ES/SB 4.9: Dhruva Maharaja vuelve a casa

El Śrīmad-Bhāgavatam - Canto Cuarto - Capítulo 9: Dhruva Mahārāja vuelve a casa


Texto 4.9.1: El gran sabio Maitreya dijo a Vidura: Liberados así de todos sus temores por las tranquilizadoras palabras de la Personalidad de Dios, los semidioses ofrecieron reverencias y regresaron a sus planetas celestiales. El Señor, que no es diferente de la encarnación Sahasraśīrṣā, montó entonces a lomos de Garuḍa, que Lo llevó al bosque de Madhuvana ante Su sirviente Dhruva.

Texto 4.9.2: Habiendo madurado en el proceso de yoga, Dhruva Mahārāja estaba completamente absorto en meditar en la forma del Señor, que era brillante como un relámpago. Pero, de pronto, esa forma desapareció, y Dhruva, perturbado, vio interrumpida su meditación. Sin embargo, al abrir los ojos encontró que la misma Suprema Personalidad de Dios que había estado viendo en el corazón, estaba presente ante él.

Texto 4.9.3: Cuando vio a su Señor frente a él, Dhruva Mahārāja sintió una gran agitación, y Le ofreció reverencias y muestras de respeto. Se postró ante Él tendido como una vara y quedó absorto en amor por Dios. En éxtasis, Dhruva Mahārāja miraba al Señor como si Lo bebiese con los ojos, como si besase Sus pies de loto con la boca, y como si Lo estrechara entre los brazos.

Texto 4.9.4: Aunque no era más que un niño, Dhruva Mahārāja quería ofrecer oraciones a la Suprema Personalidad de Dios con un lenguaje adecuado; sin embargo, debido a su escasa experiencia, no acertaba a adaptarse a la situación. La Suprema Personalidad de Dios, que está en el corazón de todos, entendió la incómoda posición de Dhruva, y, por Su misericordia sin causa, tocó con Su caracola la frente del niño, que estaba de pie ante Él con las manos juntas.

Texto 4.9.5: En ese momento, Dhruva Mahārāja cobró perfecta conciencia de la conclusión de los Vedas y entendió la Verdad Absoluta y Su relación con las entidades vivientes. Dhruva, que en el futuro recibiría un planeta que ni siquiera en el tiempo de la disolución sería destruido, ofreció sus bien meditadas oraciones, que eran conclusivas y seguían la línea del servicio devocional al Señor Supremo, aquel cuya fama se extiende por todas partes.

Texto 4.9.6: Dhruva Mahārāja dijo: Mi querido Señor, Tú eres todopoderoso. Después de entrar en mí, has vivificado todos mis sentidos —las manos, las piernas, los oídos, la sensación del tacto, la fuerza vital y, especialmente, mi facultad del habla—, que se encontraban dormidos. Te ruego que aceptes mis respetuosas reverencias.

Texto 4.9.7: Mi Señor, Tú eres el Uno Supremo, pero mediante Tus diversas energías, apareces en los mundos materiales y espirituales de muchas maneras distintas. Mediante Tu potencia externa creas la totalidad de la energía del mundo material, y después de la creación, entras en el mundo material en la forma de Superalma. Tú eres la Persona Suprema, y por medio de las modalidades de la naturaleza material, que están sujetas al tiempo, creas diversidad de manifestaciones. Eres como el fuego, cuyas brillantes llamas arden en diversidad de formas, según el tipo de madera en que haya entrado.

Texto 4.9.8: ¡Oh, mi Señor!, el Señor Brahmā está completamente entregado a Ti. En el principio, Tú le diste conocimiento, y así pudo ver y entender todo el universo, como una persona que despierta de un sueño y pasa revista a sus deberes inmediatos. Tú eres el único refugio de los que desean la liberación, y el amigo de los afligidos. ¿Cómo va a poder nunca olvidarte una persona erudita que tenga conocimiento perfecto?

