ES/SB 5.6.1


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


TEXTO 1

na nūnaṁ bhagava ātmārāmāṇāṁ yoga-samīrita-jñānāvabharjita
karma-bījānām aiśvaryāṇi punaḥ kleśadāni bhavitum arhanti
yadṛc-chayopagatāni.


PALABRA POR PALABRA

rājā uvāca—el rey Parīkṣit preguntó; na—no; nūnam—ciertamente; bhagavaḥ—¡oh, muy poderoso Śukadeva Gosvāmī!; ātmārāmāṇām—de los devotos puros que simplemente se ocupan en servicio devocional; yoga-samīrita—obtenidos mediante la práctica del yoga; jñāna—con conocimiento; avabharjita—quemadas; karma-bījānām—de aquellos cuyas semillas de actividades fruitivas; aiśvaryāṇi—los poderes místicos; punaḥ—de nuevo; kleśadāni—fuentes de aflicción; bhavitum—volverse; arhanti—pueden; yadṛcchayā—de modo natural; upagatāni—obtenidos.


TRADUCCIÓN

El rey Parīkṣit preguntó a Śukadeva Gosvāmī: Mi querido señor, aquellos que son completamente puros de corazón alcanzan el conocimiento por medio de la práctica del bhakti-yoga, y su apego a las actividades fruitivas queda reducido a cenizas. En esas personas, los poderes del yoga místico surgen de un modo natural, y no son causa de aflicción. ¿Por qué, entonces, dejó Ṛṣabhadeva a un lado esos poderes?


SIGNIFICADO

El devoto puro está constantemente ocupado en el servicio a la Suprema Personalidad de Dios, y de modo natural obtiene todo lo que se necesita para la práctica del servicio devocional, aunque ello pueda parecer resultado del poder místico del yoga. A veces un yogī manifiesta un pequeño poder yóguico, y produce oro. Con un poquito de oro cautiva a los necios, y de ese modo, obtiene muchos seguidores, deseosos de aceptar a esa insignificante persona como si fuese la Suprema Personalidad de Dios. También puede ocurrir que ese yogī se proclame Bhagavān. El devoto, sin embargo, no tiene que exhibir esas proezas mágicas, y, sin necesidad del proceso de yoga místico, obtiene una opulencia aún mayor por todo el mundo. En vista de las circunstancias, el Señor Ṛṣabhadeva Se negó a manifestar las perfecciones místicas del yoga, y Mahārāja Parīkṣit pregunta la razón de que no las aceptase, ya que para el devoto no suponen ninguna perturbación. El devoto nunca está ni afligido ni satisfecho con la opulencia material. Lo que le preocupa es complacer a la Suprema Personalidad de Dios. Cuando, por la gracia del Señor, obtiene una opulencia extraordinaria, el devoto aprovecha la oportunidad para servir al Señor. La opulencia no le perturba.