ES/SB 8.22 El resumen

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Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada


Ofrecemos a continuación el resumen del capítulo vigesimosegundo. Complacido con la conducta de Bali Mahārāja, la Suprema Personalidad de Dios le envió al planeta Sutala; allí, el Señor le concedió bendiciones y decidió ser su portero.

Bali Mahārāja era extraordinariamente veraz. Al ver que no podía cumplir su promesa, sintió mucho temor, pues sabía que quien se aparta de la senda de la veracidad pierde todo valor ante los ojos de la sociedad. Las personas elevadas pueden soportar las consecuencias de la vida infernal, pero sienten muchísimo temor de apartarse de la verdad y ser difamadas por ello. Bali Mahārāja aceptó con agrado el castigo que la Suprema Personalidad de Dios le había impuesto. En la dinastía de Bali Mahārāja habían nacido muchos asuras que, por ser enemigos de Viṣṇu, alcanzaron un destino más glorioso que el de muchos yogīs místicos. Bali Mahārāja recordó en particular la determinación de Prahlāda Mahārāja en el servicio devocional. Basándose en todas estas consideraciones, decidió ofrecer su cabeza en caridad, para que Viṣṇu pudiera dar Su tercer paso. Bali Mahārāja reflexionó también en las grandes personalidades que habían abandonado sus relaciones familiares y posesiones materiales para satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios. En verdad, algunos habían llegado a sacrificar sus propias vidas para satisfacer al Señor, con el deseo de ser Sus sirvientes personales. Así, siguiendo los pasos de los ācāryas y devotos que le habían precedido, Bali Mahārāja consideró que había alcanzado el éxito.

Mientras Bali Mahārāja, atado con las cuerdas de Varuṇa, ofrecía oraciones al Señor, su abuelo Prahlāda Mahārāja se presentó en el lugar y explicó que la Suprema Personalidad de Dios, al privar a Bali Mahārāja de todas sus posesiones con aquella estratagema, le había dado la liberación. En presencia de Prahlāda Mahārāja, el Señor Brahmā y la esposa de Bali, Vindhyāvali, hablaron de la supremacía del Señor Supremo y, puesto que Bali Mahārāja lo había entregado todo al Señor, oraron por su liberación. El Señor explicó entonces que, para los no devotos, la posesión de riquezas es un peligro, mientras que la opulencia del devoto es una bendición del Señor. Entonces, complacido con Bali Mahārāja, el Señor Supremo le ofreció Su disco para protegerle y le prometió permanecer en su compañía.