Texto 4.9.9: En verdad que aquellos que Te adoran simplemente por la complacencia de los sentidos de esta bolsa de piel están bajo la influencia de Tu energía ilusoria. A pesar de tenerte a Ti, que eres como un árbol de deseos y la causa de la liberación del ciclo de nacimientos y muertes, los necios como yo desean Tus bendiciones para la complacencia de los sentidos, que está al alcance incluso de los que viven en condiciones infernales.

Texto 4.9.10: Mi Señor, la bienaventuranza trascendental derivada de meditar en Tus pies de loto o de escuchar a los devotos puros cantar Tus glorias es tan ilimitada que supera con creces la etapa de brahmānanda, en la cual uno piensa que se ha fundido en el Brahman impersonal y que es uno con el Supremo. Ese brahmānanda se ve superado también por la felicidad trascendental que se deriva del servicio devocional; por lo tanto, la felicidad temporal de elevarse a los planetas celestiales, a la que pondrá fin la cortante espada del tiempo, no merece ni consideración. Aunque nos elevemos a los planetas celestiales, con el paso del tiempo tendremos que caer.

Texto 4.9.11: Dhruva Mahārāja continuó: ¡Oh, Señor ilimitado! por favor, bendíceme para que pueda relacionarme con grandes devotos que, como las olas de un río, que fluyen constantemente, estén constantemente ocupados en Tu amoroso servicio trascendental. Esos devotos trascendentales están situados por completo en un estado de vida libre de contaminación. Estoy seguro de que el proceso de servicio devocional me permitirá atravesar el océano de nesciencia de la existencia material, cuyo intenso oleaje está lleno de peligros ardientes como el fuego. Me será muy fácil, pues me estoy volviendo loco por escuchar acerca de Tus trascendentales cualidades y pasatiempos, que existen eternamente.

Texto 4.9.12: ¡Oh, Señor que tienes un ombligo de loto!, cuando una persona se relaciona con un devoto en cuyo corazón late siempre el anhelo por Tus pies de loto, y que siempre está en busca de su fragancia, ya nunca se apega al cuerpo material, ni a la descendencia, los amigos, el hogar, la riqueza y la esposa, que están relacionados con el cuerpo y que para los materialistas son lo más querido. En verdad que no le va a interesar.

Texto 4.9.13: Mi querido Señor, ¡oh, Innaciente Supremo!, sé que las distintas especies de entidades vivientes —mamíferos, árboles, aves, reptiles, semidioses y seres humanos— se extienden por todo el universo, que es producto de la energía material total; también sé que a veces se encuentran en estado manifiesto y a veces no; pero jamás tuve experiencia de la forma suprema que ahora, al verte, estoy contemplando. Ante Ti, todos los métodos teóricos han alcanzado su fin.

Texto 4.9.14: Mi querido Señor, al final de cada milenio la Suprema Personalidad de Dios, Garbhodakaśāyī Viṣṇu, disuelve en Su estómago todo lo manifestado en el universo. Él Se acuesta sobre el cuerpo de Śeṣa Nāga, y de Su ombligo brota un tallo en cuyo extremo hay una flor de loto dorada; en esa flor de loto es creado el Señor Brahmā. Puedo comprender que Tú eres ese mismo Dios Supremo. Por ello, Te ofrezco mis respetuosas reverencias.

Texto 4.9.15: Mi Señor, con Tu ininterrumpida mirada trascendental, eres el testigo supremo de todos los niveles de actividad intelectual. Tú estás eternamente liberado, Tu existencia está situada en la bondad pura, y existes en la Superalma sin cambio alguno. Tú eres la Personalidad de Dios original, con la plenitud de seis opulencias, y eres el amo eterno de las tres modalidades de la naturaleza material, de manera que siempre eres diferente de las entidades vivientes comunes. En Tu forma de Viṣṇu, mantienes todos los asuntos del universo; aun así, permaneces aparte y eres el disfrutador del resultado de todos los sacrificios.

Texto 4.9.16: Mi querido Señor, en Tu manifestación impersonal del Brahman siempre hay oposición entre dos elementos: el conocimiento y la ignorancia. Tus múltiples energías nunca dejan de manifestarse, pero el Brahman impersonal, que es indiviso, original, inmutable, ilimitado y lleno de bienaventuranza, es la causa de la manifestación material. Puesto que Tú eres ese mismo Brahman impersonal, Te ofrezco mis respetuosas reverencias.

