sentimientos de obediencia, nadie osó adelantarse para servir al Señor directamente.


SIGNIFICADO

Cuando el Señor Se sentó en el trono de Hiraṇyakaśipu, nadie protestó; ningún enemigo se puso de parte de Hiraṇyakaśipu para luchar contra el Señor. Esto significa que los demonios aceptaron inmediatamente Su supremacía. También hay que señalar que Hiraṇyakaśipu, a pesar de haber tratado al Señor como su más acérrimo enemigo, era Su sirviente fiel en Vaikuṇṭha, de modo que el Señor no dudó en sentarse en el trono que tantos esfuerzos había costado a Hiraṇyakaśipu. En relación con esto, Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura señala que, a veces, los grandes ṛṣis y personas santas ofrecen al Señor asientos valiosos, dedicándoselos, con gran cuidado y atención, con mantras védicos y tantras; el Señor, sin embargo, no Se sienta en esos tronos. Pero Hiraṇyakaśipu en el pasado había sido Jaya, el guardián de las puertas de Vaikuṇṭha; debido a la maldición de los brāhmaṇas, había caído de su posición y había adquirido la naturaleza de un demonio; pero, aun así, y a pesar de que en Su vida como Hiraṇyakaśipu no había hecho ninguna ofrenda al Señor, el Señor es tan afectuoso con Sus devotos y sirvientes que Se sintió complacido de sentarse en el trono que había creado Hiraṇyakaśipu. En relación con esto, debemos entender que el devoto es afortunado en toda circunstancia.