ES/SB 6.4 El resumen
Mahārāja Parīkṣit rogó a Śukadeva Gosvāmī que le explicase con más detalle la creación de las entidades vivientes del universo; Śukadeva Gosvāmī le explicó entonces que cuando los Pracetās, los diez hijos de Prācīnabarhi, entraron en el mar para ejecutar austeridades, el planeta Tierra, falto de un rey, se vio sumido en el abandono. Entonces, de modo natural, crecieron muchas malas hierbas y árboles inútiles, y no se producían cereales. Toda la Tierra era un bosque. Cuando los diez Pracetās salieron del mar y vieron el mundo entero lleno de árboles, se irritaron mucho con ellos, y, a fin de corregir aquel desorden, decidieron destruirlos. De ese modo, los Pracetās crearon viento y fuego para reducirlos a cenizas. Sin embargo, Soma, el rey de la Luna y de la vegetación, les prohibió destruir los árboles, ya que estos son fuente de frutas y flores para todos los seres vivos. Soma, para satisfacer a los Pracetās, les entregó una hermosa muchacha hija de Pramlocā Apsarā. De esa muchacha y del semen de todos los Pracetās nació Dakṣa.
Dakṣa comenzó por crear a todos los semidioses, demonios y seres humanos, pero cuando vio que la población no aumentaba debidamente, aceptó la orden de sannyāsa y se retiró a la montaña Vindhya, donde se sometió a rigurosas austeridades y ofreció al Señor Viṣṇu una oración llamada Haṁsa-guhya, con lo cual el Señor Viṣṇu Se sintió muy satisfecho con él. El contenido de esa oración es el siguiente:
«La Suprema Personalidad de Dios, la Superalma, el Señor Hari, es el controlador, tanto de las entidades vivientes como de la naturaleza material. Él es autosuficiente y posee Su propio resplandor. Del mismo modo que el objeto de la percepción no es la causa de los sentidos con que percibimos, la entidad viviente, aunque está dentro del cuerpo, no es la causa de la Superalma, que es su amigo eterno y que, a su vez, es la causa de la creación de todos los sentidos. La entidad viviente, debido a la ignorancia, tiene los sentidos ocupados en objetos materiales. Como está viva, la entidad viviente puede entender en cierta medida la creación del mundo material, pero no puede entender a la Suprema Personalidad de Dios, que está más allá de los conceptos del cuerpo, de la mente y de la inteligencia. Sin embargo, los grandes sabios que están siempre absortos en meditación pueden ver la forma personal del Señor dentro de sus corazones.
»Los seres vivos comunes están contaminados por la materia, y, por lo tanto, sus palabras y su inteligencia también son materiales. Esa es la razón que les impide identificar a la Suprema Personalidad de Dios valiéndose de sus sentidos materiales. El concepto de Dios al que se llega a través de los sentidos materiales no es acertado, pues el Señor Supremo está más allá de los sentidos materiales; sin embargo, cuando los sentidos se ocupan en servicio devocional, la Suprema Personalidad de Dios, que es eterno, Se revela en el plano del alma. Cuando ese Dios Supremo pasa a ser el objetivo de la vida, decimos que la persona ha alcanzado el conocimiento espiritual.
»El Brahman Supremo es la causa de todas las causas, pues Él existía en el origen, antes de la creación. Él es la causa original de todo lo que existe, tanto material como espiritual, y Su existencia es independiente. Sin embargo, el Señor posee una potencia denominada avidyā, la energía ilusoria, que induce a los falsos argumentadores a considerarse perfectos, y que tiene el poder de confundir al alma condicionada. Ese Brahman Supremo, la Superalma, siente un gran afecto por Sus devotos. Para concederles Su misericordia, revela Su forma, Su nombre, Sus atributos y Sus cualidades, para que ellos los adoren en el mundo material.
»Sin embargo, y por desdicha, las personas absortas en lo material adoran a los semidioses. Del mismo modo que el aire que pasa sobre una flor de loto se lleva con él la fragancia de la flor, o del mismo modo que el viento cargado de polvo presenta el color del polvo, la Suprema Personalidad de Dios aparece en forma de diversos semidioses en función de los deseos de Sus necios adoradores, aunque en realidad Él es la verdad suprema, el Señor Viṣṇu. Él, para satisfacer los deseos de Sus devotos, adviene en diversas encarnaciones; por lo tanto, no hay necesidad de adorar a los semidioses».
Muy satisfecho con las oraciones de Dakṣa, el Señor Viṣṇu apareció ante él en Su forma de ocho brazos. El Señor iba vestido con ropas amarillas y Su color era negruzco. Al darse cuenta de que Dakṣa estaba muy deseoso de seguir la senda del disfrute, el Señor le confirió la potencia de disfrutar de la energía ilusoria. El Señor le ofreció la hija de Pañcajana llamada Asiknī, que era adecuada para que Mahārāja Dakṣa disfrutara de la vida sexual. De hecho, Dakṣa recibió su nombre porque era muy experto en la vida sexual. Tras concederle esa bendición, el Señor Viṣṇu desapareció.