Texto 4.9.17: Mi Señor, ¡oh, Señor Supremo!, Tú eres la bendición personificada en su forma suprema. Por lo tanto, para el que se refugia en Tu servicio devocional sin ningún otro deseo, adorar Tus pies de loto es mejor que ser rey y gobernar un reino. Esa es la bendición que se obtiene por adorar Tus pies de loto. Por Tu misericordia sin causa, eres el sustentador de los devotos ignorantes como yo. Para ellos eres como una vaca que cuida de su ternero recién nacido amamantándolo y protegiéndolo de todo peligro.

Texto 4.9.18: El gran sabio Maitreya continuó: Mi querido Vidura, cuando Dhruva Mahārāja, cuyo corazón estaba lleno de buenas intenciones, completó su oración, el Señor Supremo, la Personalidad de Dios, que es muy bondadoso con Sus devotos y sirvientes, lo felicitó con las siguientes palabras.

Texto 4.9.19: La Personalidad de Dios dijo: Mi querido Dhruva, hijo del rey, tú has llevado a cabo votos piadosos, y Yo conozco el deseo que albergas en tu corazón. Aunque tu deseo es muy ambicioso y muy difícil de cumplir, te mostraré Mi favor haciendo que se cumpla. Te deseo toda buena fortuna.

Texto 4.9.20-21: La Suprema Personalidad de Dios continuó: Mi querido Dhruva, te concederé un resplandeciente planeta: la Estrella Polar. Ese planeta continuará existiendo incluso después de la disolución, al final del milenio. Nadie ha gobernado nunca ese planeta, y está rodeado por todos los sistemas solares, planetas y estrellas. Todos los astros del cielo giran alrededor de él, como los bueyes que caminan en torno a un eje central cuando se muele grano. Presentándole siempre su lado derecho, todas las estrellas donde habitan los grandes sabios, como Dharma, Agni, Kaśyapa y Śukra, giran alrededor de ese planeta, la Estrella Polar, que continúa existiendo incluso después de la disolución de todos los demás.

Texto 4.9.22: Después de que tu padre se retire al bosque y ponga en tus manos su reino, serás rey del mundo entero durante treinta y seis mil años sin interrupción, y tus sentidos conservarán toda su fuerza. Nunca envejecerás.

Texto 4.9.23: El Señor continuó: En una fecha futura, tu hermano Uttama irá a cazar al bosque, y estando absorto en la cacería, lo matarán. Tu madrastra, Suruci, enloquecida por la muerte de su hijo, irá a buscarlo al bosque, pero morirá presa de las llamas de un incendio.

Texto 4.9.24: El Señor continuó: Yo soy el corazón de todo sacrificio. Tú tendrás poder para celebrar muchos grandes sacrificios, y harás también grandes obras de caridad, de modo que, además de disfrutar las bendiciones de la felicidad material en esta vida, podrás recordarme en el momento de la muerte.

Texto 4.9.25: La Personalidad de Dios continuó: Mi querido Dhruva, después de tu vida en este cuerpo material, irás a Mi planeta, al cual siempre ofrecen reverencias los habitantes de todos los demás sistemas planetarios. Está situado por encima de los planetas de los siete ṛṣis, y una vez que llegues a él, nunca tendrás que regresar al mundo material.

Texto 4.9.26: El gran sabio Maitreya dijo: Después de ser adorado y honrado por el niño Dhruva Mahārāja, y después de ofrecerle Su morada, el Señor Viṣṇu, a lomos de Garuḍa, regresó a Su residencia ante la mirada de Dhruva Mahārāja, que Lo vió alejarse.

Texto 4.9.27: A pesar de que su determinación por adorar los pies de loto del Señor le había traído el resultado deseado, Dhruva Mahārāja no estaba muy complacido. Fue así como regresó a casa.

