ES/SB 6.16 El resumen


Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


Como explica este capítulo, Citraketu pudo hablar con su hijo muerto y escuchar de sus labios la verdad de la vida. Una vez sereno, Citraketu recibió un mantra del gran sabio Nārada; mediante el canto de ese mantra, Citraketu halló refugio a los pies de loto de Saṅkarṣaṇa.

La entidad viviente es eterna. Por lo tanto, para ella no hay nacimiento ni muerte (na hanyate hanyamāne śarīre). Conforme a las reacciones de sus actividades fruitivas, la persona nace en diversas especies de vida entre las aves, los mamíferos, los árboles, los seres humanos, los semidioses, etc., pasando así por diversos cuerpos. Durante un determinado período de tiempo, recibe un tipo de cuerpo en particular, como hijo o padre en una relación falsa. Todas sus relaciones en el mundo material, con amigos, familiares o enemigos, tienen un fundamento dual, que le hace sentir una felicidad o aflicción basada en la ilusión. La entidad viviente es en realidad un alma espiritual, parte integral de Dios, y no tiene nada que ver con las relaciones en el mundo de la dualidad. Por esa razón, Nārada Muni aconsejó a Citraketu que no se lamentase por la muerte de su supuesto hijo.

Tras escuchar las instrucciones de su hijo muerto, Citraketu y su esposa pudieron entender que, en el mundo material, todas las relaciones son causa de sufrimiento. Las reinas que habían envenenado al hijo de Kṛtadyuti, muy avergonzadas, se sometieron a expiación por el acto pecaminoso de matar a un niño y abandonaron su aspiración de tener hijos. A continuación, Nārada Muni cantó oraciones a Nārāyaṇa, que existe como catur-vyūha, e instruyó a Citraketu acerca del Señor Supremo, que lo crea, mantiene y aniquila todo y es el amo de la naturaleza material. Tras instruir de este modo al rey Citraketu, Nārada regresó a Brahmaloka. Sus instrucciones acerca de la Verdad Absoluta reciben el nombre de mahā-vidyā. Después de recibir iniciación de Nārada Muni, el rey Citraketu cantó ese mahā-vidyā, y, al cabo de una semana, logró ver directamente al Señor Saṅkarṣaṇa, que estaba rodeado por los cuatro Kumāras. El Señor vestía hermosas ropas azuladas, con un yelmo y alhajas de oro. Su rostro tenía un aspecto muy feliz. Citraketu dio reverencias al Señor Saṅkarṣaṇa y Le ofreció oraciones.

En sus oraciones, Citraketu dijo que sobre los poros de Saṅkarṣaṇa, que es ilimitado, pues no tiene ni principio ni fin, reposan millones de universos. La eternidad del Señor les es bien conocida a Sus devotos. La diferencia entre adorar al Señor y adorar a los semidioses está en que quien adora al Señor también se vuelve eterno, mientras que las bendiciones que se puedan recibir de los semidioses no son permanentes. Nadie puede entender a la Suprema Personalidad de Dios sin ser Su devoto.

Cuando Citraketu terminó sus oraciones, el ilimitado Señor Supremo explicó al rey conocimiento acerca de Sí mismo.