ES/SB 5.8 El resumen
Bharata Mahārāja era muy elevado, pero, debido a su apego por un cervatillo, cayó de su posición. Un día, después de su baño habitual en el río Gaṇḍakī, Bharata Mahārāja estaba recitando su mantra, cuando vio que una cierva preñada se había acercado al río para beber. De pronto se escuchó el poderoso rugido de un león. La cierva se asustó tanto que allí mismo dió a luz al cervatillo que llevaba en el vientre. Luego cruzó el río, pero al cabo de unos metros murió. Mahārāja Bharata, compadecido del pequeño huérfano, lo rescató del agua y lo llevó a su āśrama, donde lo cuidó con mucho afecto. Poco a poco fue apegándose al pequeño ciervo, y siempre pensaba en él con mucho cariño. A medida que crecía, el cervatillo se convirtió en el compañero inseparable de Mahārāja Bharata, y él le prodigaba toda clase de cuidados; poco a poco, llegó a estar tan absorto en el ciervo que su mente se agitó; cuanto más se apegaba, más descuidado era con su servicio devocional. Aunque había podido abandonar su opulento reino, se apegó al cervatillo. De ese modo, cayó de su posición en la práctica del yoga místico. Cierto día, Mahārāja Bharata echó en falta al cervatillo, y se perturbó tanto que se puso a buscarlo. Mientras lo buscaba y lamentaba su desaparición, Mahārāja Bharata se cayó y murió. Como tenía la mente absorta por completo en el ciervo, en su siguiente vida, naturalmente, nació del vientre de una cierva. Sin embargo, debido a su gran avance espiritual, no olvidó su pasado, a pesar de encontrarse en un cuerpo de ciervo. Se dio cuenta de cómo había caído de su gloriosa posición, y con ese recuerdo abandonó a su madre cierva y regresó de nuevo a Pulaha-āśrama. Allí le llegó el fin de sus actividades fruitivas en cuerpo de ciervo, y cuando murió se liberó de ese cuerpo.