Texto 4.9.28: Śrī Vidura preguntó: Mi querido brāhmaṇa, la morada del Señor es muy difícil de alcanzar. Solo se puede llegar a ella mediante el servicio devocional puro, que es lo único que complace al sumamente afectuoso y misericordioso Señor. Dhruva Mahārāja logró esa posición en una sola vida, y era muy sabio y consciente. Entonces, ¿por qué no se sentía complacido?

Texto 4.9.29: Maitreya respondió: Herido por las flechas de las ingratas palabras de su madrastra, Dhruva Mahārāja sintió su corazón muy dolorido, de modo que cuando se concentró en el objetivo de su vida, no podía olvidar lo incorrecta que había sido. Lo que él había pedido no era alcanzar la verdadera liberación del mundo material, pero al final de su servicio devocional, cuando la Suprema Personalidad de Dios apareció ante él, se avergonzó en lo más hondo de los deseos materiales que había albergado en su mente.

Texto 4.9.30: Dhruva Mahārāja pensó para sus adentros: El esfuerzo por situarse en la sombra de los pies de loto del Señor no es una tarea corriente, pues incluso los grandes brahmacārīs encabezados por Sanandana, que practicaron aṣṭāṅga-yoga en trance, tardaron muchísimas vidas en alcanzar el refugio de los pies de loto del Señor. Yo he alcanzado el mismo resultado en seis meses, pero como mi pensamiento es diferente de lo que piensa el Señor, he caído de mi posición.

Texto 4.9.31: ¡Ay de mí! ¡Qué desdicha la mía! Me acerqué a los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios, quien puede cortar de inmediato la cadena de nacimientos y muertes, y a pesar de ello, ¡necio de mí!, oré por cosas perecederas.

Texto 4.9.32: Como los semidioses que están en el sistema planetario superior van a tener que descender de nuevo, sienten envidia de que yo, mediante el servicio devocional, me eleve a Vaikuṇṭhaloka. Esos intolerantes semidioses han disipado mi inteligencia, y esa ha sido la única razón que me ha impedido aceptar la bendición que el sabio Nārada me ofreció con sus veraces enseñanzas.

Texto 4.9.33: Dhruva Mahārāja se lamentó: Yo estaba bajo la influencia de la energía ilusoria; ignorando la realidad de las cosas, dormía en el regazo de māyā. Con un punto de vista dual, consideraba enemigo a mi hermano, y en mi corazón me lamentaba pensando, sin razón: «Son mis enemigos».

Texto 4.9.34: Satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios es muy difícil, pero en mi caso, aunque he satisfecho a la Superalma de todo el universo, solo he orado por cosas inútiles. Me he comportado como el que trata de curar a alguien que ya ha muerto. ¡Que desdichado soy! A pesar de encontrar al Señor Supremo, que puede cortar el vínculo que nos une al nacimiento y la muerte, he orado pidiendo de nuevo la misma condición.

Texto 4.9.35: Debido a mi estado de absoluta necedad, y a que carecía por completo de actividades piadosas, aunque el Señor me ofreció Su servicio personal, yo quise renombre, fama y prosperidad materiales. Soy como el pobre que satisfizo a un gran emperador y que, por ignorancia, cuando aquel quiso darle todo lo que desease, solo pidió un puñado de arroz partido.

Texto 4.9.36: El gran sabio Maitreya continuó: Mi querido Vidura, los que, como tú, son devotos puros de los pies de loto de Mukunda [la Suprema Personalidad de Dios, que puede ofrecer la liberación] y están siempre apegados a la miel de Sus pies de loto, siempre están satisfechos en el servicio de los pies de loto del Señor. Esas personas permanecen satisfechas en todas las circunstancias de la vida, y por ello nunca piden al Señor prosperidad material.

Texto 4.9.37: Cuando el rey Uttānapāda escuchó que su hijo Dhruva venía de regreso a casa, como si volviese a la vida después de muerto, no podía dar crédito a lo que oía, pues dudaba de que aquello pudiese suceder. Se consideraba el más ruin de los hombres, y por lo tanto, le parecía inconcebible que pudiera ser tan afortunado.

Texto 4.9.38: Aunque no podía creer en las palabras del mensajero, tenía plena fe en la palabra del gran sabio Nārada. Se emocionó mucho al oír aquellas noticias, e inmediatamente, lleno de satisfacción, ofreció al mensajero un valiosísimo collar.

Texto 4.9.39-40: El rey Uttānapāda, ansioso por ver el rostro del hijo que había perdido, montó en una cuadriga tirada por magníficos caballos y adornada con filigrana de oro. Llevando consigo a muchos brāhmaṇas eruditos, a las personas mayores de su familia, a sus oficiales, ministros y amigos más allegados, salió de la ciudad sin perder un instante. Al paso del desfile se escuchaban auspiciosos sonidos de caracolas, timbales, flautas, y el canto de mantras védicos que indicaban toda buena fortuna.

Texto 4.9.41: En la procesión participaban las dos esposas de Mahārāja Uttānapāda, Sunīti y Suruci, junto con su otro hijo, Uttama. Las reinas iban sentadas en un palanquín.

Texto 4.9.42-43: Al ver a Dhruva Mahārāja a la altura de un bosquecillo de las proximidades, el rey Uttānapāda se bajó apresuradamente de la cuadriga. Hacía mucho tiempo que estaba ansioso por ver a su hijo Dhruva, de manera que, llevado del amor y el afecto, se adelantó para abrazar al hijo que había perdido hacía tanto tiempo. El rey, con la respiración muy agitada, lo estrechó entre sus brazos, pero Dhruva Mahārāja no era el mismo de antes; debido al avance espiritual, estaba completamente santificado, pues había sido tocado por los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios.

Texto 4.9.44: Para el rey Uttānapāda, reunirse con Dhruva Mahārāja supuso el cumplimiento de un deseo que durante mucho tiempo había acariciado, y no dejaba de oler, una y otra vez, la cabeza de Dhruva Mahārāja, bañándolo con torrentes de lágrimas muy frías.

Texto 4.9.45: Entonces Dhruva Mahārāja, el príncipe entre los nobles, ofreció ante todo reverencias a los pies de su padre, quien lo honró con diversas preguntas. Luego postró su cabeza a los pies de sus dos madres.

Texto 4.9.46: Suruci, la menor de las madres de Dhruva Mahārāja, viendo que el inocente niño se postraba a sus pies, inmediatamente le levantó, y estrechándolo entre sus brazos, con lágrimas de sentimiento, lo bendijo diciendo: «Mi querido niño, ¡que tengas larga vida!».

Texto 4.9.47: Del mismo modo que el agua fluye hacia abajo por naturaleza, las entidades vivientes honran a la persona que, por su relación amistosa con la Suprema Personalidad de Dios, tiene cualidades trascendentales.

Texto 4.9.48: Los dos hermanos, Uttama y Dhruva Mahārāja, lloraron también al verse. Ambos estaban sobrecogidos con éxtasis de amor y afecto, y, cuando se abrazaron, el vello de sus cuerpos se erizó.

Texto 4.9.49: Sunīti, la verdadera madre de Dhruva Mahārāja, abrazó el tierno cuerpo de su hijo, quien le era más querido que su propia vida, y de este modo olvidó todos los pesares materiales, pues estaba muy complacida.

Texto 4.9.50: Mi querido Vidura, Sunīti era madre de un gran héroe. Sus lágrimas, mezcladas con la leche que fluía de sus pechos, mojaron todo el cuerpo de Dhruva Mahārāja. Era este un signo muy auspicioso.

Texto 4.9.51: Los residentes del palacio alabaron a la reina: Querida reina, perdiste a tu querido hijo hace mucho tiempo, y ahora su regreso te hace muy afortunada, pues creemos que él podrá protegerte durante mucho tiempo y pondrá fin a todas tus angustias materiales.

Texto 4.9.52: Querida reina, creemos que has adorado a la Suprema Personalidad de Dios, que libera a Sus devotos del mayor de los peligros. Las personas que meditan constantemente en Él, salen del ciclo de nacimientos y muertes. Esa perfección es muy difícil de conseguir.

Texto 4.9.53: El sabio Maitreya continuó: Mi querido Vidura, mientras todos estaban alabando a Dhruva Mahārāja, el rey se sentía muy feliz; con Dhruva y su hermano sentados a lomos de una elefanta, volvió a la capital, donde las gentes de todas las clases le ofrecieron alabanzas.

Texto 4.9.54: Toda la ciudad estaba decorada con columnas de bananeros cargados de flores y de racimos de fruta, y por todas partes se veían las hojas y las ramas de los beteles. Se habían dispuesto también muchos arcos triunfales, construidos de modo que parecían tiburones.

Texto 4.9.55: En todas las puertas había lámparas encendidas y grandes cántaros de agua decorados con telas de diversos colores, collares de perlas, guirnaldas de flores y hojas de mango.

Texto 4.9.56: La capital estaba rodeada de murallas, con abundantes pórticos de entrada, y tenía muchos palacios. Todas esas construcciones eran, de por sí, hermosísimas, y en esta ocasión habían sido decoradas con adornos de oro. Las cúpulas de los palacios resplandecían, y también las cúpulas de los hermosos aeroplanos que sobrevolaban la ciudad.

Texto 4.9.57: Todas las plazas, calles y caminos de la ciudad, además de las plataformas que servían de asiento en los cruces de caminos, estaban muy limpias y habían sido rociadas con agua de sándalo; por toda la ciudad se habían esparcido granos auspiciosos —arroz, cebada, etc.—, y flores, frutas y muchas otras oblaciones auspiciosas.

Texto 4.9.58-59: Saliendo al encuentro de Dhruva Mahārāja, todas las ilustres madres de familia del vecindario acudían para verle, y con afecto maternal le ofrecían sus bendiciones derramando sobre él una lluvia de semillas de mostaza blanca, cebada, yogur, agua, brotes de hierba, frutas y flores. De esa manera, escuchando las agradables canciones de las mujeres, Dhruva Mahārāja recorrió el trayecto hasta el palacio de su padre y entró en él.

Texto 4.9.60: A partir de entonces, Dhruva Mahārāja vivió en el palacio de su padre, cuyas paredes estaban decoradas con piedras preciosas. Su cariñoso padre lo cuidó con especial atención, y Dhruva vivió en aquella casa como los semidioses en sus palacios de los sistemas planetarios superiores.

Texto 4.9.61: En el palacio, la ropa de cama era muy suave, y las sábanas, tan blancas como la espuma de la leche. Las camas eran de marfil con adornos de oro; las sillas, bancos y demás asientos y muebles, eran de oro.

Texto 4.9.62: Los muros que rodeaban el palacio del rey eran de mármol, con muchos relieves hechos de zafiro y piedras preciosas, que representaban a hermosas mujeres con lámparas de joyas brillantes en las manos.

Texto 4.9.63: La residencia del rey estaba rodeada de jardines, en los cuales había diversos tipos de árboles traídos de los planetas celestiales. En aquellos árboles había parejas de pájaros de canto muy dulce y abejorros prácticamente locos que producían un zumbido muy agradable.

Texto 4.9.64: Había escaleras de esmeralda que llevaban a estanques llenos de flores de loto y nenúfares de muchos colores. En aquellos lagos podían verse cisnes, kāraṇḍavas, cakravākas, grullas y otras aves preciosas.

Texto 4.9.65: El santo rey Uttānapāda, al escuchar los gloriosos actos de Dhruva Mahārāja y ver además con sus propios ojos su influencia y su grandeza, se sintió muy satisfecho, pues las actividades de Dhruva eran maravillosas en grado sumo.

Texto 4.9.66: Cuando el rey Uttānapāda, tras la debida consideración, vio que Dhruva Mahārāja tenía la madurez adecuada para hacerse cargo del reino, y que sus ministros estaban de acuerdo y los ciudadanos lo querían, coronó a Dhruva Mahārāja como emperador de este planeta.

Texto 4.9.67: Después de considerar lo avanzado de su edad y reflexionar en el bienestar de su ser espiritual, el rey Uttānapāda se desapegó de los asuntos mundanos y se fue al bosque.